Vía de la Plata / Etapa 17 - Calzada de Béjar > Fuenterroble de Salvatierra



Información actualizada: 15 de junio de 2025





      La etapa de hoy nos conduce de La Calzada de Béjar a Fuenterroble de Salvatierra. Entre antiguos miliarios, bosques y riachuelos, los 20,5 km nos ofrecen un espacio de introspección, donde el caminar se convierte en meditación y cada paso nos acerca al espíritu del Camino.



      Partimos de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y recorremos la Calle Vía de la Plata, donde los soportales y balcones se visten de flores en primavera, ofreciendo una estampa entrañable al peregrino que inicia su jornada. Al final de la calle encontramos la Fuente del Peregrino, recuerdo de tantos caminantes que antes que nosotros saciaron aquí su sed.



      Abandonamos el pueblo por una carretera local y, tras unos 200 metros, enlazamos de frente con una pista de tierra. Poco después, en el kilómetro 1,3 de la etapa, cruzamos la carretera de Béjar a Ciudad Rodrigo. A partir de aquí, se abre un largo tramo llano, flanqueado por campos dedicados a la ganadería. En este paisaje sereno nos saldrán al paso algunos miliarios romanos, testigos milenarios de la antigua calzada. Entre ellos destaca el número CXLII, que tras haber sido trasladado como adorno al Ministerio de Obras Públicas, regresó felizmente a su emplazamiento original junto al río Sangusín.



      Cruzamos el río por una pasarela (km 6,3) y, tras unos 200 metros, llegamos de nuevo al asfalto. El tramo es breve: apenas 200 metros antes de girar a la izquierda para retomar la tierra (km 6,8). Este camino nos conducirá hacia Valverde de Valdelacasa, en cuyo término se cree que se encontraba la antigua mansio romana Ad Lippos, punto de descanso en la Vía de la Plata para legionarios y viajeros. Hoy, siglos después, los peregrinos siguen el mismo itinerario, manteniendo viva la memoria de aquel camino imperial que se convirtió en senda espiritual.



      Estos vestigios nos recuerdan que caminamos por un sendero milenario, compartiendo la misma ruta que viajeros y soldados romanos, mercaderes y peregrinos de siglos pasados. El paso sereno por estas dehesas, acompañado del silencio y la vida tranquila del campo, invita a mirar dentro de uno mismo y a descubrir en lo sencillo la voz callada de Dios.



      Según el Itinerario de Antonino, la mansio Ad Lippos se situaría en la milla 144, una más adelante del miliario 143 de Prado Fusillo. El investigador Roldán, basándose en el análisis de fotografías aéreas, localizó en la parte occidental de Valverde de Valdelacasa los restos de un gran edificio rectangular de 120 por 50 metros, que podría corresponder a esta antigua estación de postas romana.

El camino señalizado nos conduce hasta el núcleo urbano de este pequeño pueblo salmantino, hoy con pocos habitantes, pero que conserva intacto el encanto de la tradición. Apenas entramos en sus calles nos recibe la Iglesia Parroquial de Santiago Matamoros, del siglo XVI (km 8,6 de la etapa). Destaca su campanario en forma de espadaña, en cuya base pueden apreciarse curiosos símbolos labrados en la piedra. Muy cerca, en la calle Fragua, se conservan los restos de un antiguo hospital de peregrinos del siglo XVI, hoy utilizado como pajar, que recuerda la importancia del Camino en la vida de la localidad.



      En nuestro breve recorrido por Valverde descubrimos también varias esculturas jacobeas que embellecen el entorno. El pueblo cuenta con un albergue municipal para peregrinos, cuya llave se solicita en el Ayuntamiento, edificio que además alberga el bar local, situado al final de la calle principal.

Quien decida concluir aquí su jornada encontrará aún más motivos para detenerse. En los alrededores pueden visitarse rincones llenos de historia: a unos 500 metros al norte, en el paraje de La Sargá, se conserva una tumba excavada en la roca, posiblemente altomedieval o visigoda, junto a una fuente de aguas sulfurosas. También quedan vestigios romanos, como una fuente junto a la antigua calzada, y otras de épocas posteriores, entre ellas la llamada Fuente del Cura, del siglo XV o XVI, situada junto al primer miliario de la carretera.



      Valverde de Valdelacasa, pese a su tamaño reducido, guarda entre sus calles y fuentes una memoria viva del paso de siglos y de caminantes. El peregrino que se adentra en él no solo encuentra descanso, sino también la sensación de estar caminando por un lugar donde la historia y la fe han dejado huellas imborrables. Y en ese silencio humilde de los pueblos pequeños, se abre un espacio para la introspección: escuchar la voz de la naturaleza, el rumor del agua en sus fuentes, y el susurro de Dios que acompaña al caminante en lo sencillo y lo cotidiano.



      Tras recorrer Valverde de Valdelacasa, el rastro de la calzada romana se pierde hasta Fuenterroble de Salvatierra, por lo que el trazado seguro del camino antiguo se desconoce. En la actualidad, los peregrinos deberán seguir un único camino transitable: la carretera local, de poco tráfico, que nos permitirá avanzar con seguridad.

En unos tres kilómetros de suave ascenso, dejando atrás la mansio Ad Lippos y las fuentes del pueblo, alcanzamos la siguiente localidad: Valdelacasa, situada a 950 metros de altitud, donde se respira ya el aire fresco de la sierra y se aprecia cómo la Vía de la Plata continúa su silencioso relato entre montes y dehesas.





      La señalización del Camino evita entrar en el núcleo urbano, pero merece la pena dedicar un breve desvío para conocerlo. Su iglesia, llamada del Dulce Nombre de María, fue ampliada y reestructurada entre los siglos XVI y XVII, completándose sus bóvedas en ese período. La construcción data de finales del siglo XVII, concretamente de 1699, según reza uno de los arcos del recinto. La reciente restauración ha recuperado su esplendor original. En su interior destaca el techo de madera, único en la comarca, y la sacristía con una reja que protege el archivo y el joyero parroquial, obra de Matías López. Entre los tesoros que guarda se encuentran un grupo escultórico de la Virgen, Santa Ana y el Niño (siglo XIV) y un sarcófago del siglo XV.



      La pequeña ermita de San Antonio, del siglo XVIII, conserva elementos arquitectónicos de los siglos XVI y XVII. La tradición cuenta que los peregrinos que llegaban por la Vía de la Plata se postraban ante la imagen del santo, pidiendo protección para continuar su camino hacia el norte.

Desde la ermita de San Antonio, en el km 12,3 de la etapa, tomamos la primera bocacalle a la izquierda hasta alcanzar la carretera de Guijuelo (SA-214). No la seguimos, sino que la cruzamos para tomar otra carretera local. Por ella caminaremos unos dos kilómetros hasta que las señales nos guían a un camino de tierra que nace a la izquierda, km 14,2 de la etapa.




      Los siguientes cuatro kilómetros nos depararán más sorpresas, como el miliario del Prado Fusillo, CXLVIII, repuesto en el espacio conocido como el “Bosque del Peregrino” (km 17,4 de la etapa). Allí, entre robles y encinas, podemos permitirnos un instante de silencio para escuchar la voz de la naturaleza y reflexionar sobre el propio camino interior. Cada miliario nos recuerda los pasos de los antiguos peregrinos y nos invita a la introspección, a avanzar con respeto y gratitud.

Finalmente, el camino nos devuelve a la carretera en el km 19,2, que desciende suavemente hasta nuestro destino de hoy, Fuenterroble de Salvatierra.







      Entramos en Fuenterroble de Salvatierra por la calle Larga, que cruza todo el pueblo y nos conduce hasta el albergue parroquial de Santa María, que nos recibe bajo una gran cruz blanca (km 20,5 - Final de la etapa).

Este albergue es un ejemplo de hospitalidad cristiana y tradicional, atendido por hospitaleros voluntarios, con el padre Don Blas como alma del lugar, todo corazón y generosidad, gran impulsor del Camino de la Plata.





      Los orígenes de Fuenterroble se remontan a la repoblación llevada a cabo por el rey de León Alfonso IX a principios del siglo XIII, cuando quedó incluido en el Alfoz de Salvatierra, dentro del Reino de León. Situado en la provincia de Salamanca, el pueblo está rodeado de campos de cereales y de la típica dehesa salmantina. Estratégicamente ubicado en el corredor del oeste peninsular, forma parte de la famosa Iter ab Emerita Asturicam, la Ruta romana que unía Mérida con Astorga. De origen arriero, su arquitectura tradicional conserva un claro carácter agropecuario, construida con materiales pizarrosos locales, diferenciándose de la piedra y granito vistos en otras localidades del Camino.



      Una vuelta por el casco urbano permite descubrir las cuatro fuentes de estilo romano, el antiguo pilón que servía para el ganado y las pozas donde antaño se lavaba la ropa. También es posible contemplar el pequeño puente conocido como Puente de los Dos Ojos o Puente Romano. El pueblo dispone además de varios negocios para atender las necesidades del peregrino.


Iglesia de Santa María la Blanca

      La iglesia, dedicada al patrón San Miguel Arcángel, es una construcción románica con fuertes influencias góticas del siglo XV. Destaca su retablo, obra de José Benito de Churriguera, y las grandes tallas de madera de los apóstoles, realizadas por un vecino de Beleña, que cada año participan en la peregrinación conocida como Vía Lucis, transportadas sobre carros y tractores entre pueblos cercanos. En el exterior, merece atención especial la alta y sólida torre restaurada y la Puerta del Perdón, un elemento de las iglesias del Camino de Santiago destinado a peregrinos impedidos de completar su viaje; en la parte superior se observa la imagen de Santiago. Junto a la iglesia se encuentra el parque temático Vía de la Plata, con una reconstrucción de un tramo de calzada romana que permite contemplar las diferentes capas de estas históricas vías.




Ermita del Santo Cristo del Socorro

      Situada en el centro del pueblo y datada a principios del siglo XVIII, destaca por la curiosa fiesta que se celebra cada Lunes de Pascua, conocida como la "fiesta de los huevos de Cristo". Los vecinos donan docenas de huevos que, tras ser bendecidos, se venden para recaudar fondos, rememorando la ofrenda de una vecina que, en tiempos de escasez, pidió al Cristo la salud de su hijo y, tras su recuperación, entregó lo más valioso que tenía.


Albergue parroquial de Santa María la Blanca

      Este albergue es un ejemplo de hospitalidad en el Camino. Dispone de espacios de descanso y convivencia para peregrinos. La acogida de las gentes de Salvatierra, y especialmente del padre Don Blas, convierte este albergue en uno de los más emblemáticos del Camino Jacobeo. 

Un Salmo que refleja la esencia de este lugar de refugio y descanso: “Busca la paz y camina tras ella”.


      Al llegar a Fuenterroble de Salvatierra, tras recorrer caminos antiguos y cruzar ríos y puentes, el peregrino puede permitirse una pausa. Aquí se respira la historia viva: desde la calzada romana hasta las fuentes y ermitas que nos recuerdan siglos de fe y tradición. Es un momento para agradecer la fuerza de nuestros pasos y la oportunidad de estar presentes, dejando que la calma del entorno nos enseñe a escuchar.



      En este tramo, el silencio se convierte en guía. Escuchar el viento, el canto de los pájaros y el rumor del agua nos conecta con lo esencial. Tal como nos recuerda el Salmo grabado a la entrada del albergue parroquial:

“He dado órdenes a mis ángeles para que te guarden en el Camino”

Una invitación a caminar con cuidado, con paz, y con el corazón abierto, atentos a la naturaleza, a la historia y a lo divino que se revela en los pequeños detalles del Camino.


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Próxima población con alojamiento:


PEDROSILLO DE LOS ARIES
>>> 17,8 km <<<

SAN PEDRO DE ROZADOS
(Alternativa por Pico de Dueña)
>>> 28 km <<<

MORILLE
(por Pedrosillo de los Aires)
>>> 29,4 km <<<
(por San Pedro de Rozados)
>>> 32 km <<<

SALAMANCA
(por Pedrosillo de los Aires)
>>> 48,5 km <<<
(por San Pedro de Rozados)
>>> 51,1 km <<<

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Buen Camino