AMPOLLAS EN EL CAMINO



¡ ATENCIÓN AMPOLLAS !


Las ampollas y rozaduras en los pies suelen crear alarma entre los peregrinos. Su aparición puede convertir nuestro caminar en una auténtica tortura que minan la moral de cualquiera. Y no exagero. He visto peregrinos tremendamente desmotivados, y con la moral por los suelos por culpa de las ampollas.

Estas se producen por el constante rozamiento de la piel con los calcetines, y suelen aparecer habitualmente durante las primeras jornadas del Camino. Normalmente, se deben a calcetines inadecuados, o calzado nuevo. Para evitarlas tenemos que adquirir unos calcetines que eviten rozaduras y sobre todo no estrenar calzado en el Camino.

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Debemos tener una cosa clara,
los pies son el vehículo del peregrino,
si no los cuidamos seguramente
nos sacaran del Camino.
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El calzado para el Camino ha de ser fuerte pero flexible, y sobre todo darle un uso antes de comenzar el Camino.

Por muy buenas que sean unas botas, conviene comprarlas al menos un mes antes para ir acostumbrándolas al pie. De este modo, el pie se adapta a la bota y la bota se adapta al pie. Lo que no es recomendable es comprarlas esta tarde y mañana comenzar el Camino, porque es seguro que aparezcan roces y ampollas hasta que nuestros pies se adapten al calzado.

Como medida de precaución, suelo llevar conmigo unas sandalias de tracking, así, si las botas me causan algún daño o hace excesivo calor, mis pies agradecen la “libertad” de las sandalias que, si son de calidad, garantizan una suela adherente y un ajuste perfecto.


¿Cómo prevenir las ampollas?

No hay nada mejor que untarse los pies con vaselina antes de comenzar la caminata para que los pies se adhieran perfectamente al calcetín y no cause rozaduras. Ayuda a evitar roces, especialmente los días lluviosos, que son los más peligrosos.

Los calcetines deben adaptarse a la perfección al pie. Es importante que el tejido sea natural y permita la transpiración, ya que el exceso de calor en los pies es también la causa de la aparición de ampollas. En las tiendas de deporte venden unos calcetines antiampollas que van muy bien, sin costuras y que se adaptan de maravilla al pie.

Además, a la hora de colocarlo antes de comenzar la etapa es importante que se ajuste al pie y sus contornos, evitando que se creen arrugas que pueden ser el desencadenante de una ampolla al representar un punto de fricción del pie.

También es importante mantener una correcta hidratación de los pies. Un pie en perfectas condiciones apenas experimentará rozaduras, aunque existen una serie de trucos para evitar la fricción de los pies con las botas o zapatillas, se trata de poner vaselina en las partes en las que el roce es mayor, como puede ser la zona de los talones y los dedos, Es importante que de esta manera protejamos los pies y evitemos la aparición de las temidas ampollas.


¿Y si aparecen, cómo podemos combatirlas?

Si a pesar de todo empieza a rozar alguna zona, aún se puede evitar las ampollas

Si cuando caminamos tenemos alguna molestia en los pies, nos paramos, si alguna zona de roce empieza a está roja y escuece al rozarla, o incluso hay una pequeña ampolla, se puede cubrir con un trozo de esparadrapo (sin que haga pliegues) y seguir andando como si nada... con los días esa zona se irá haciendo dureza y no habrá riesgo de ampolla.
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"Cada maestrillo tiene su librillo"
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Pero la experiencia como peregrino me ha enseñado que una buena solución, nada agresiva, es poner los pies a remojo en agua tibia con un buen puñado de sal y un potente chorro de vinagre. Ayudan a desinfectar y cicatrizar las ampollas, además de servir de relajación para los pies, cansados tras la etapa diaria.

Quizás la solución más extendida entre peregrinos y que sirve para reducir el tiempo que tarda en desaparecer la ampolla, consiste en una vez finalizada la etapa y ya en el albergue, lavamos la zona y atravesamos la ampolla con una aguja desinfectada con hilo, drenamos completamente el líquido interior y acto seguido la secamos con alcohol y aplicamos abundante Betadine. A continuación, se corta el hilo dejando unos milímetros y se deja secar sin cubrir. Lo aconsejable es que durante la tarde dejemos al descubierto los pies

A la mañana siguiente, y antes de empezar la etapa, protegemos bien la ampolla para evitar rozaduras. Es muy importante que no arranquemos la piel muerta de la ampolla, esta nos protege de infecciones.

También es imprescindible hacer las curas cada día, tras el periodo de unos días la ampolla acabará y el hilo caerá por sí solo.

Buen Camino

La concha peregrina



LA CONCHA PEREGRINA
Una mano abierta al mundo


El aspecto del peregrino ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, desde la larga capucha, con una bolsa de piel sin ataduras, sandalias, bordón y calabaza, a atuendos deportivos donde los materiales sintéticos son los predominantes. La peregrinación a Santiago de Compostela ha cambiado mucho desde entonces, algunos defienden que ha progresado, otros que ha sucumbido a las exigencias de una sociedad cada vez más alejada de los valores cristianos y sus tradiciones.

Sea cual sea el sentido que se le quiera dar a la evolución de la Peregrinación a Santiago de Compostela, esta sin lugar a duda está más viva que nunca, los caminos son frecuentados por cientos de miles de almas peregrinas cada año.

Naturalmente la motivación que empuja a muchas personas al Camino de Santiago no es únicamente religiosos o espirituales, las hay de todo tipo, deportivos, culturales, una forma de descubrimiento interior o simple y llanamente, por turismo, pero en el fondo pienso que todas ellas cumplen un mismo objetivo, LA BÚSQUEDA de la FELICIDAD.

Pero todo esto no es nuevo, no es algo surgido de una tendencia, de una "moda", en la Edad Media también era muy recorrido, como ahora no todos lo hacían motivados por sus sentimientos piadosos y amor hacia Dios, también por otros motivos. La mayoría hacían el camino por una promesa en un momento de desesperación o enfermedad, muchos otros al igual que ahora con la esperanza de superar una vida que no les gustaba. Tampoco faltaban los que saltaban al Camino para huir de algo, o aquellos aventureros ansiosos por conocer nuevas gentes y lejanos horizontes. Otros, los peores sin embargo no iban motu proprio, sino obligados. Si, obligados por una pena o castigo judicial.
 



En la actualidad, todos utilizamos la concha de vieira en nuestro camino, la colgamos de nuestras mochilas desde el primer día, pero en la antigüedad no fue así. En aquel entonces la concha era tan solo portada por aquellos peregrinos que ya habían finalizado su peregrinación a Santiago de Compostela y que ya estaban de regreso a su lugar de procedencia.

Esta recibía el nombre de “Pecten Maximus” y simboliza la generosidad, una virtud que desde el momento en que había alcanzado el final del Camino, debería acompañarle el resto de sus días. En la concha de venera (vieira), se quiere ver una mano abierta, que simboliza la generosidad. Esta virtud también se alcanza hoy en día, ya que quién ha vivido la experiencia de ser peregrino a Santiago de Compostela nunca vuelve a ser el mismo, el CAMINO les cambió para siempre.

En aquel entonces fue tal la relevancia de esta concha en la peregrinación que hasta el mismo molusco terminó llamándose "vieira" por el razonable parecido entre la palabra venera y “vieiro” que significa camino en gallego.

Hay que remontarse hasta el «Códice Calixtino» la primera "guía" para peregrinos, donde se registra el significado de las conchas de vieira y por qué los peregrinos las llevaban en sus capas para mayor gloria del apóstol.


"Por lo mismo que los peregrinos que vienen de Jerusalén traen las palmas, así los que regresan del santuario de Santiago traen las conchas.

Pues bien, la palma significa el triunfo, la concha significa las obras buenas. Pues hay unos mariscos en el mar próximo a Santiago, a los que el vulgo llama vieiras, que tienen dos corazas, una por cada lado, entre las cuales, como entre dos tejuelas, se oculta un molusco parecido a una ostra. Tales conchas están labradas como los dedos de la mano y las llaman los provenzales nidulas y los franceses crusillas, y al regresar los peregrinos del santuario de Santiago las prenden en las capas para gloria del Apóstol, y en recuerdo de él y señal de tan largo viaje, las traen a su morada con gran regocijo. La especie de corazas con que el marisco se defiende, significan los dos preceptos de la caridad, con que quien debidamente los lleva debe defenderse, esto es: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.

Se cuenta que siempre que la melodía de la caracola de Santiago, que suelen llevar consigo los peregrinos, resuena en los oídos de las gentes, se aumenta en ellas la devoción de la fe, se rechazan lejos todas las insidias del enemigo; el fragor de las granizadas, la agitación de las borrascas, el ímpetu de las tempestades se suaviza en truenos de fiesta; los soplos de los vientos se contienen saludable y moderadamente; las fuerzas del aire se abaten."

Moralejo, S., C. Torres, y J. Feo. Liber Sancti Jacobi; Codex Calixtinus. Santiago de Compostela, 1951. Pp. 205-206 and???


Buen Camino