Dejamos para otra ocasión la visita al Pico Sacro y continuamos camino hacia nuestro objetivo, Santiago de Compostela.
Salimos de Rubial atentos a las flechas amarillas, la traza es bastante recta, por lo que seguimos de frente. Mas adelante encontramos una señal que indica el pueblo de Os Muiños dos Blegos. Seguimos recto. Tras andar 1 kilómetro más, salvamos la vía férrea por in paso inferior.
Llegamos al lugar llamado A Picota y al puente Busacos. Continuamos caminando y, a tras kilómetro y medio salimos a la N-525; tras un aserradero encontramos la población de A Susana.
Proseguimos nuestro recorrido por el camino de la izquierda hacia Outeiro de Morrazos; seguidamente hacia la derecha, con cuesta incluida; rebasamos el lugar llamado Cañoteira de Marrazos y de este modo llegamos a la población de Aldrei.
Cruzamos la vía del tren por un paso subterráneo y entramos en el lugar de nombre Vixoi, donde encontramos una bifurcación de caminos, eligiendo el de la izquierda, luego seguimos de frente. Entre giros a derecha e izquierda, llegaremos al río y a la ermita de Santa Lucía. Después de este enseguida llegamos a Piñeiro.
Subimos por las calles de Piñeiro y tras un agradable recorrido entramos en la población de Angrois, entrando así en Santiago de Compostela.
Descendemos hasta las orillas del río Sar, donde está situada la Colegiata de Santa María la Real de Sar.
El conjunto arquitectónico de Santa María la Real de Sar, comenzó a construirse en 1136, ejemplo singular del arte románico. Es un templo románico completamente abovedado, tres naves, la capilla mayor es de planta poligonal. La reedificación del siglo XVIII hizo desaparecer el rosetón de su fachada y el coro situado a la entrada. La acusada inclinación de los pilares del interior de a iglesia es una de las características más singulares de este edificio románico y se ha convertido en uno de los principales atractivos de este que lo hacen singular. Está emplazada en una zona de profunda tradición compostelana, el barrio de Sar, cruzado por el río al que deba su nombre, cuyas orillas fueron cantadas por Rosalía de Castro y sobre el que puede admirarse un hermoso puente de origen medieval. Este puente románico de tres arcos servía de entrada a Santiago para los peregrinos que llegaban a Compostela tras recorrer el Camino de la Vía de la Plata.
Dejando atrás tan singular joya del románico abrimos los ojos y nos encontramos con la Autopista del Atlántico, la AP-9 que salvamos por abajo y, de seguido, superamos un puente sobre las vías del tren. Un pequeño descanso para entrar en Angrois, una pequeña aldea situada aproximadamente a unos tres kilómetros del centro de Santiago. Los últimos kilómetros los afrontamos por la calle Camiño Real de Angrois.
Tras cruzar una carretera tomamos el piso empedrado de la calzada de Sar. Al frente, no muy lejos, la visión clara de las torres de la catedral de Santiago.
Con el corazón a mil por hora tras ver nuestro objetivo al alcance de la mano llegamos a la rúa da Ponte do Sar, cruzamos el puente y afrontamos la dura subida por la rúa do Sar y Castron Douro.
A continuación, nuestro recorrido hasta la Catedral nos lleva a pasar por la rúa Virxe da Cerca, Porta de Mazarelos, Praza da Universidade, Calderería, Costa de Xelmírez y Praza de Praterías.
Desde la portada románica de Praterías se accede a la Catedral de Santiago, pero nosotros no faltamos a la tradición de llegar hasta la plaza de Obradoiro que se encuentra a pocos metros.
Por fin nos encontramos en la plaza do Obradoiro, donde confluyen todos los Caminos y peregrinos del mundo, después de casi mil kilómetros nuestro Camino ha llegado a su fin, y nuestra peregrinación está a punto de cumplirse, solo nos queda entrar en la catedral y abrazar al santo Apóstol. .
En la Plaza, los peregrinos satisfechos van haciendo su aparición, la tranquilidad y la poca afluencia de peregrinos en la Ruta de Plata contrasta enormemente con la masividad de peregrinos procedentes del Camino Francés, una verdadera marabunta humana.
Damos gracias a Dios por llegar sanos y salvos, y marchamos juntos a la Oficina del Peregrino, allí nos espera nuestra Compostela.
Para obtenerla se requiere presentar en la Oficina del Peregrino la Credencial del Peregrino debidamente sellada, acreditando así los lugares por donde hemos pasado.
En nuestro caso lo hemos recorrido a pie, pero también se puede hacer en bicicleta o a caballo. En realidad, para conseguir la Compostela tan solo hace falta haber recorrido los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo, en el caso de hacer el Camino en bicicleta el mínimo de kilómetros es de 200.
La Credencial del Peregrino se puede conseguir en el punto de partida, en Asociaciones de Amigos del Camino, en albergues, parroquias o refugios del Camino de Santiago.
La Credencial del Peregrino tiene dos finalidades prácticas:
- El acceso a los albergues.
- Servir de justificante de haber cubierto el Camino al solicitar La “Compostela”.
No obstante, la presentación de la Credencial, aunque necesaria, no es suficiente, ya que para conseguir la “Compostela” has de haber realizado la peregrinación con sentido cristiano, aunque sólo sea en su aspecto de búsqueda espiritual. El motivo por el que realizas el Camino te lo preguntarán cuando entres en la Oficina del Peregrino para solicitar la “Compostela”. Por tanto, si realizas el Camino por motivos turísticos o deportivos no cumples con el requisito fundamental para obtenerla. En este caso, a los que han hecho el Camino por motivos diferentes a los religiosos se les da otra certificación del Peregrino, distinta de la “Compostela”.
La Compostela
La Compostela (y no "Compostelana", como a veces equivocadamente se le conoce) es un documento del Cabildo Catedralicio de Santiago que certifica la peregrinación a pie o en bici por el Camino de Santiago por motivos religiosos o espirituales a Santiago.
La Compostela se encuentra escrita en latín y su traducción es:
"EL CABILDO de esta Santa Apostólica Metropolitana Iglesia Catedral Compostelana, custodio del sello del altar de Santiago Apóstol, para que todos los Fieles y peregrinos que llegan desde cualquier parte del Orbe de la tierra con actitud de devoción o por causa de voto o promesa hasta la Tumba de Santiago, Nuestro Patrón y Protector de las Españas, acredita ante todos los que observen este documento que: X ha visitado devotamente este sacratísimo Templo con sentido cristiano (pietatis causa). En fe de lo cual le entrego el presente documento refrendado con el sello de esta misma Santa Iglesia".

Ya con la Compostela en la mano hicimos lo que marca la tradición, subir las 33 escaleras hasta el pórtico de la gloria: “la biblia de piedra” allí están los apóstoles, Santiago, Jesucristo, los ancianos del apocalipsis como banda de música, incluso los pecadores condenados al fuego. A continuación, poso mi mano ante la columna central, donde miles de peregrinos antes que yo, dejaron huella al posar las suyas.
Entro en la catedral y me arrodillo ante la figura del Maestro Mateo, jefe de los canteros que supieron plasmar un simbolismo que aún no se leer y le doy los cabezazos o “croques”, la tradición dice que así parte de la sabiduría pasa al peregrino.
Después asistimos a la Misa del Peregrino, como en otras ocasiones también tuvimos suerte, un grupo de peregrinos alemanes pagó una buena suma de dinero al cabildo catedralicio, por lo que hoy el Botafumeiro será puesto en marcha: “poderoso caballero es don dinero”, impresionante el movimiento pendular que atraviesa todo el cruceiro esparciendo el aroma de incienso.


Salimos de la Catedral y nos dirigimos hacia la Puerta Santa o Puerta del Perdón, que se halla en la zona trasera de la Catedral de Santiago, en la Plaza de la Quintana que está abarrotada de peregrinos y visitantes, la cola parece interminable y decidimos ir a comer algo por las callejuelas de la ciudad.
La Puerta del Perdón permanece siempre cerrada, y excepcionalmente, puede ser utilizada los Años Santos -aquellos en los que el 25 de julio es domingo-
Llegada la tarde decidimos formar parte de esa cola interminable para entrar en la catedral por la Puerta del Perdón. Por fin llegó el momento esperado, el objetivo de nuestro peregrinaje, la recompensa a nuestros cuarenta días de Camino, el último rito, abrazar al Santo Apóstol.
Tras pasar bajo la Puerta del Perdón subimos emocionados los doce peldaños que nos llevan hasta la santa imagen, nuestro objetivo se ha cumplido, fundirnos en abrazo con la imagen del Santo Apóstol Santiago, y nos encomendamos a ella.
A continuación, bajamos hasta la cripta en la que se encuentra el sepulbro del Apóstol.
Salimos ascendiendo al suelo firme cumpliendo así el ritual sagrado del buen peregrino.
“Rodear lo sagrado, ascender, unirse y ver desde arriba, bajar hasta la tumba y salir de nuevo al mundo”…

Nuestro Camino ha llegado a su fin, la peregrinación continuará toda la vida, paso a paso, siempre hacia Compostela (Campus estelae: el campo de estrellas).
El camino te convierte en camino, te fundes con la naturaleza, momentos en que te sientes aire, polvo, árbol o incluso hoja. Tu interior cambia, te cambia, el camino cobra el sentido con tus preguntas continuas, un interrogatorio personal que dura horas, días, semanas.
"No hay un camino hacia la paz: la paz es el camino"
Gandhi
Buen Camino
La historia de Santiago de Compostela se remonta a la prehistoria, la cultura castreña, la llegada de los romanos y, como punto de inflexión, el encuentro del enterramiento del Apóstol Santiago. A partir de ese momento la ciudad se conformará en torno al centro de poder representado por el arzobispo de Santiago y su representación física, la Catedral. El Camino de Santiago marcó desde entonces el devenir de la ciudad.
En el territorio que actualmente ocupa la Catedral de Santiago existía un poblado romano, que se tiende a identificar como la mansión romana de Aseconia y existió entre la segunda mitad del siglo I y el siglo V. El poblado desapareció, pero permaneció una necrópolis reutilizada como cantera que estuvo en uso quizás hasta la época del Reino Suevo de Galicia, llegando hasta el siglo VII.
El nacimiento de Santiago como se conoce ahora está ligado al descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago entre el 820 y el 835, la elevación del rango religioso de los restos, la Universidad y, en la actualidad, la capitalidad de Galicia.
La figura que se convirtió en patrón de España en el siglo XVII, opositando con otras tan señeras como Santa Teresa de Jesús o San Millán de la Cogolla, y que sigue siendo capaz de atraer desde hace más de dos milenios hacia una punta occidental de Europa a millares de peregrinos de todo el mundo por los caminos de la devoción, la curiosidad, la cultura, la búsqueda personal o cualquier otra razón, no sólo era el fruto de "pescador de hombres", como le pronosticara Jesús. Aunque su biografía sí se encuentra en el vértice de una religión naciente y luego masiva, o en el de un joven continente europeo que buscaba definir su identidad en caminos de divergencia-convergencia similares al despliegue-repliegue de los surcos de la venera o vieira del peregrino.
Según una tradición medieval, como aparece por primera vez en la Concordia de Antealtares (1077), el eremita Pelayo, alertado por luces nocturnas que se producían en el bosque de Libredón, avisó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, quien descubrió los restos de Santiago el Mayor y de dos de sus discípulos en el lugar en que posteriormente se levantaría Compostela, topónimo que podría venir de Campus Stellae (Campo de la Estrella), o más probablemente de Composita tella (tierras hermosas), eufemismo por cementerio. El descubrimiento propició que Alfonso II, necesitado de cohesión interna y apoyo externo para su reino, hiciera un peregrinaje —anunciado en el interior de su reino y en el exterior— a un nuevo lugar de peregrinación de la cristiandad en un momento en que la importancia de Roma había decaído y Jerusalén no era accesible al estar en poder de los musulmanes.
SANTUARIO MEDIEVAL
Poco a poco se fue desarrollando la ciudad. Primero se estableció una comunidad eclesiástica permanente al cuidado de los restos, formada por el obispo de Iria y los monjes de Antealtares, en la que espontáneamente se asentó un población heterogénea, aunque fundamentalmente estaba formada por emigrantes procedentes de las aldeas próximas y fue aumentando a medida que progresaba la peregrinación por razones religiosas por todo el Occidente peninsular, reforzada por el privilegio concedido por Ordoño II en 915 por el que se establecía que cualquiera que permaneciera cuarenta días sin ser reclamado como siervo pasaba a ser considerado como hombre libre con derecho a residir en Compostela.
El santuario fue adquiriendo relevancia política. De este modo allí fueron coronados monarcas del Reino de Galicia y del Reino de León como Sancho Ordóñez; Ordoño IV, Sancho I o Bermudo II. La ciudad fue creciendo y Sisenando II la fortificó en el año 969, conformando lo que se conoció como Locus Sancti Iacobi.
Dado el auge que estaba cobrando, la ciudad fue destruida por Almanzor el 10 de agosto del año 997, el cual sólo respetó el sepulcro del apóstol. Al volver los habitantes comenzó la reconstrucción y, a mediados del siglo XI, el obispo Cresconio dotó a la ciudad de un recinto de fosos y una nueva muralla, sobre el antiguo anillo de empalizadas para proteger los nuevos barrios que habían surgido alrededor del Locus.
El año 1075 el obispo Diego Peláez dio comienzo a la construcción de la catedral románica. El aumento del peregrinaje hace de Compostela un lugar de referencia religiosa en Europa, lo que aumenta su importancia, y la ciudad se ve recompensada también políticamente al alcanzar, en la época del arzobispo Diego Gelmírez, la categoría de metropolitana para la iglesia compostelana (1120).
Santiago era, además, centro de un gran señorío feudal gobernado por los obispos de Compostela, que iba desde el río Iso hasta el Atlántico. Desde Santiago se organizó la resistencia armada frente a las invasiones normandas, los cuales conocían al Reino de Galicia como Jakobsland (País de Santiago).
Un hecho importante, desde el punto de vista político, fue la coronación por Diego Gelmírez de Alfonso Raimúndez, el futuro Alfonso VII, en la catedral compostelana como rey de Galicia. Desde el punto de vista religioso, sin embargo, hay que resaltar la concesión del privilegio del Año Santo Jubilar Jacobeo mediante la bula Regis Aeterni del papa Alejandro III en 1181.
Desde el punto de vista social, cabe mencionar el prematuro levantamiento burgués contra Gelmírez y la reina Urraca en 1117.
En estos años se redactó el Códice Calixtino, un conjunto de textos reunidos en los años finales del arzobispado de Gelmírez y que se presentaba como de la autoría del papa Calixto II, fuente fundamental de la historia de la peregrinación a la tumba del apóstol.
Durante el arzobispado de Berenguel de Landoria Santiago estuvo levantada en armas desde el año 1318, un levantamiento encabezado por el noble Afonso Suárez de Deza. La solución al conflicto se produjo en el denominado día de la Ira, el 16 de septiembre de 1320 cuando en el Castillo de la Rocha Forte se asesinó a los líderes de la revuelta. Tras los acontecimientos, el 27 de septiembre se firmó la paz.
Entre los siglos XII y XIII se fue articulando la red de calles dentro del recinto amurallado. La llegada de la peste negra a la ciudad supuso una fuerte recesión demográfica, que empezó a remontar a partir de 1380. En el siglo XV tenía entre 4000 y 5000 habitantes.
PATRIMONIO HISTÓRICO DE LA CIUDAD
La Plaza del Obradoiro
Se ha dicho que Obradoiro significa "obra de oro". Sea cierto o no, brillante y precioso es el resultado. Esta plaza, de una belleza excepcional, es el corazón del museo que es la ciudad de Santiago. A la misma, en una sobrecogedora armonía, quizás por "el milagro de la lluvia que lo unifica todo" como dijera Torrente Ballester, dan monumentos de un muy variado estilo:
La Catedral
Su construcción se inició en la época de mayor esplendor de Santiago, en 1075. Comenzamos en la Capilla del Salvador, de influencia prerrománica destacada en su planta rectangular al exterior.
Su segunda etapa de construcción comienza tras el matrimonio de Doña Urraca con Raimundo de Borgoña, lo que imprimiría al templo una clara influencia del románico francés desembocando en un estilo propio; el románico compostelano. De esta época es la fachada del Obradoiro, aunque posteriormente, respetando su estructura románica se le añadieron los elementos barrocos decorativos que hoy se aprecian sobre todo en La Torre de las Campanas y la Torre de la Carraca.
Por la Puerta del Obradoiro se entra a la llamada "Catedral Vieja", que es en realidad la Cripta, iglesia románica con planta de cruz latina que introdujo en su construcción las primeras bóvedas de crucería que hasta entonces hubo en España.
El Pórtico de la Gloria constituye un conjunto escultórico románico tan excepcional que se le ha considerado "el más acabado monumento iconográfico medieval".
El Palacio de Gelmírez
Como contrapunto al claustro de la Catedral es uno de los más brillantes ejemplos del románico civil en España. Fue construido tras las revueltas que arruinaron el antiguo palacio arzobispal. Destacan sus bóvedas de crucería que cubren un amplísimo espacio sin más soporte central que el del Arco de Palacio. En ellas destaca la fantástica elaboración del granito en nervaduras y detalles, como es el cabello de las figuras, de un finísimo esculpido.
El Hospital Real
Erigido por los Reyes Católicos en 1492 para acoger peregrinos y enfermos, constituye una brillante combinación de estilo plateresco y renacentista. Hoy es sede del Parador de Turismo.
El Palacio de Rajoy
Este enorme y elegante edificio neoclásico frente a la Catedral, levantado en el s. XVIII para seminario de confesores, da aún mayor grandiosidad a la plaza. Actualmente alberga la Presidencia de la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento Compostelano.
El Colegio de San Jerónimo
Fundado por Alfonso III de Fonseca en el s. XV con portada románica, estilo que aun pervivía en Galicia en este siglo.
El Colegio de Fonseca
Fundado también por Alfonso III de Fonseca para estudios de Teología. La portada es renacentista con columnas jónicas, en la Sala de Grados hay un admirable artesonado mudéjar y su bellísimo patio combina de forma brillante diversos estilos artísticos. Este edificio aloja la Biblioteca de la Universidad y el valiosísimo manuscrito mozárabe de Fernando I, Libro de Horas, del s. XI.
La Plaza de las Platerías
Se llama así por los numerosos comercios de plateros que existen bajo las arcadas de la planta baja del Claustro de la Catedral. A ella dan:
La portada gótica de la Catedral, con una escalinata del s. XVIII. Es la única de las primitivas fachadas románicas del templo. Destacan las figuras arquitectónicas de esmeradísima elaboración como el Rey David en el centro del friso.
La Fuente de los Caballos, en su centro, obra de J. Pernas en 1825.
La Casa del Cabildo, fachada trazada por Fernández Sarela en 1758 para adornar la plaza, con su típico estilo de placas (barroco gallego).
La Casa de los Canónigos o la Conga, palacio porticado diseñado por Andrade en 1709, separando la plaza de las Platerías de la de Quintana.
La Plaza de la Quintana
Una gran escalinata divide la "Quintana de los Muertos", abajo, de la "Quintana de Vivos", arriba. A ella dan el Pórtico Real, donde se sitúa la popular "Berenguela" o Torre del Reloj, que aunque fue iniciada en el 1316 fue renovada en el s. XVII, constituyendo una excepcional torre barroca y la Puerta del Perdón que sólo se abre cuando la festividad del Apóstol cae en Año Santo.
El Monasterio de San Pelayo de Antealtares, con su severo muro de granito, contrasta con las anteriores. Es uno de los más antiguos monasterios de la ciudad, fue fundado en el s. XI por Alfonso II para custodiar la tumba del Apóstol cuando fue descubierta. Su inmensa fachada tal como actualmente la vemos se debe a los s. XVII y XVIII. Destaca el bello enrejado de sus ventanas, las portadas del s. XVII, su cúpula y el museo de Arte Sacro del monasterio, que exhibe entre sus piezas el ara marmórea del altar del Apóstol.
La barroca Casa de la Parra, con sus plantas trepadoras, adornos frutales, gárgolas y chimenea, constituye un bellísimo broche que cierra la plaza.
La Plaza de la Azabacheria
Debe este popular nombre al gremio de los azabacheros que tanta fama dieron a la artesanía compostelana. Aquí se halló la original puerta románica, llamada Puerta del Paraíso, principal entrada de los peregrinos, donde se desprendían de sus ropas a los pies de la "Cruz d'os Farrapos", que tomaría su nombre de los harapos que allí dejaran los peregrinos. Hoy ha sido sustituida por la fachada neoclásica de Ventura Rodríguez.
El Monasterio de San Martín Pinario, el más monumental de Santiago, procede del oratorio que en el año 912 el obispo Sisnado dedicó a San Martín. En 1102 el obispo Gelmírez consagró la iglesia, llegando a ser un gran centro religioso y su culto llegó a rivalizar con la Catedral. El edificio románico desapareció, al iniciarse en el s. XVI la construcción del actual convento. Su iglesia representa como ninguna el barroco compostelano, resaltando en su interior el Retablo Mayor de exuberante riqueza barroca.
Cercano al impresionante muro occidental del anterior se encuentra el Convento de San Francisco, que rememora la peregrinación de San Francisco de Asís a Compostela en 1213-1215. Según la leyenda San Francisco recibió una revelación divina por la que se le encargaba que erigiera un monasterio en "Val de Dios", terreno propiedad de San Martín Pinario. El citado monasterio cedió el terreno a cambio de la entrega anual de un cestillo de peces, (solemne ceremonia que perduró hasta fines del s. XVIII, en que los monjes de un monasterio solían entregar el citado tributo a los del otro monasterio). La financiación de tal proyecto debiera de hacerse con un tesoro que encontraría Cotolay en una fuente. Y así sucedió, Cotolay encontró el tesoro levantándose un edificio gótico del que hoy sólo quedan cinco arcos en el patio de la sala capitular. El convento actual y sus dos claustros son del s. XVII y la Iglesia del XVIII.
La Estatua de San Francisco frente a la Iglesia fue realizada en conmemoración al séptimo centenario franciscano en 1930. Actualmente el monasterio alberga un interesantísimo Museo de Tierra Santa.
POR LOS ALREDEDORES DE LA UNIVERSIDAD
Uno de los más bellos itinerarios de la ciudad es el que discurre por la Rúa del Villar y la Rúa Nueva, llenos de gente o con la poética atmósfera que da la lluvia en Santiago.
En la Rúa del Villar encontraremos bellísimas palacios como la barroca Casa del Deán, que nos lleva por esta sugestiva calle de soportales al Palacio de Monroy, renacentista y al Palacio de los Marqueses de Bendana, con su fachada neoclásica y portada barroca. Está rematada con un escudo y un atlas que sostiene el mundo, que según cuenta la leyenda, lo dejará caer cuando se cumplan una serie de acontecimientos (no se preocupen, pues es difícil que todo ello ocurra al mismo tiempo).
A sus espaldas, pasando por la más estrecha calle de Santiago; la de Entrerúas, llegamos a la Rúa Nueva, (no tan nueva, pues así se llama desde el s. XII), donde se alza la torre barroca de la Iglesia de Santa María Salomé, templo románico que conserva su portada del s. XII. Y desde allí llegaremos al Palacio de Ramirans, el de los Condes de Gimonde y la Casa de las Pomas, con sus pilastras de adornos frutales. A continuación, llegaremos al Teatro Principal y el Palacio de Mondragón de bellísima sobriedad neoclásica.
Como contrapunto están la Rúa de la Reina y la Rúa del Franco, que junto con la del Villar hasta la Puerta Faxeiras, componen un divertido conjunto con la mayor concentración de bares, locales, restaurantes y alojamientos de la ciudad. Este escenario ofrece lo más animado de esta viva y atractiva ciudad.