Vía de la Plata / Etapa 18 - Fuenterroble de Salvatierra > San Pedro de Rozados



Como siempre la mochila lista desde el día anterior, así evitamos despertar a los compañeros que necesiten descansar un poco más. Después del desayuno, nos atamos bien los cordones de nuestras botas, nos echamos la mochila a la espalda y comenzamos a caminar, hoy nos espera un nuevo horizonte, uno que alcanzaremos con sacrificio y entrega.


Entre Fuenterroble y San Pedro de Rozados no hay poblaciones intermedias, tampoco encontraremos fuentes de agua, así que conviene aprovisionarse bien antes de comenzar la jornada, algo de alimento para recuperar energía y sobre todo agua, lo aconsejable es llevar al menos 2 ó 3 litros de agua.

Quién no pueda o quiera caminar los casi 30 km tiene la opción de tomar una variante algo más corta hasta Pedrosillo de los Aires, a 18 km. La población cuenta con albergue, bar y tienda. Para tomar esta alternativa tendrán que tomar el desvío antes de subir al Pico de la Dueña, está bien indicado.

El tramo más exigente de la etapa de hoy es alcanzar la cruz de Santiago en el Pico de la Dueña, con una altitud de 1.147 m, el punto más alto de la Vía de la Plata.

Hay que mencionar que en el Inventario de la provincia de Salamanca, dentro del término municipal de Casafranca, está registrado un asentamiento fortificado de época romana, ubicado en el cerro de Monreal, desde el cual se visualiza un extenso territorio atravesado de sur a norte por la calzada, que  discurre a unos 2 kilómetros al este del mismo. La función de este asentamiento, al igual que la del fortín de La Calzada de Béjar, sería la de vigilar y controlar el paso de la Vía de la Plata.

Después de Fuenterroble el antiguo camino romano discurre a la par que la Cañada Real por una zona llana y abierta. Un hermoso camino de pista ancha pista rodeada de dehesas. Nuestra vista siempre puesta en el horizonte, poco a poco nos acercará a la Sierra de Herreros o de La Dueña, donde ascenderemos no con poca dificultad hasta el Pico de la Dueña.


Comenzamos a dar nuestros primeros pasos para salir de la localidad por la calle Conejal, nos lleva a la carretera DSA 230 y esta a la carretera SA-212. Tras unos 1.300 metros dejamos el asfalto por una amplia y cómoda cañada que nace a la derecha de la carretera (Km 1,6 de la etapa).

Un tramo muy agradable y cómodo, en nuestro horizonte la Sierra de Frades. Caminaremos por una cañada ancha, la delimita unas vallas a ambos lados del camino. Tras un kilómetro llegamos a un cruce de camino con una gran cruz de madera (km 3 de la etapa). Pronto llegamos a los primeros miliarios de la jornada, a nuestro paso saldrán un buen número durante la jornada. 



La Asociación ACASAN -Amigos del Camino de Santiago- llevó a cabo la recolocación en la calzada a mediados de los años noventa de dos fragmentos miliarios que estaban tirados en una escombrera de Fuenterroble de Salvatierra.


Cercas de alambre delimitan la anchura de un cordel sin apenas arbolado. Transcurridos unos 6 km de etapa llegamos hasta un tramo delimitado de calzada romana bien visible. El camino romano mantiene en la mayor parte del tramo una alineación bastante recta y suavemente elevando sobre el terreno circundante, formando un lomo tan característico como identificativo. Una pequeña parte de este trazado lo hace en terraplén, elevado sobre el terreno que lo rodea, (visible sobre todo en la milla 154) alcanzando altura de más de un metro. Esto ha provocado un proceso de erosión que en algunas zonas ha puesto al descubierto su estructura, como los bordillos laterales, visibles en alguno de los tramos. Trabajos recientes han permitido recuperar y hacer visibles algunos tramos de la calzada original.

Miliario en la milla 154 
En la milla 154 se han recolocado tres fragmentos de columna miliaria que se encontraban reutilizados en el puente de Palacios de Salvatierra, integrado en un solo ejemplar de 2,70 m de altura.

Unos trescientos metros más adelante alcanzamos el arroyo de Navalcuervo, habitualmente sin agua, en caso de llevarla hay un bloque de piedra que nos ayudará a superarlo.




A partir de aquí, comenzamos a subir, entramos en una zona más frondosa de encinar donde se alza una cruz de madera y una zona de descanso. Tras el tramo boscoso llegamos a un nudo de caminos, hay que estar atento a las flechas que nos llevan al norte. Superamos otra cancela (km 8,7 de la etapa) continuamos ascendiendo por un camino algo desdibujado y en ascenso, nos saldrán varios cruces de caminos, atentos a las flechas amarillas.





Tras un cruce comienza una pista con buen piso, la abandonaremos pronto nos desviamos a la izquierda por un sendero, tras 500 m llegamos a un paso canadiense (km 11,3 de la etapa). En este punto tenemos que decidir si tomar el camino por Pedrosillo de los Aires o continuar hasta San Pedro de Rozados superando antes el Pico de la Dueña.


El camino por Pedrosillo de los Aires es menos transitado por los peregrinos a pesar de ser el menos exigente y más fiel con el trazado de la antigua calzada romana. Si estás muy cansado quizás sea esta la mejor opción. A partir de Pedrosillo continúa por Monterrubio de la Sierra y conecta con el camino oficial en Morille. Una alternativa algo más corta, unos 2 Kilómetros, también menos exigente pero mucho menos atractiva y con bastantes kilómetros sobre asfalto.


Nosotros tomamos el trazado más atractivo que nos llevará hasta San Pedro de Rozados. Soy de la opinión que hacer esta larga travesía exige esfuerzo, uno que tendrá su premio, y este no es otro que llenarse el alma de momentos mágicos y tan espectaculares como subir hasta la cruz del Pico de la Dueña . 

La ascensión al Pico Dueña es el tramo más exigente de la jornada, la cota más alta desde que partimos de Sevilla, 1.165 metros.
Comenzamos el ascenso con una cuesta algo empinada, no es pista sino un sendero definido por el paso continuo de peregrinos, en ocasiones inapreciable. Estamos rodeados de un bello paraje con una presencia abundante de vegetación. Tras unos 2 km desde el comienzo del ascenso llegamos hasta los aerogeneradores, los tendremos siempre a la izquierda. Seguimos en ascenso unos 2,5 km más hasta que a nuestra izquierda aparece el Pico de la Dueña, lo corona la cruz de Santiago sobre un mástil de madera (km 15 de la etapa).






Peregrino, cuando tu camino te lleve hasta el Pico de la Dueña, no dudes en subir hasta la Cruz de Santiago que corona el alto. A sus pies, encontrarás la compañía de un peregrino, el guardián de su cruz y protector de peregrinos.

Un 27 de septiembre de 1997, la Cruz de Santiago fue llevada desde Fuenterroble de Salvatierra sobre el eje de un carro tirado con sogas durante unos 16 km, su destino, la cumbre del Pico de La Dueña (1.170 m sobre el nivel del mar).

Más de 200 personas se unieron y colaboraron para lograr esta memorable hazaña, muchas venidas desde todos los puntos de la península y también desde lugares tan lejanos como Alemania, Inglaterra, Francia y Portugal. 

Ese día, recién estrenado el otoño, la niebla, la lluvia y un enorme peso de carga planteaban una difícil y dura empresa. Subir la cruz hasta lo alto del Pico de La Dueña entrañaba una enorme dificultad debido a sus 750 kg de peso entre el mástil y la cruz. Para ello se necesitaba reunir el esfuerzo de todos y salir victoriosos de cualquier adversidad. La dificultad del terreno, sobre todo en su tramo de ascenso, se convirtió en toda una heroicidad, pero no hay nada que con esfuerzo y constancia no se pueda alcanzar. Todos empujaban y tiraban de las sogas a una, poco a poco, metro a metro... hasta conseguir que la Cruz de Santiago lograse coronar el alto del Pico de la Dueña.

Gracias a esta memorable hazaña en la que todos sumaron sus ilusiones y esfuerzos, la cruz de Santiago se alza hoy majestuosa bajo el cielo de Castilla. Así, las alturas de este roquedal "de la Dueña", ofrecen al peregrino un bello y amplio paisaje; convirtiéndose en un lugar mágico y espiritual; uno de los hito más relevantes y queridos de este trascendental Camino de la Plata.

La Cruz de Santiago es obra de un artista de la forja y peregrino, Salvador Castellano Veloso (Zafra -Prov. Badajoz). Cruz de forja de 1´5 m.

El mástil, de madera y de 11 m aprox. fue diseño por el artista y diseñador salmantino Vicente Sánchez Pablos (que nos dejó tristemente en 2015). Fue Socio de honor de Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio y muchos años presidente de ACASAN (Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Fuenterroble de Salvatierra).

El peregrino, obra de Diego M. Muñoz Hidalgo, escritor, historiador, artista y fundador de los Amigos de la Vía de la Plata.

El peregrino del Pico de la Dueña

El día anterior a la celebración del Día de Santiago de 2014, Diego M. Muñoz Hidalgo, subió hasta el Pico de La Dueña, con brocha y pintura negra y pintó el peregrino, su lienzo, una gran roca de granito de más de 2 metros de altura y cortada por la mitad.

Este dibujo es también el logotipo de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago-Vía de la Plata de Fuenterroble de Salvatierra (ACASAN), que dirige el infatigable Padre Blas Rodríguez.

Un 2 de agosto de 1994, Diego caminaba junto a su tío carnal Salvador Castellano Veloso, autor de la cruz de Santiago (ambos de Zafra -Prov. Badajoz). Entre ellos surgió la idea de elegir este emplazamiento del "Pico de La Dueña" como el lugar donde crear hitos en este Camino de peregrinación recién recuperado tras siglos de olvido. 

Seguimos con la tradición y subimos hasta la cruz. Haber llegado hasta aquí no es cualquier cosa, ya llevamos 18 días de Camino, disfrutar de estas hermosas vistas es todo un privilegio, un premio merecido a tanto esfuerzo y fatiga, estamos en la cota más elevada de la Vía de la Plata, 1.165 metros.




El descenso es algo brusco, tiene algunas rampas muy pronunciadas, pero por suerte no es demasiado largo. Ya abajo, llegamos hasta una carretera local (km 16 de la etapa). Continuamos por ella, no suele haber tráfico pero hay que ir atentos, pasaremos junto a la dehesa La Dueña, donde se crían toros de lidia. No en vano estamos en el campo charro, comarca salmantina famosa por sus ganaderías.



Tras algo más de 800 metros tendremos la ocasión de cambiar el asfalto por un sendero a nuestra izquierda, caminaremos por él y paralelos a la carretera unos 4 km. Volveremos a ella sin remedio para cruzar el puente sobre el arroyo Mendigos. Doscientos metros más adelante se encuentra la finca Calzadilla de Mendigos, cuna de la ganadería brava Montalvo. Lugar con encanto, que invita al descanso y donde el miliario de la milla 164 nos recuerda donde estamos (Km 21,3 de la etapa).




Continuamos por el asfalto de una carretera sin arcén, sin sombra, lo positivo es que apenas veremos vehículos. Pronto tenemos la posibilidad de tomar un sendero paralelo a la carretera. Este es un tramo algo monótono que va en ascenso y que pondrá a prueba nuestra paciencia. Saldrán a nuestro paso la presencia de varios viejos miliarios. Tras unos tres kilómetros con algunas subidas llegamos a una zona en descenso, a partir de un miliario incompleto junto a una encina (km 24,3 de la etapa) continuamos por un camino sin sombra alguna, la carretera continúa como referencia a nuestra derecha. Tras kilómetro y medio nos desviarnos a la izquierda por un camino que sube a una loma, una vez arriba el camino desciende ya con la presencia de San Pedro de Rozados abajo. Entramos en la pequeña localidad por asfalto, después de un parque infantil tomamos la calle Rodera donde nos encontramos con uno de los alojamientos de la población, se trata de el Hotel Rural VII Carreras, también el único lugar de comidas de la localidad. Al final de la calle giramos a la izquierda por la Av. Comuneros hasta la iglesia Parroquial de Santa María de los Rozados, nuestro final de jornada de hoy (Km 28,2).





Próximo a la capital salmantina se encuentra este pequeño y pintoresco pueblo de casas blanqueadas que se aprietan unas con otras como si quisieran protegerse de los extremos climatológicos de la tierra.
Lo más interesante es un pequeño campanario de cierto valor artístico, que ha sido restaurado con gran acierto.
La legendaria Iglesia de San Pedro del siglo XVII construida en piedra, y dedicada a San Pedro con su gran portón de madera y su campanario todavía hoy funcionando de forma manual, junto con una bonita espadaña de cuatro cuerpos.


La fundación de esta pequeña población salmantina se remonta a la repoblación efectuada por los reyes de León en la Edad Media. En aquella época los reyes de León decidieron hacer la repoblación de estas tierras, donde se ubica el pueblo y la iglesia, que data de 1647.

Sus campos de encinas y ganado conviven en un hábitat único que durante muchos años se ha caracterizado por el latifundio. Muchos de los hierros de mayor prestigio en la ganadería brava tienen su lugar en este municipio

Durante años la prosperidad vino de la mano de las minas de estaño y ,sobre todo, de scheelita. Minas en galerías y a cielo abierto. San Pedro llegó a tener mas de mil habitantes, tres salones de baile, bares, tiendas, etc. Era un pequeño Centro comarcal de servicios para los pueblos de su entorno.
Hasta que el precio del mineral bajó y las minas dejaron de ser rentables. Se cerraron dejando a muchas personas con silicosis y sin oficio al que recurrir, un paisaje lunar y una despoblación galopante.
Hoy, los enormes calveros se han llenado de agua y se han convertido en lagunas donde cientos de aves descansan en su obligado peregrinaje estacional. Un paraíso para los ornitólogos.

En la localidad hay 2 Albergues y un Hotel Rural que ofrecen al peregrino el deseado descanso. De hecho, lo de Rozados dicen que viene de “ rozaduras “, de esos pies lastimados de los peregrinos por los muchos kilómetros de andadura. 
Salamanca está ya a tan solo 22 km. Ya queda poco

La iglesia de San Pedro
Iglesia que data del siglo XVII. Está constituida por un frontal de piedra sobre el cual se levanta la espadaña con doble fila de arcos. Su retablo mayor, precioso y digno de contemplar, (1720-1730).

A la derecha del retablo mayor se encuentra Santa María de los Rozados, de ahí el nombre del pueblo. San Isidro, con sus bueyes y la Virgen de la Soledad, que sale en procesión en Semana Santa, luciendo el manto negro bordado a mano por las mujeres del pueblo.