Vía de la Plata / Etapa 18 - Fuenterroble de Salvatierra > San Pedro de Rozados


Antes de partir me acerqué al oratorio para volver a sentir la paz de que me proporcionó la visita nocturna de ayer.
Meditando junto al crucifijo, pensé en los maravillosos momentos de los últimos días. Veintiún días de camino... agradecí el hermoso regalo que me hacía el Camino al concederme nuevos amigos peregrinos con quienes compartir mi Camino. Desde el recuerdo me llegó el mágico amanecer saliendo del embalse de Alcántara, o la tarde en Castilblanco con las chicas ataviadas con mantilla españolas que marchaban a la iglesia o las mañanas con luces doradas entre encinas.

Quizás lo mas enriquecedor del camino sean las personas que conoces en el Camino, muchas de ellas ni tan siquiera hablan el mismo idioma, pero no es necesario, sin decir palabras sabemos perfectamente lo que sentimos. Un idioma universal, el del Camino, ese que solo habla de sentimiento sin pronunciar una palabra.

Algunos compañeros quedaron atrás como hospitaleros, otros continúan delante de mi, otros se van sumando a mi Camino y que seguro me depararán momentos entrañables que como tesoro llevaré conmigo el resto de mis días. Doy gracias a Dios todos los días por esta maravillosa experiencia vital y por su infinita misericordia y generosidad. Cada mañana una sencilla oración la de Jesús, para que nos guíe y proteja a todos.

La mochila siempre lista desde el día anterior, para no despertar a ningún compañero. Desayunamos y a volver a echarse la mochila a la espalda, atamos bien los cordones de las botas y caminar en busca de un nuevo horizonte.


Entre Fuenterroble y San Pedro de Rozados no hay poblaciones intermedias donde poder tomar un refrigerio, tampoco fuentes de agua, así que hay que ser previsor y llevar agua suficiente. Para dias calidos no menos de 3 litros de agua. También es aconsejable llevar alimentos que nos levante el animo en momentos de flaqueza.

Tenemos la posibilidad de hacer una etapa más corta, de 18 km, la que finaliza en Pedrosillo de los Aires, con albergue de peregrinos.
Si decidimos esta alternativa más corta habría que desechar subir al Pico de la Dueña
Unas indicaciones al comienzo del ascenso nos informa de la alternativa. No hay problema, la que sube es a Pico de la Dueña y la derecha en llano a Pedrosillo de los Aires.

Nosotros sin embargo continuaremos hasta San Pedro de Rozados, etapa de unos 30 km.


El protagonista de esta etapa es sin duda el Pico de la Dueña y su cruz de Santiago, que espera al peregrino a una altitud de 1.147 m, el punto más alto de la Vía de la Plata.

Hay que mencionar que en el Inventario de la provincia de Salamanca, dentro del término municipal de Casafranca, está registrado un asentamiento fortificado de época romana, ubicado en el cerro de Monreal, desde el cual se visualiza un extenso territorio atravesado de sur a norte por la calzada, que  discurre a unos 2 kilómetros al este del mismo. La función de este asentamiento, al igual que la del fortín de La Calzada de Béjar, sería la de vigilar y controlar el paso de la Vía de la Plata.

Después de Fuenterroble el antiguo camino romano discurre a la par que la Cañada Real por una zona llana y abierta. Un hermoso camino de pista ancha pista rodeada de dehesas. Nuestra vista estará puesta en el horizonte, poco a poco nos acercará a la Sierra de Herreros o de La Dueña, donde ascenderemos no con poca dificultad hasta el Pico de la Dueña, el punto más alto de la Vía de la Plata, con 1,147 m.

Cruces y Miliarios, su presencia nos alienta. Fe y cultura, un alimento indispensable para nuestro espíritu peregrino que busca tras el horizonte un Abrazo deseado. Más allá, más arriba, Santiago.


Comenzamos a dar nuestros primeros pasos por la calle Conejal, que nos lleva a una carretera DSA 230. Transcurridos unos 1.300 metros dejamos por la derecha la superficie dura del asfalto por el piso de una amplia y cómoda cañada. Por ella encontraremos varios miliarios y un buen tramo de calzada romana. ACASAN -Amigos del Camino de Santiago- llevó a cabo la recolocación en la calzada a mediados de los años noventa de dos fragmentos miliarios que estaban tirados en una escombrera de Fuenterroble de Salvatierra.

Cercas de alambre delimitan la anchura de un cordel sin apenas arbolado. Transcurridos unos 6,7 km llegamos hasta un tramo delimitado de calzada romana, pero sin el característico empedrado, unos trescientos metros mas adelante alcanzamos el arroyo de Navalcuervo, habitualmente sin agua. Tras un pequeño repecho llegamos a una zona mas frondosa de encinar donde se alza una cruz de madera y una zona de descanso.



Entramos en un tramo boscoso, pero no dura mucho, en cuatrocientos metros entramos en otro sin apenas arbolado. Cruzamos una cancela (km 6,8). Por ella para llegar al cruce con el camino de Arroyo Molino (Km 8,5), nosotros hacemos caso a las flechas y continuamos recto, en este punto el paisaje empieza a tornarse mas boscoso. Llegados a un nuevo cruce de camino, en este caso el camino (km 10 de la etapa) lleva por la  izquierda a una pequeña población Navarredonda de Salvatierra, nosotros continuamos recto. Nada ha de preocuparnos el camino está muy bien señalizado.

Caminamos por una cómoda pista hasta que en un kilómetro una flecha amarilla a nuestra izquierda nos desvía tras un pequeño repecho a un camino mas desdibujado que tras 500 m nos lleva hasta una cancela. En este punto tenemos que elegir, si cruzamos la cancela el camino nos llevará  tras 6,4 km hasta Pedrosillo de los Aires, camino menos transitado a pesar de ser el mas fiel al trazado de la antigua calzada romana y además mas corto. La pequeña localidad dispone de albergue para peregrinos.
La otra alternativa y la mas frecuentada por peregrinos es la que se dirige a San Pedro de Rozados, pasando antes por el ascenso a uno de los lugares más emblemáticos de este Camino Jacobeo, subir hasta el Pico de la Dueñael punto más alto de la Vía de la Plata, con 1,147 m.

El camino no es duro en exceso,  Al final de la ascensión, llegamos a el Pico Dueña, a casi 1200 metros de altitud y coronado por una gran cruz de Santiago, que se alza espléndida y desafiante, nuestra cruz de Ferro Platera.

El entrañable párroco de Fuenterroble, Don Blas Rodríguez y un grupo de feligreses subieron hasta allí en romería hace unos años. La cruz la custodian unos ángeles camuflados con forma de molinos.







La ascensión al Pico Dueña es la cota más alta desde que partimos de Sevilla, el camino la más fidedigna a la vía romana, ya que es inverosímil que su trazado se planteará por aquí.
Bajo la cruz me encuentro con el peregrino alemán. Allí solté la mochila y me salté la valla de alambres ascendiendo hasta la cruz desde donde se alcanzan las llanuras de Castilla.

Al poco llegaron la peregrinas de Madrid seguidas más tarde por el matrimonio también Madrid, que tras una breve parada continuaron camino, algo mas tarde llegaría nuestra entrañable peregrina americana.

Los compañeros de camino bajaron y yo quería disfrutar un poco mas de este hermoso enclave, subí de nuevo a la cruz, contemplé el impresionante paisaje y a volar un rato la imaginación. La temperatura era excelente, corría una ligera brisa junto al un sol templado. Este lugar me cautiva, es mágico. Aproveché en tiempo del pequeño descanso para crear algo de distancia entre el resto de peregrinos para así vivir un poco el silencio del Camino. Por desgracia en la llanura la brisa había desaparecido estrangulada por un calor asfixiante.





La La bajada de Pico Dueña es algo brusca, pero por suerte corta. Siguiendo la carretera pasamos junto a la dehesa La Dueña, donde se crían toros de lidia. No en vano estamos en el campo charro, comarca salmantina famosa por sus ganaderías. 

Más adelante tendremos la ocasión de aliviar un poco los pies y rodar por alguna de las sendas que surgen paralelas a la izquierda de la carretera. Sin embargo volveremos a ella sin remedio para cruzar por el puente sobre el arroyo Mendigos. Doscientos metros más adelante se encuentra la finca Calzadilla de Mendigos, cuna de la ganadería brava Montalvo. Lugar con encanto, que invita al descanso y donde dos incompletos miliarios montan guardia y vigilan los restos de una antigua ermita.




Continuamos por asfalto, el tráfico es prácticamente nulo. Al llegar al alto tomamos un camino o vereda en bajada con la compañía de la carretera a nuestra derecha. Tras un largo trecho por un sendero casi desdibujado. Nos desviarnos por un camino a nuestra izquierda, una indicación nos anuncia San Pedro de Rozados, llegamos a esta localidad tras un repecho y una bajada.






Próximo a la capital salmantina se encuentra este pequeño y pintoresco pueblo de casas blanqueadas que se aprietan unas con otras como si quisieran protegerse de los extremos climatológicos de la tierra.
Lo más interesante es un pequeño campanario de cierto valor artístico, que ha sido restaurado con gran acierto.
La legendaria Iglesia de San Pedro del siglo XVII construida en piedra, y dedicada a San Pedro con su gran portón de madera y su campanario todavía hoy funcionando de forma manual, junto con una bonita espadaña de cuatro cuerpos.


La fundación de esta pequeña población salmantina se remonta a la repoblación efectuada por los reyes de León en la Edad Media. En aquella época los reyes de León decidieron hacer la repoblación de estas tierras, donde se ubica el pueblo y la iglesia, que data de 1647.

Sus campos de encinas y ganado conviven en un hábitat único que durante muchos años se ha caracterizado por el latifundio. Muchos de los hierros de mayor prestigio en la ganadería brava tienen su lugar en este municipio

Durante años la prosperidad vino de la mano de las minas de estaño y ,sobre todo, de scheelita. Minas en galerías y a cielo abierto. San Pedro llegó a tener mas de mil habitantes, tres salones de baile, bares, tiendas, etc. Era un pequeño Centro comarcal de servicios para los pueblos de su entorno.
Hasta que el precio del mineral bajó y las minas dejaron de ser rentables. Se cerraron dejando a muchas personas con silicosis y sin oficio al que recurrir, un paisaje lunar y una despoblación galopante.
Hoy, los enormes calveros se han llenado de agua y se han convertido en lagunas donde cientos de aves descansan en su obligado peregrinaje estacional. Un paraíso para los ornitólogos.

En la localidad hay 2 Albergues y un Hotel Rural que ofrecen al peregrino el deseado descanso. De hecho, lo de Rozados dicen que viene de “ rozaduras “, de esos pies lastimados de los peregrinos por los muchos kilómetros de andadura. 
Salamanca está ya a tan solo 22 km. Ya queda poco

La iglesia de San Pedro
Iglesia que data del siglo XVII. Está constituida por un frontal de piedra sobre el cual se levanta la espadaña con doble fila de arcos. Su retablo mayor, precioso y digno de contemplar, (1720-1730).

A la derecha del retablo mayor se encuentra Santa María de los Rozados, de ahí el nombre del pueblo. San Isidro, con sus bueyes y la Virgen de la Soledad, que sale en procesión en Semana Santa, luciendo el manto negro bordado a mano por las mujeres del pueblo.

Vía de la Plata / Etapa 17 - Calzada de Béjar > Fuenterroble de Salvatierra



Nos despedimos después de que nuestros hospitalarios Manuela y Maxi nos agasajaran con un buen desayuno. Los hospitaleros son amigos que dejamos atrás y que año tras año volvemos a abrazar.

Antes de emprender la marcha llenamos nuestras botellas en una fuente de agua situada a la salida de la población. Está decorada con una figura en hierro de un peregrino.

Salimos de la población por la calle Mayor, continuamos por la carretera, pero enseguida nos desviamos por una pista de tierra que nace a nuestra izquierda. A un kilómetro aproximadamente llegamos hasta el cruce con una carretera, la de Béjar - La Alberca, la cruzamos y continuamos recto por un camino de concentración. Continuaremos por una larga recta jalonada con varios miliarios, tras llegar al río Sangusin nos esperan tres más.





Nos alejamos por un camino que nos lleva a una carretera, la seguimos unos metros hasta que unas indicaciones nos hace virar a la izquierda por un camino de tierra. Por él continuamos kilómetro y medio aproximadamente hasta llegar a un crucero a la entrada de Valverde de Valdelacasa.







Aún podemos contemplar algunos miliarios que marcaban la distancia en la antigua calzada. En la zona conocida como Prado Fusillo, se puede ver el miliario 143, que se mantiene en su lugar original. A la salida de la localidad también podemos ver dos miliarios más, junto a la carretera de Valdelacasa.

Según el Itinerario de Antonino la mansio Ad Lippos se situaría en la milla 144, es decir, una milla más adelante [del miliario 143 de prado Fusillo]. Roldán, a raíz del análisis de fotografías aéreas, fija su ubicación en la parte occidental de Valverde de Valdelacasa, donde observó el rastro de un edificio de planta rectangular de 120 metros de largo por 50 metros de ancho.

El camino señalizado entra en el núcleo urbano de este preciosos pueblo salmantino con ya pocos habitantes, pero con el encanto de siempre. En pocos pasos nos encontramos con un edificio importante para visitar, la Iglesia Parroquial de Santiago Matamoros, del siglo XVI. Su campanario en espadaña tiene unos curiosos símbolos labrados en su base. En la calle Fragua está los restos de un antiguo hospital de peregrinos, que pone testimonio con su singular edificio del siglo XVI, hoy se usa como pajar.

La localidad dispone de dos albergue para peregrinos, uno de carácter municipal y el otro privado. Aquellos que decidan terminar aquí su etapa tiene mucho por ver, ya que se puede descubrir mucho patrimonio paseando por los alrededores del pueblo.
A unos 500 metros al norte del pueblo en un paraje conocido como La Sargá, se puede visitar una antigua tumba labrada en un alto canchal de granito que podría ser altomedieval o visigoda. Junto a ella hay una fuente de aguas sulfurosas, también muy interesante.
De época romana hay una fuente, que se encuentra junto a la calzada romana, a las afueras del pueblo.  Del siglo XV o XVI data otra de las interesante fuentes del pueblo, la que llaman Fuente del Cura, junto al primer miliario de la carretera.

Tras dejar la población de Valverde de Valdelacasa el rastro de la calzada se pierde hasta Fuenterroble de Salvatierra, desconociéndose el trazado seguro de la misma. En la actualidad desde Valverde de Valdelacasa hasta Valdelacasa sólo existe un camino transitable para el peregrino, la carretera local, eso sí, con poco tráfico. En unos tres kilómetros y medio llegamos a Valdelacasa. (Sin albergue de peregrinos)



La señalización del Camino no entra por el núcleo urbano, pero merece la pena visitarlo. Su iglesia llamada del Dulce nombre de María se fue ampliando y reestructurando entre el siglo XVI y el XVII, momento en el que se terminaron las bóvedas. Su construcción data de finales del siglo XVII, concretamente en el año 1699, tal como figura en uno de los arcos que cruza el recinto. La iglesia se ha restaurado recientemente. En el interior resulta de gran belleza el techo de madera, único en la comarca.
En su interior cabe destacar la sacristía con una preciosa reja que protege el archivo y el joyero parroquial labrado por Matías López. También son interesantes un grupo escultórico de la Virgen, Sta. Ana y el Niño (siglo XIV) y un sarcófago (siglo XV).

La ermita de San Antonio, una pequeña construcción del siglo XVIII, conserva elementos arquitectónicos de los siglos XVI y XVII.
Nos cuenta la tradición que los peregrinos que llegaban por el camino de la Plata, se postraban ante la imagen del santo, pidiendo protección en su camino hacia el norte.

Salimos de la localidad cruzando la carretera de Guijuelo, cambiaremos un par de kilómetros por una carretera local hasta que una señales nos indican tomar un camino de tierra que nace a la izquierda. Dejamos una cantera a mano izquierda. 
Aún habrá tiempo para más sorpresas en los 4 km de este tramo, como la que nos deparará el miliario del Prado Fusillo, el CXLVIII, repuesto en el bautizado como el bosque del peregrino.
En camino nos devuelve de nuevo a la carretera, pero nosotros continuamos por un camino de tierra paralelo, en descenso hasta Fuenterroble de Salvatierra.




Entramos en la localidad por la calle Larga, que cruza todo el pueblo y nos lleva hasta el albergue de Peregrinos de Santa Marí. Nos recibe en su fachada el dibujo de un enorme peregrino, el mismo dibujo que encontraremos mañana junto a la cruz del Alto de la Dueña.

El albergue es de hospitalidad cristiana y tradicional. Atendido por hospitaleros voluntarios. Su alma, el padre Don Blas, todo corazón y generosidad y gran impulsor del Camino de la Plata.

Los orígenes de Fuenterroble se remontan a la repoblación llevada a cabo por el rey de León Alfonso IX a principios del siglo XIII, cuando quedó incluido en el Alfoz de Salvatierra, dentro del Reino de León.

Fuenterroble es de origen arriero, su arquitectura tradicional tiene vocación agropecuaria, realizada con materiales pizarrosos del entorno, elemento diferenciador respecto a la construcción de granito que hasta ahora hemos visto.


Una frase tomada del Salmo 90 y grabada en madera, en diferentes idiomas, nos da la bienvenida tras cruzar el dintel de la puerta del albergue parroquial.

“He dado órdenes a mis ángeles
para que te guarden en el Camino”

Un Salmo que describe perfectamente la esencia de este albergue

“Busca la paz y camina tras ella”

Las gentes de Salvatierra se distinguen por su cariño y amabilidad hacia el peregrino, especialmente su párroco, Don Blas, que con su esfuerzo y el de sus vecinos ha reconstruido la casa parroquial convirtiéndola en uno de los albergues más emblemáticos de este hermoso Camino Jacobeo.

Su iglesia parroquial es la de de Santa María la Blanca, magnífica construcción gótica, del siglo XV, de sólida torre ya restaurada