La Plata, un camino de peregrinos mozárabes


   La Plata, un camino de peregrinos mozárabes   

       El Peregrino del siglo XXI viaja desde su presente hasta un pasado remoto, visionado a través de esta ruta milenaria el sentir de los pasos de los peregrinos de antaño.

          El origen de este Camino se remonta en los tiempos, su origen exacto es incierto, sirvió como vía primordial de comunicaciones durante la época romana. Desde los tiempos de la Reconquista hasta la actualidad sirve también como camino de peregrinación a Santiago de Compostela desde el sur del país.

          El peregrino recorre una ruta que la historia ha convertido en punto de encuentro de civilizaciones, culturas y estilos artísticos. Este Camino cultural profundamente Jacobeo tiene un sello especial, el del Peregrino Mozárabe, un peregrino que acuciaba alcanzar el norte, Santiago. Los mozárabes, cristianos del sur, subían por la antigua calzada romana en demanda de amparo y de socorro, disfrazados como podían, sin vieira u otro símbolo que los delatara a sus opresores árabes. Santiago fue su ayuda celestial, su santo adalid, su libertador.

          Los mozárabes, era casi toda la población cristiana bajo dominio árabe. Los que no se doblegaban al islam y renegaban de su fe, eran humillados, confiscados sus bienes, dejándolos en la más extrema pobreza. 

          Los templos cristianos fueron destruidos o trocados en mezquitas, sin poder abrir otros nuevos, prohibiendo la práctica de su religión. Una de dos, o el islam o el Census capitis (esclavitud). A los que no se sometieron por la fuerza, pena de muerte para los hombres, y cautiverio para las mujeres y niños, pasando sus tierras a los conquistadores. En casos más extremos, el martirio. Entre los más renombrados el de San Eulogio de Córdoba (780-859), alma de los mozárabes cordobeses, que cae bajo la cimitarra mahometana, como Santa Lucrecia, Pablo, Luís y Cristóbal, tres parientes asimismo mártires, degollados en Córdoba.
Privados de libertad personal y religiosa, los mozárabes que podían huían a tierra de cristianos. Casi cien años llevaban sufriendo tal esclavitud cuando una estrella anunció la ESPERANZA.

          Esta aparecía en el cielo de Compostela en el año 813, se anuncia el hallazgo del sepulcro del apóstol Santiago el mayor, amigo del Señor.
Como algo ya aguardado, los mozárabes cristianos del sur pronto siguen camino a Compostela, los primeros en acudir.




¿Por qué se extraña tanta gente que este pueblo lo apellide 'Matamoros'?

       Él no fue perseguidor de enemigos, sino libertador de sus fieles. Achacarle la crueldad o venganza es un buenismo farisaico, ficticio y tendenciosos, solamente usado con el victimario, olvidándose de las víctimas. Buenismo en alas de un puritanismo sospechoso: indulgentes y compasivos con los cautivos de Córdoba que San Fernando obliga a devolver las campanas a Santiago, y rigurosos con los pobres cautivos, esclavizados, a los que Almanzor obligara más de 230 años antes, a cargar después del saqueo y destrucción de Compostela.

          La Reconquista comienza enseguida, apenas dos años después de haber completado la ocupación árabe.
En el año 718 -siete después de la entrada de los árabes- se alza en los Montes de Asturias Don Pelayo, que, seguido de Alfonso I, liberan en poco más de veinte años, todo el noroeste, alargando la frontera hasta el Duero. Memorables y terribles fueron las intrusiones del sanguinario Almanzor, es vísperas del Milenio.



Algunos datos de interés

- Alfonso I (739-757), domina de Galicia a Bilbao.

- Alfonso III el Magno (866-910), toma Oporto y Coímbra, con la ayuda de Hermenegildo y Gutierre, abuelo y padre de San Rosendo, vence a los moros en Zamora.

- Ramiro II de León (900-951) llega a Madrid en los 940, hace incursiones en el Valle del Tormes, tratando de establecer fronteras a su reino.

- Ordoño II rey de Galicia (910), hace una expedición contra los moros hasta la misma Sevilla, volviendo con rico botín y cautivos a Santiago.

- Ordoño III, rey de 950 a 955, llega hasta Lisboa.

- Fernando I (1016-1065), se une a Castilla, León y Navarra, después de venir a Santiago a pedir protección al Apóstol, vence en batalla en Coímbra (1063), con 50.000 cautivos.

- Alfonso VI reconquista Toledo en 1085, llegando al Tajo; reconquista Salamanca por el año 1100.

- Alfonso VII (1126-1157) toma Cáceres en 1142 (definitivamente Alfonso IX de león en 1229), llegando también hasta Cádiz, Córdoba y Almería.

- Alfonso VIII (1158-1214), aliado con Navarra y Aragón, vence en la batalla de las Navas de Tolosa (Jaén) a los almohades en 1212, al grito de ¡Dios y ayuda Santiago!

- Alfonso VIII de Castilla, aliado con Alfonso II de Aragón, toma Cuenca en 1177.

- Fernando III el Santo (1201-1252) reconquista Córdoba (1236), Jaén (1246), Sevilla (1248), Jerez y Cádiz (1250), esta con Vasco Pérez de Meira.

- Alfonso X (1312-1350) toma Algeciras y Gibraltar (1328).

- Desde 1328 el reino moro comprende sólo Almería, Málaga y Granada.

- En tiempo de Juan II de Castilla (1405-1454) se toma Almería (1412 con Payo Martínez Barbeito.

- Fernando V el católico (1454-1516) conquista Ronda y Málaga (1482) y Granada (1492), rematando la Reconquista del suelo español. Con ello queda toda la parte meridional liberada y todos los caminos libres para el paso de peregrinos.

Fuentes:
Actas do Congreso O Camino de Santiago para o século XXI
O Camiño do Sueste-Vía da Prata


Buen Camino

UN CAMINO ESPIRITUAL


  Un Camino espiritual  

¿Qué significa ser un peregrino a Santiago?


       El peregrino sale en busca de una meta determinada. El hombre no nace en la plenitud de su ser. Por eso la llamada a la peregrinación le ayuda a salir hacia metas nuevas y mejores.

Podríamos decir que un peregrino es un soñador realista, porque hay muchos soñadores que se pierden en sus propias fantasías, pero que no se ponen nunca en camino de verdad. En cambio, el peregrino por una parte es soñador: desea algo distinto de lo que es y de lo que tiene; pero, por otra parte, es un realista; busca, pregunta, hace lo posible para conseguir realmente lo que desea. Prepara su mochila, estudia los caminos y se pone en marcha, no se queda solo en deseos ineficaces.




       El peregrino es un hombre o una mujer que se arriesga. Se arriesga porque deja todo lo que tiene antes de conseguir lo que busca. Entre el dejar la comodidad de la propia casa y salir de la puerta de su casa y llegar a la meta, hay un tiempo intermedio donde se cumple la condición histórica del hombre, peregrinar.

Tiene que comenzar dejando lo que tiene, antes de alcanzar lo que desea y esa situación de despojamiento, de pobreza, de inseguridad, de fuerza, de perseverancia, de tenacidad, es la condición propia del peregrino.

El peregrino debe tener la fortaleza de mantenerse firme en la inseguridad del camino, gracias a la fuerza de la esperanza, gracias a la confianza de su deseo, se siente capaz de vencer los obstáculos y de llegar solo hasta la meta de sus deseos, porque es un realista, se enfrenta con las dificultades reales, que son la distancia, el sol, la lluvia, el frío y el calor; en la Edad Media eran los ladrones, enfermedades, etc.


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"El peregrino tiene que ser fuerte
y saber lo que es sufrir, aguantar,
superar dificultades en sus carnes,
con fuerza de espíritu"

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       Ahora bien, una persona que se pone en camino no es inmediatamente “peregrino”, lo es cuando se incorpora personalmente, espiritualmente. Con esta condición de peregrino hay muchas maneras de empezar la experiencia

Si llevas contigo todas las comodidades, todas las relaciones, todas las dependencias del lugar de origen, si vas con todas estas comodidades, como las de tu propia casa, entonces no eres verdaderamente peregrino.

En definitiva, se es peregrino cuando se va dejando dominar, ganar, configurar cada vez más por la meta del deseo.

El peregrino a Santiago de Compostela tiene delante de sus ojos una meta muy precisa: El Sepulcro del Apóstol.


¿Qué tiene el Sepulcro de Santiago que no tengan otros?

       S
antiago fue amigo de Jesús, convivió con él, escuchó su palabra, anunció la fe, dio la vida en testimonio de su fe. Llegar al Sepulcro de Santiago y abrazar al Apóstol, es casi como abrazar a Jesús, es llegar a Jesús, escuchar su palabra, compartir la fe y el amor por el Maestro de aquellos primeros discípulos.

Caminar hacia Compostela es como peregrinar hacia la iglesia de los orígenes, hacia lo más íntimo, lo más puro, lo más verdadero de la iglesia de Jesús, y a la vez entrar en comunión con la historia de la Europa cristiana.

Podríamos describir algunas cosas sobre el camino a Santiago:

Primer paso: El peregrino es el despojamiento, un pobre sin casa, sin dinero, con una gran inseguridad.

Segundo paso: El deseo, la esperanza. El peregrino es un enamorado, un seducido, un fascinado por la estrella que le guía hacia el deseo de su corazón, y aquí radica la fuerza secreta del peregrino y la eficacia purificadora del Camino.

Tercer paso: El desarraigo de sí mismo. El caminante, el peregrino, al despojarse de todas sus relaciones, compromisos, ocupaciones, distracciones de la vida ordinaria, para encontrarse en su soledad y en su pobreza, es cuando se descubre a sí mismo, en lo que es realmente, no en su profesión, no en su imagen social, no en el personaje de la vida social, sino uno mismo en su radical pobreza, tal como aparece a los ojos de Dios.

Echarse al camino es entrar en la soledad, romper con el mundo cotidiano, algo así como encerrarse en un monasterio. El Camino del peregrino es, según mi criterio, más eficaz que los muros de un monasterio.

Cuarto paso: El encuentro.
He hablado durante las etapas y en los albergues con muchos peregrinos y dicen que el Camino ayuda a encontrarnos con el Apóstol mucho antes de llegar a Santiago.

Muchos ratos de soledad, donde el peregrino tiene que justificar ante sí mismo las asperezas de su peregrinación. Esto le ayuda a profundizar en la valoración de lo que busca y a centrarse más eficazmente en el Camino y pensando que el Sepulcro del Apóstol Santiago lo llevamos en nuestras mochilas etapa tras etapa, a lo largo del Camino también llevamos el evangelio, porque en definitiva ello es el rostro de Jesús, que se nos ha ido dibujando de una forma más atractiva, más verdadera, más influyente… todo esto es el espíritu del buen peregrino, que va leyendo cada día una página de la vida y las palabras de Jesús, como comentario de su peregrinación y como anticipo de ser encuentro con el Apóstol en Compostela.


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"Los peregrinos no tienen rangos,
ni privilegios, ni categorías,
solo tienen la verdad desnuda
ante ellos mismos, sin caretas,
sin adornos, sin fingimientos
de ninguna clase"

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"La peregrinación a Santiago
es espiritualmente religiosa,
donde buscamos el reencuentro
con Dios en Cristo"

"Este mundo es el Camino;
para el otro, que es morada
sin pesar, más cumple de buen tino
para andar esta jornada sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos.

Y llegamos al tiempo que perecemos.
Así que cuando morimos descansamos"

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/ Juan Belda

Buen Camino

Escucha desde el silencio


  Escucha desde el silencio  

No huyas de la soledad, no la esquives,
vive sus sensaciones, toma distancia a diario
e involúcrate contigo mismo.

Con estos períodos de introspección conseguirás aclarar tu mente,
avivar tus sueños, ahuyentar tus miedos.

Ser peregrino en el Camino de Santiago
es una experiencia maravillosa que fortalece el alma.

"Estate presente.
Sé aquí.
Siente tus pies besar el suelo,
tu vientre subir y bajar.

Sé abierto y receptivo
a toda la vida que hay a tu alrededor.
A los sonidos, a los olores, a sus colores.
A un sentimiento surgiendo inesperadamente.
AL hormigueo en la barriga.
A una contracción en la garganta.
A la pesadez en la cabeza.
A una vieja tristeza que viene a visitarte.

Mantente curioso mientras el momento danza.
Escucha. Escucha a tu cuerpo.
Escúchate a ti mismo.
Escucha a la otra persona.
Escucha el silencio que hay entre cada frase.
Deja que el silencio se prolongue un poco más.
No hay ninguna prisa.
No hay ningún momento 'mejor' que alcanzar.

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El silencio no siempre necesita ser llenado.
Anda un poco más desnudo.
Un poco más despacio.
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Sabe un poco menos lo que estás a punto de decir.
Estate un poco menos preparado, más abierto al desorden,
un poco más dispuesto a exponer tu vulnerable corazón.
Sorpréndete ante tus propias respuestas.
No te anestesies con las mismas
historias de siempre.

Tropieza si es necesario.
Está bien. Estás a salvo.
Permite que tus palabras surjan
desde el silencio y a él regresen.

Observa si estás hablando
sólo para evitar el silencio.
Observa si estás regurgitando una historia
que has contado en el pasado.
Observa si es que estás tratando de impresionar,
o ganarte el amor de alguien.
O si estás evitando ser visto como realmente eres.

Amigo, en el silencio entramos realmente en comunión.
La auténtica comprensión está más allá de la mente.
El amor es silencioso; no necesita palabras.
Escucha el silencio; es volcánico".

/ Jeff Foster


Buen Camino