CAMINO LIMPIO, CORAZÓN LIMPIO
La materia orgánica puede tardar entre 9 y 12 meses en desaparecer. Quizá, si vuelves un año después, ahí siga lo que dejaste atrás.
Más grave aún son los residuos que no desaparecen: plásticos, vidrios, latas, envoltorios… objetos que hieren la belleza del Camino y dañan la naturaleza.
¿Qué podemos hacer?
Solo necesitas llevar una pequeña bolsa y proponerte un gesto diario:
recoger tres objetos del Camino.
No cuentan los tuyos.
Al final de la jornada, deposítalos en el contenedor adecuado.
Quizá pienses: ¿solo tres? Yo podría con más.
Claro que sí. Pero lo importante no es la cantidad puntual, sino el hábito.
El gesto constante.
Multiplica esos tres objetos por los días de tu Camino…
El resultado te sorprenderá.
Y lo mejor: tu ejemplo inspirará a otros peregrinos.
De un pequeño gesto puede nacer una corriente de respeto que mantenga limpio este sendero que es de todos.
Que ningún desecho manche la belleza del Camino. Que cada paso sea respeto.
¿Cuentas con nosotros para cuidar este regalo?
Cuidar el Camino es también cuidar tu propio corazón.
Así como recoges con cariño los desechos que otros dejaron atrás, recoge también las cargas, resentimientos y sombras que pesan en tu interior, y entrégaselas a Dios en cada paso.
El Camino será más limpio, y tu alma también más ligera.
