Vía de la Plata / Etapa 18 - Fuenterroble de Salvatierra > San Pedro de Rozados



Información actualizada: 30 de junio de 2025



      Hoy nos espera una jornada exigente y a la vez recompensante. Ascenderemos al Pico de la Dueña, el punto más alto del trazado principal de la Vía de la Plata, con 1.165 metros de altura, y seremos testigos de panoramas que nos dejarán sin aliento. El camino alternativo por Pedrosillo de los Aires permite un recorrido más suave, ideal para quienes desean dosificar esfuerzos o disfrutar de un tramo más relajado. Sea cual sea la ruta elegida, cada sendero nos invita a una experiencia plena, donde la naturaleza, la historia y la introspección se entrelazan con cada paso.

Este día se presenta como una subida exterior y también interior: cada paso nos recuerda que las cimas del Camino no solo se conquistan con las piernas, sino también con el corazón. El ascenso al Pico de la Dueña puede convertirse en una metáfora del alma que busca elevarse, confiando en que, tras el esfuerzo, siempre aguarda un horizonte más amplio y luminoso.



      Si decidimos caminar por el trazado oficial que asciende al Pico de la Dueña, conviene aprovisionarse bien antes de comenzar la ruta, ya que no habrá oportunidad de hacerlo en los 28 km que separan Fuenterroble de Salvatierra de San Pedro Rozados. Para quienes prefieran un recorrido menos exigente, el paso por Pedrosillo de los Aires permite reponer fuerzas tras 18 km antes de continuar hasta Morille, a 11,6 km adicionales.

Comenzamos nuestros primeros pasos dejando la localidad por la calle Conejal, que nos conduce a la carretera DSA-230, desembocando en la SA-212. Tras unos 1.300 m, abandonamos el asfalto para adentrarnos en una amplia y cómoda cañada a la derecha de la carretera (km 1,6 de la etapa).



      Este tramo, agradable y cómodo, nos abre el horizonte hacia la Sierra de Frades. Caminamos por una cañada delimitada por vallas a ambos lados, sin riesgo de pérdida, y tras un kilómetro llegamos a un cruce de caminos coronado por una gran cruz de madera. Pronto aparecen los primeros miliarios de la jornada. La Asociación ACASAN —Amigos del Camino de Santiago— recolocó a mediados de los años noventa dos fragmentos que habían sido descartados en una escombrera de Fuenterroble de Salvatierra, pertenecientes a la milla 153 (km 3,8 de la etapa).





      El paisaje sigue siendo un susurro de valles suaves, alternando encinas dispersas y horizontes abiertos que invitan a la contemplación. Cercas de alambre enmarcan un cordel que nos lleva hasta un tramo de calzada romana bien conservado, parcialmente elevado sobre el terreno circundante, visible especialmente en la milla 154 tras 5,3 km de recorrido. El miliario, integrado en un solo ejemplar de 2,70 m de altura, había sido reutilizado en el puente de Palacios de Salvatierra, dividido en tres fragmentos.

El camino romano mantiene, en gran parte del tramo, una alineación recta que se eleva suavemente sobre el terreno, formando un lomo característico. La erosión ha puesto al descubierto su estructura en algunas zonas, permitiéndonos apreciar bordillos laterales que nos conectan con el pasado. Caminar por aquí invita a la introspección: en el silencio de la sierra, la voz de la naturaleza y de algo más grande nos acompaña en cada paso.



      Trescientos metros más adelante llegamos hasta un arroyo, el de Navalcuervo, que habitualmente se encuentra seco. En caso de que lleve agua, un bloque de piedra nos servirá de apoyo para cruzarlo sin dificultad. Desde este punto comenzamos a ascender, y el monte arbolado se enriquece con setos de majuelos, rosales silvestres y zarzamoras, invitando a detenerse un instante y respirar el aroma de la naturaleza, escuchando el silencio que solo el bosque sabe ofrecer.



      Entramos en un encinar más frondoso donde se alza una cruz de madera junto a una zona de descanso con excelentes vistas; un lugar perfecto para dejar que los pensamientos se aquieten y disfrutar de la armonía del entorno. Tras este tramo boscoso llegamos a un nudo de caminos que nos conduce por una amplia zona despejada de arbolado, donde las flechas amarillas serán nuestras guías. Entramos de nuevo en un tramo arbolado tras abrir un sencillo portón, km 8,4 de la etapa. Continuamos en continuo ascenso por un camino algo desdibujado que desemboca en una cómoda y ancha pista; surgirán varios cruces de caminos, atentos siempre a las flechas para no perder la dirección.






      Abandonaremos esta pista por un camino más tenue a la izquierda, siguiendo las señales amarillas. Tras 500 metros alcanzamos una bifurcación con varios carteles indicativos, km 11,3 de la etapa. Junto a un paso canadiense, unos carteles nos animan a tomar la alternativa por Pedrosillo de los Aires, a unos 6,3 km, recomendada especialmente para quienes viajan en bicicleta o buscan un recorrido menos exigente.






      Para quienes opten por la alternativa menos exigente, Pedrosillo de los Aires se encuentra a 17,8 km de la etapa, ofrece un merecido descanso y también un pedacito de historia. 

Construido sobre un terreno llano a 959 metros sobre el nivel del mar y rodeado de campos de cereal, olivos y viñedos. Una idílica ubicación, riqueza histórica, gastronomía local (con platos típicos como el cocido montañés y el pote de caza) y calidez de sus habitantes, hace que este sea un lugar muy recomendable para hacer un alto en el Camino o incluso finalizar la etapa.

La Iglesia Parroquial, consagrada a San Benito, es un edificio sencillo, encalado, con espadaña de piedra recia, que es lo único que destaca sobre el resto de edificios. Las casas, de baja altura, generalmente una planta excepto las renovadas recientemente, ofrecen sus blancas y brillantes fachadas al sol que ilumina las calles y rincones del pueblo. 


Historia

      Este pequeño pueblo tiene raíces romanas, ya que por su municipio pasaba la antigua calzada.  El poblamiento en el término municipal durante la Antigüedad está atestiguado por la columna miliaria en la finca de La Dueña de Abajo que señala la milla 159 donde se situaría la mansio de Sentice según el Itinerario de Antonino, un documento del siglo III que recopila las rutas del Imperio romano.

Una mansio era una parada oficial en una calzada, gestionada por un oficial llamado mansionarius y que en términos generales solía contar con recepción, baños termales, habitaciones, comedor, cocina, fragua, granero y establos.

No hay testimonios de la época medieval, aunque se considera que la formación de Pedrosillo de los Aires tiene lugar durante el proceso repoblador desarrollado durante el reinado de Alfonso IX de León. En documentación de 1404 aparece como 'Perosiello' y ya en 1629 como 'Pedrosillo' y 'Pedrosillo de Salvatierra'. 


Quien decida seguir adelante hasta Morille ( 11,6 km) todos ellos por el asfalto de una carretera comarcal, se encontrará a medio camino la población serrana de Monterrubio de la Sierra (km 23,3 de la etapa). Unos 1.300 metros más adelante, un desvío a la izquierda nos dirige hacia otra carretera que, tras apenas 5 km, nos acerca a Morille, el destino final de la jornada (km 29,4). Esta ruta, más suave, permite a los peregrinos disfrutar del paisaje sin el esfuerzo del ascenso al Pico de la Dueña, sin perderse el espíritu de la Vía de la Plata.


El Camino por el Pico de la Dueña

      Mientras ascendemos, cada paso se convierte en un ejercicio de paciencia y presencia. Caminar despacio, sentir el ritmo de nuestro propio cuerpo, escuchar el viento entre los árboles y dejar que la mente se aquiete… es aquí, en esta sencillez y silencio, donde la naturaleza y la introspección nos invitan a descubrir una pequeña luz interior antes de alcanzar la cumbre.

La subida al Pico de la Dueña es el tramo más exigente de la jornada. La Sierra de Frades se alza frente a nosotros, con 1.165 metros, la cota más alta desde que partimos de Sevilla. Comenzamos el ascenso por un sendero definido por el paso continuo de peregrinos, en ocasiones apenas perceptible. Tras unos 2 km, nos encontramos con un parque de aerogeneradores, siempre a nuestra izquierda si levantamos la mirada. El ascenso es constante, pero llevadero. Un kilómetro más adelante, aparece a nuestra izquierda el Pico de la Dueña, coronado por la cruz de Santiago sobre un mástil de madera (km 14,7 de la etapa), a mitad de jornada.







      Peregrino, cuando tu camino te lleve hasta el Pico de la Dueña, no dudes en subir hasta su cruz. A sus pies encontrarás la compañía de un peregrino guardián, pintado en piedra, que protege tu paso. Has llegado al cielo, ante ti se despliega el infinito paisaje de dehesas de la tierra charra. Aquí, en lo alto, la soledad del camino se transforma en contemplación, y cada respiración es un regalo para el cuerpo, la mente y el espíritu.



      Tras disfrutar de la cumbre y de la panorámica infinita, comenzamos el descenso. Pronto nos sumergimos en un robledal joven que cambia de color con las estaciones, ofreciendo un espectáculo diferente según la época del año. La bajada es intensa y conviene hacerla con cuidado, aunque rápida, conduciéndonos a un valle húmedo que, en primaveras lluviosas, se llena de pastos verdes y flores silvestres que parecen alfombras de la naturaleza.



      De nuevo sobre la calzada, seguimos nuestro camino hasta encontrarnos con la carretera DSA-204 (km 15,7 de la etapa). Tras un breve tramo por el asfalto, un camino a la izquierda nos invita a salir de él, mientras la carretera nos acompaña a nuestra derecha durante unos cuatro kilómetros. Volveremos a ella al llegar al puente que cruza el arroyo de los Mendigos. Apenas 200 metros después, llegamos a la finca Calzadilla de Mendigos, conocida como cuna de la ganadería brava Montalvo. Aquí, junto a la finca, encontramos el miliario de la milla 164 (km 21 de la etapa), testigo silencioso de los peregrinos que nos han precedido.





      Continuamos por la carretera local, pero solo será por un breve tramo. Pronto podremos abandonarla tomando un sendero que discurre paralelo a la izquierda. Este tramo, algo monótono y sin sombra, asciende suavemente, pero nos recompensa con el acompañamiento de varios miliarios que aparecen a nuestro paso. La milla 159 se encuentra junto a otro fragmento romano, recordándonos la historia que pisamos a cada paso. En este punto, llevamos 23 km de etapa, a tan solo cinco del final de nuestra jornada en San Pedro de Rozados.



      En apenas tres kilómetros, con algunas subidas, alcanzamos la loma de la Cabeza de Bernoy, que nos regala una amplia panorámica del valle al fondo. Frente a una solitaria encina encontramos otro miliario, incompleto, correspondiente a la milla 165 (km 24,3 de la etapa). La carretera local sigue a nuestra derecha, pero nosotros giraremos a la izquierda por un camino en ascenso que nos conduce directamente a San Pedro de Rozados. Quien prefiera prolongar la jornada tiene la opción de continuar hasta Morille, a aproximadamente una hora y media más de caminata, disfrutando aún de los últimos suspiros de la Vía de la Plata.






      Entramos en San Pedro de Rozados por una carretera local. Tras pasar un parque infantil, nos adentramos en la calle Oriente, donde encontraremos el albergue de peregrinos. Para recoger las llaves es necesario acercarse al Hotel Rural VII Carreras, situado en la calle Corpus, 10-12.

Al final de la calle giramos a la izquierda por la Av. Comuneros, que nos lleva directamente a la iglesia parroquial de Santa María de los Rozados, el cierre de nuestra jornada. Con 28 km recorridos, alcanzamos nuestro destino, un lugar donde descansar y contemplar la satisfacción de haber alcanzado el techo de la Vía de la Plata en este tramo.




      Próximo a la capital salmantina se encuentra este pequeño y pintoresco pueblo de casas blanqueadas que se aprietan unas con otras, como si quisieran protegerse de los extremos climatológicos de la tierra. Lo más llamativo es su pequeño campanario, de cierto valor artístico, que ha sido restaurado con gran acierto.

La fundación de San Pedro de Rozados se remonta a la repoblación llevada a cabo por los reyes de León en la Edad Media, en un territorio donde los campos de encinas y ganado han convivido durante siglos con la actividad minera y ganadera. Durante muchos años, la prosperidad local vino de la mano de las minas de estaño y de scheelita, con explotaciones tanto a cielo abierto como en galerías subterráneas. Cuando el precio del mineral cayó y las minas cerraron, la población sufrió un declive, aunque hoy los antiguos calveros se han llenado de agua, formando lagunas donde cientos de aves descansan en su peregrinaje estacional, convirtiéndose en un paraíso para los ornitólogos.

La legendaria Iglesia de San Pedro, del siglo XVII, está construida en piedra y dedicada al patrón del municipio. Conserva un gran portón de madera y un campanario que todavía funciona de manera manual, junto a una bonita espadaña de cuatro cuerpos. Su retablo mayor, datado entre 1720 y 1730, es precioso y digno de contemplar. A la derecha del retablo se encuentra Santa María de los Rozados, de donde toma su nombre el pueblo, así como imágenes de San Isidro, con sus bueyes, y la Virgen de la Soledad, que cada Semana Santa luce un manto negro bordado a mano por las mujeres del pueblo.



      En la localidad hay dos albergues y un hotel rural que ofrecen al peregrino el tan deseado descanso. Curiosamente, el nombre de Rozados podría relacionarse con las “rozaduras”, esos pies lastimados de los peregrinos tras tantas jornadas de camino. Salamanca está ya a tan solo 22 km, un incentivo más para continuar la marcha.



Reflexión final de la etapa

      L
a jornada hasta San Pedro de Rozados nos deja la certeza de que el Camino no es solo recorrer kilómetros, sino aprender a caminar con atención, paciencia y apertura. Cada ascenso, cada descenso, cada miliario o encina nos invita a escuchar: el susurro del viento entre los árboles, el canto lejano de un ave o el silencio que envuelve los campos. En estos instantes de calma, la naturaleza y la historia nos susurran sus lecciones y nos recuerdan que el verdadero viaje transcurre también dentro de nosotros. Que cada paso nos acerque un poco más a la serenidad, a la introspección y al encuentro con lo sagrado en lo cotidiano.


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Próximas poblaciones con albergue o similar:

Morille
>>> 4,2 km <<<

Salamanca
>>> 23,3 km <<<

Calzada de Valdunciel
>>> 39,8 km <<<

El Cubo del Vino
>>> 49,8 km <<<

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Buen Camino