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Vía de la Plata / Etapa 18 - Fuenterroble de Salvatierra > San Pedro de Rozados



Información actualizada: 30 de junio de 2025



      Hoy nos espera una jornada exigente y a la vez recompensante. Ascenderemos al Pico de la Dueña, el punto más alto del trazado principal de la Vía de la Plata, con 1.165 metros de altura, y seremos testigos de panoramas que nos dejarán sin aliento. El camino alternativo por Pedrosillo de los Aires permite un recorrido más suave, ideal para quienes desean dosificar esfuerzos o disfrutar de un tramo más relajado. Sea cual sea la ruta elegida, cada sendero nos invita a una experiencia plena, donde la naturaleza, la historia y la introspección se entrelazan con cada paso.

Este día se presenta como una subida exterior y también interior: cada paso nos recuerda que las cimas del Camino no solo se conquistan con las piernas, sino también con el corazón. El ascenso al Pico de la Dueña puede convertirse en una metáfora del alma que busca elevarse, confiando en que, tras el esfuerzo, siempre aguarda un horizonte más amplio y luminoso.



      Si decidimos caminar por el trazado oficial que asciende al Pico de la Dueña, conviene aprovisionarse bien antes de comenzar la ruta, ya que no habrá oportunidad de hacerlo en los 28 km que separan Fuenterroble de Salvatierra de San Pedro Rozados. Para quienes prefieran un recorrido menos exigente, el paso por Pedrosillo de los Aires permite reponer fuerzas tras 18 km antes de continuar hasta Morille, a 11,6 km adicionales.

Comenzamos nuestros primeros pasos dejando la localidad por la calle Conejal, que nos conduce a la carretera DSA-230, desembocando en la SA-212. Tras unos 1.300 m, abandonamos el asfalto para adentrarnos en una amplia y cómoda cañada a la derecha de la carretera (km 1,6 de la etapa).



      Este tramo, agradable y cómodo, nos abre el horizonte hacia la Sierra de Frades. Caminamos por una cañada delimitada por vallas a ambos lados, sin riesgo de pérdida, y tras un kilómetro llegamos a un cruce de caminos coronado por una gran cruz de madera. Pronto aparecen los primeros miliarios de la jornada. La Asociación ACASAN —Amigos del Camino de Santiago— recolocó a mediados de los años noventa dos fragmentos que habían sido descartados en una escombrera de Fuenterroble de Salvatierra, pertenecientes a la milla 153 (km 3,8 de la etapa).





      El paisaje sigue siendo un susurro de valles suaves, alternando encinas dispersas y horizontes abiertos que invitan a la contemplación. Cercas de alambre enmarcan un cordel que nos lleva hasta un tramo de calzada romana bien conservado, parcialmente elevado sobre el terreno circundante, visible especialmente en la milla 154 tras 5,3 km de recorrido. El miliario, integrado en un solo ejemplar de 2,70 m de altura, había sido reutilizado en el puente de Palacios de Salvatierra, dividido en tres fragmentos.

El camino romano mantiene, en gran parte del tramo, una alineación recta que se eleva suavemente sobre el terreno, formando un lomo característico. La erosión ha puesto al descubierto su estructura en algunas zonas, permitiéndonos apreciar bordillos laterales que nos conectan con el pasado. Caminar por aquí invita a la introspección: en el silencio de la sierra, la voz de la naturaleza y de algo más grande nos acompaña en cada paso.



      Trescientos metros más adelante llegamos hasta un arroyo, el de Navalcuervo, que habitualmente se encuentra seco. En caso de que lleve agua, un bloque de piedra nos servirá de apoyo para cruzarlo sin dificultad. Desde este punto comenzamos a ascender, y el monte arbolado se enriquece con setos de majuelos, rosales silvestres y zarzamoras, invitando a detenerse un instante y respirar el aroma de la naturaleza, escuchando el silencio que solo el bosque sabe ofrecer.



      Entramos en un encinar más frondoso donde se alza una cruz de madera junto a una zona de descanso con excelentes vistas; un lugar perfecto para dejar que los pensamientos se aquieten y disfrutar de la armonía del entorno. Tras este tramo boscoso llegamos a un nudo de caminos que nos conduce por una amplia zona despejada de arbolado, donde las flechas amarillas serán nuestras guías. Entramos de nuevo en un tramo arbolado tras abrir un sencillo portón, km 8,4 de la etapa. Continuamos en continuo ascenso por un camino algo desdibujado que desemboca en una cómoda y ancha pista; surgirán varios cruces de caminos, atentos siempre a las flechas para no perder la dirección.






      Abandonaremos esta pista por un camino más tenue a la izquierda, siguiendo las señales amarillas. Tras 500 metros alcanzamos una bifurcación con varios carteles indicativos, km 11,3 de la etapa. Junto a un paso canadiense, unos carteles nos animan a tomar la alternativa por Pedrosillo de los Aires, a unos 6,3 km, recomendada especialmente para quienes viajan en bicicleta o buscan un recorrido menos exigente.






      Para quienes opten por la alternativa menos exigente, Pedrosillo de los Aires se encuentra a 17,8 km de la etapa, ofrece un merecido descanso y también un pedacito de historia. 

Construido sobre un terreno llano a 959 metros sobre el nivel del mar y rodeado de campos de cereal, olivos y viñedos. Una idílica ubicación, riqueza histórica, gastronomía local (con platos típicos como el cocido montañés y el pote de caza) y calidez de sus habitantes, hace que este sea un lugar muy recomendable para hacer un alto en el Camino o incluso finalizar la etapa.

La Iglesia Parroquial, consagrada a San Benito, es un edificio sencillo, encalado, con espadaña de piedra recia, que es lo único que destaca sobre el resto de edificios. Las casas, de baja altura, generalmente una planta excepto las renovadas recientemente, ofrecen sus blancas y brillantes fachadas al sol que ilumina las calles y rincones del pueblo. 


Historia

      Este pequeño pueblo tiene raíces romanas, ya que por su municipio pasaba la antigua calzada.  El poblamiento en el término municipal durante la Antigüedad está atestiguado por la columna miliaria en la finca de La Dueña de Abajo que señala la milla 159 donde se situaría la mansio de Sentice según el Itinerario de Antonino, un documento del siglo III que recopila las rutas del Imperio romano.

Una mansio era una parada oficial en una calzada, gestionada por un oficial llamado mansionarius y que en términos generales solía contar con recepción, baños termales, habitaciones, comedor, cocina, fragua, granero y establos.

No hay testimonios de la época medieval, aunque se considera que la formación de Pedrosillo de los Aires tiene lugar durante el proceso repoblador desarrollado durante el reinado de Alfonso IX de León. En documentación de 1404 aparece como 'Perosiello' y ya en 1629 como 'Pedrosillo' y 'Pedrosillo de Salvatierra'. 


Quien decida seguir adelante hasta Morille ( 11,6 km) todos ellos por el asfalto de una carretera comarcal, se encontrará a medio camino la población serrana de Monterrubio de la Sierra (km 23,3 de la etapa). Unos 1.300 metros más adelante, un desvío a la izquierda nos dirige hacia otra carretera que, tras apenas 5 km, nos acerca a Morille, el destino final de la jornada (km 29,4). Esta ruta, más suave, permite a los peregrinos disfrutar del paisaje sin el esfuerzo del ascenso al Pico de la Dueña, sin perderse el espíritu de la Vía de la Plata.


El Camino por el Pico de la Dueña

      Mientras ascendemos, cada paso se convierte en un ejercicio de paciencia y presencia. Caminar despacio, sentir el ritmo de nuestro propio cuerpo, escuchar el viento entre los árboles y dejar que la mente se aquiete… es aquí, en esta sencillez y silencio, donde la naturaleza y la introspección nos invitan a descubrir una pequeña luz interior antes de alcanzar la cumbre.

La subida al Pico de la Dueña es el tramo más exigente de la jornada. La Sierra de Frades se alza frente a nosotros, con 1.165 metros, la cota más alta desde que partimos de Sevilla. Comenzamos el ascenso por un sendero definido por el paso continuo de peregrinos, en ocasiones apenas perceptible. Tras unos 2 km, nos encontramos con un parque de aerogeneradores, siempre a nuestra izquierda si levantamos la mirada. El ascenso es constante, pero llevadero. Un kilómetro más adelante, aparece a nuestra izquierda el Pico de la Dueña, coronado por la cruz de Santiago sobre un mástil de madera (km 14,7 de la etapa), a mitad de jornada.







      Peregrino, cuando tu camino te lleve hasta el Pico de la Dueña, no dudes en subir hasta su cruz. A sus pies encontrarás la compañía de un peregrino guardián, pintado en piedra, que protege tu paso. Has llegado al cielo, ante ti se despliega el infinito paisaje de dehesas de la tierra charra. Aquí, en lo alto, la soledad del camino se transforma en contemplación, y cada respiración es un regalo para el cuerpo, la mente y el espíritu.



      Tras disfrutar de la cumbre y de la panorámica infinita, comenzamos el descenso. Pronto nos sumergimos en un robledal joven que cambia de color con las estaciones, ofreciendo un espectáculo diferente según la época del año. La bajada es intensa y conviene hacerla con cuidado, aunque rápida, conduciéndonos a un valle húmedo que, en primaveras lluviosas, se llena de pastos verdes y flores silvestres que parecen alfombras de la naturaleza.



      De nuevo sobre la calzada, seguimos nuestro camino hasta encontrarnos con la carretera DSA-204 (km 15,7 de la etapa). Tras un breve tramo por el asfalto, un camino a la izquierda nos invita a salir de él, mientras la carretera nos acompaña a nuestra derecha durante unos cuatro kilómetros. Volveremos a ella al llegar al puente que cruza el arroyo de los Mendigos. Apenas 200 metros después, llegamos a la finca Calzadilla de Mendigos, conocida como cuna de la ganadería brava Montalvo. Aquí, junto a la finca, encontramos el miliario de la milla 164 (km 21 de la etapa), testigo silencioso de los peregrinos que nos han precedido.





      Continuamos por la carretera local, pero solo será por un breve tramo. Pronto podremos abandonarla tomando un sendero que discurre paralelo a la izquierda. Este tramo, algo monótono y sin sombra, asciende suavemente, pero nos recompensa con el acompañamiento de varios miliarios que aparecen a nuestro paso. La milla 159 se encuentra junto a otro fragmento romano, recordándonos la historia que pisamos a cada paso. En este punto, llevamos 23 km de etapa, a tan solo cinco del final de nuestra jornada en San Pedro de Rozados.



      En apenas tres kilómetros, con algunas subidas, alcanzamos la loma de la Cabeza de Bernoy, que nos regala una amplia panorámica del valle al fondo. Frente a una solitaria encina encontramos otro miliario, incompleto, correspondiente a la milla 165 (km 24,3 de la etapa). La carretera local sigue a nuestra derecha, pero nosotros giraremos a la izquierda por un camino en ascenso que nos conduce directamente a San Pedro de Rozados. Quien prefiera prolongar la jornada tiene la opción de continuar hasta Morille, a aproximadamente una hora y media más de caminata, disfrutando aún de los últimos suspiros de la Vía de la Plata.






      Entramos en San Pedro de Rozados por una carretera local. Tras pasar un parque infantil, nos adentramos en la calle Oriente, donde encontraremos el albergue de peregrinos. Para recoger las llaves es necesario acercarse al Hotel Rural VII Carreras, situado en la calle Corpus, 10-12.

Al final de la calle giramos a la izquierda por la Av. Comuneros, que nos lleva directamente a la iglesia parroquial de Santa María de los Rozados, el cierre de nuestra jornada. Con 28 km recorridos, alcanzamos nuestro destino, un lugar donde descansar y contemplar la satisfacción de haber alcanzado el techo de la Vía de la Plata en este tramo.




      Próximo a la capital salmantina se encuentra este pequeño y pintoresco pueblo de casas blanqueadas que se aprietan unas con otras, como si quisieran protegerse de los extremos climatológicos de la tierra. Lo más llamativo es su pequeño campanario, de cierto valor artístico, que ha sido restaurado con gran acierto.

La fundación de San Pedro de Rozados se remonta a la repoblación llevada a cabo por los reyes de León en la Edad Media, en un territorio donde los campos de encinas y ganado han convivido durante siglos con la actividad minera y ganadera. Durante muchos años, la prosperidad local vino de la mano de las minas de estaño y de scheelita, con explotaciones tanto a cielo abierto como en galerías subterráneas. Cuando el precio del mineral cayó y las minas cerraron, la población sufrió un declive, aunque hoy los antiguos calveros se han llenado de agua, formando lagunas donde cientos de aves descansan en su peregrinaje estacional, convirtiéndose en un paraíso para los ornitólogos.

La legendaria Iglesia de San Pedro, del siglo XVII, está construida en piedra y dedicada al patrón del municipio. Conserva un gran portón de madera y un campanario que todavía funciona de manera manual, junto a una bonita espadaña de cuatro cuerpos. Su retablo mayor, datado entre 1720 y 1730, es precioso y digno de contemplar. A la derecha del retablo se encuentra Santa María de los Rozados, de donde toma su nombre el pueblo, así como imágenes de San Isidro, con sus bueyes, y la Virgen de la Soledad, que cada Semana Santa luce un manto negro bordado a mano por las mujeres del pueblo.



      En la localidad hay dos albergues y un hotel rural que ofrecen al peregrino el tan deseado descanso. Curiosamente, el nombre de Rozados podría relacionarse con las “rozaduras”, esos pies lastimados de los peregrinos tras tantas jornadas de camino. Salamanca está ya a tan solo 22 km, un incentivo más para continuar la marcha.



Reflexión final de la etapa

      L
a jornada hasta San Pedro de Rozados nos deja la certeza de que el Camino no es solo recorrer kilómetros, sino aprender a caminar con atención, paciencia y apertura. Cada ascenso, cada descenso, cada miliario o encina nos invita a escuchar: el susurro del viento entre los árboles, el canto lejano de un ave o el silencio que envuelve los campos. En estos instantes de calma, la naturaleza y la historia nos susurran sus lecciones y nos recuerdan que el verdadero viaje transcurre también dentro de nosotros. Que cada paso nos acerque un poco más a la serenidad, a la introspección y al encuentro con lo sagrado en lo cotidiano.


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Próximas poblaciones con albergue o similar:

Morille
>>> 4,2 km <<<

Salamanca
>>> 23,3 km <<<

Calzada de Valdunciel
>>> 39,8 km <<<

El Cubo del Vino
>>> 49,8 km <<<

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Buen Camino



Vía de la Plata / Etapa 17 - Calzada de Béjar > Fuenterroble de Salvatierra



Información actualizada: 15 de junio de 2025





      La etapa de hoy nos conduce de La Calzada de Béjar a Fuenterroble de Salvatierra. Entre antiguos miliarios, bosques y riachuelos, los 20,5 km nos ofrecen un espacio de introspección, donde el caminar se convierte en meditación y cada paso nos acerca al espíritu del Camino.



      Partimos de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y recorremos la Calle Vía de la Plata, donde los soportales y balcones se visten de flores en primavera, ofreciendo una estampa entrañable al peregrino que inicia su jornada. Al final de la calle encontramos la Fuente del Peregrino, recuerdo de tantos caminantes que antes que nosotros saciaron aquí su sed.



      Abandonamos el pueblo por una carretera local y, tras unos 200 metros, enlazamos de frente con una pista de tierra. Poco después, en el kilómetro 1,3 de la etapa, cruzamos la carretera de Béjar a Ciudad Rodrigo. A partir de aquí, se abre un largo tramo llano, flanqueado por campos dedicados a la ganadería. En este paisaje sereno nos saldrán al paso algunos miliarios romanos, testigos milenarios de la antigua calzada. Entre ellos destaca el número CXLII, que tras haber sido trasladado como adorno al Ministerio de Obras Públicas, regresó felizmente a su emplazamiento original junto al río Sangusín.



      Cruzamos el río por una pasarela (km 6,3) y, tras unos 200 metros, llegamos de nuevo al asfalto. El tramo es breve: apenas 200 metros antes de girar a la izquierda para retomar la tierra (km 6,8). Este camino nos conducirá hacia Valverde de Valdelacasa, en cuyo término se cree que se encontraba la antigua mansio romana Ad Lippos, punto de descanso en la Vía de la Plata para legionarios y viajeros. Hoy, siglos después, los peregrinos siguen el mismo itinerario, manteniendo viva la memoria de aquel camino imperial que se convirtió en senda espiritual.



      Estos vestigios nos recuerdan que caminamos por un sendero milenario, compartiendo la misma ruta que viajeros y soldados romanos, mercaderes y peregrinos de siglos pasados. El paso sereno por estas dehesas, acompañado del silencio y la vida tranquila del campo, invita a mirar dentro de uno mismo y a descubrir en lo sencillo la voz callada de Dios.



      Según el Itinerario de Antonino, la mansio Ad Lippos se situaría en la milla 144, una más adelante del miliario 143 de Prado Fusillo. El investigador Roldán, basándose en el análisis de fotografías aéreas, localizó en la parte occidental de Valverde de Valdelacasa los restos de un gran edificio rectangular de 120 por 50 metros, que podría corresponder a esta antigua estación de postas romana.

El camino señalizado nos conduce hasta el núcleo urbano de este pequeño pueblo salmantino, hoy con pocos habitantes, pero que conserva intacto el encanto de la tradición. Apenas entramos en sus calles nos recibe la Iglesia Parroquial de Santiago Matamoros, del siglo XVI (km 8,6 de la etapa). Destaca su campanario en forma de espadaña, en cuya base pueden apreciarse curiosos símbolos labrados en la piedra. Muy cerca, en la calle Fragua, se conservan los restos de un antiguo hospital de peregrinos del siglo XVI, hoy utilizado como pajar, que recuerda la importancia del Camino en la vida de la localidad.



      En nuestro breve recorrido por Valverde descubrimos también varias esculturas jacobeas que embellecen el entorno. El pueblo cuenta con un albergue municipal para peregrinos, cuya llave se solicita en el Ayuntamiento, edificio que además alberga el bar local, situado al final de la calle principal.

Quien decida concluir aquí su jornada encontrará aún más motivos para detenerse. En los alrededores pueden visitarse rincones llenos de historia: a unos 500 metros al norte, en el paraje de La Sargá, se conserva una tumba excavada en la roca, posiblemente altomedieval o visigoda, junto a una fuente de aguas sulfurosas. También quedan vestigios romanos, como una fuente junto a la antigua calzada, y otras de épocas posteriores, entre ellas la llamada Fuente del Cura, del siglo XV o XVI, situada junto al primer miliario de la carretera.



      Valverde de Valdelacasa, pese a su tamaño reducido, guarda entre sus calles y fuentes una memoria viva del paso de siglos y de caminantes. El peregrino que se adentra en él no solo encuentra descanso, sino también la sensación de estar caminando por un lugar donde la historia y la fe han dejado huellas imborrables. Y en ese silencio humilde de los pueblos pequeños, se abre un espacio para la introspección: escuchar la voz de la naturaleza, el rumor del agua en sus fuentes, y el susurro de Dios que acompaña al caminante en lo sencillo y lo cotidiano.



      Tras recorrer Valverde de Valdelacasa, el rastro de la calzada romana se pierde hasta Fuenterroble de Salvatierra, por lo que el trazado seguro del camino antiguo se desconoce. En la actualidad, los peregrinos deberán seguir un único camino transitable: la carretera local, de poco tráfico, que nos permitirá avanzar con seguridad.

En unos tres kilómetros de suave ascenso, dejando atrás la mansio Ad Lippos y las fuentes del pueblo, alcanzamos la siguiente localidad: Valdelacasa, situada a 950 metros de altitud, donde se respira ya el aire fresco de la sierra y se aprecia cómo la Vía de la Plata continúa su silencioso relato entre montes y dehesas.





      La señalización del Camino evita entrar en el núcleo urbano, pero merece la pena dedicar un breve desvío para conocerlo. Su iglesia, llamada del Dulce Nombre de María, fue ampliada y reestructurada entre los siglos XVI y XVII, completándose sus bóvedas en ese período. La construcción data de finales del siglo XVII, concretamente de 1699, según reza uno de los arcos del recinto. La reciente restauración ha recuperado su esplendor original. En su interior destaca el techo de madera, único en la comarca, y la sacristía con una reja que protege el archivo y el joyero parroquial, obra de Matías López. Entre los tesoros que guarda se encuentran un grupo escultórico de la Virgen, Santa Ana y el Niño (siglo XIV) y un sarcófago del siglo XV.



      La pequeña ermita de San Antonio, del siglo XVIII, conserva elementos arquitectónicos de los siglos XVI y XVII. La tradición cuenta que los peregrinos que llegaban por la Vía de la Plata se postraban ante la imagen del santo, pidiendo protección para continuar su camino hacia el norte.

Desde la ermita de San Antonio, en el km 12,3 de la etapa, tomamos la primera bocacalle a la izquierda hasta alcanzar la carretera de Guijuelo (SA-214). No la seguimos, sino que la cruzamos para tomar otra carretera local. Por ella caminaremos unos dos kilómetros hasta que las señales nos guían a un camino de tierra que nace a la izquierda, km 14,2 de la etapa.




      Los siguientes cuatro kilómetros nos depararán más sorpresas, como el miliario del Prado Fusillo, CXLVIII, repuesto en el espacio conocido como el “Bosque del Peregrino” (km 17,4 de la etapa). Allí, entre robles y encinas, podemos permitirnos un instante de silencio para escuchar la voz de la naturaleza y reflexionar sobre el propio camino interior. Cada miliario nos recuerda los pasos de los antiguos peregrinos y nos invita a la introspección, a avanzar con respeto y gratitud.

Finalmente, el camino nos devuelve a la carretera en el km 19,2, que desciende suavemente hasta nuestro destino de hoy, Fuenterroble de Salvatierra.







      Entramos en Fuenterroble de Salvatierra por la calle Larga, que cruza todo el pueblo y nos conduce hasta el albergue parroquial de Santa María, que nos recibe bajo una gran cruz blanca (km 20,5 - Final de la etapa).

Este albergue es un ejemplo de hospitalidad cristiana y tradicional, atendido por hospitaleros voluntarios, con el padre Don Blas como alma del lugar, todo corazón y generosidad, gran impulsor del Camino de la Plata.





      Los orígenes de Fuenterroble se remontan a la repoblación llevada a cabo por el rey de León Alfonso IX a principios del siglo XIII, cuando quedó incluido en el Alfoz de Salvatierra, dentro del Reino de León. Situado en la provincia de Salamanca, el pueblo está rodeado de campos de cereales y de la típica dehesa salmantina. Estratégicamente ubicado en el corredor del oeste peninsular, forma parte de la famosa Iter ab Emerita Asturicam, la Ruta romana que unía Mérida con Astorga. De origen arriero, su arquitectura tradicional conserva un claro carácter agropecuario, construida con materiales pizarrosos locales, diferenciándose de la piedra y granito vistos en otras localidades del Camino.



      Una vuelta por el casco urbano permite descubrir las cuatro fuentes de estilo romano, el antiguo pilón que servía para el ganado y las pozas donde antaño se lavaba la ropa. También es posible contemplar el pequeño puente conocido como Puente de los Dos Ojos o Puente Romano. El pueblo dispone además de varios negocios para atender las necesidades del peregrino.


Iglesia de Santa María la Blanca

      La iglesia, dedicada al patrón San Miguel Arcángel, es una construcción románica con fuertes influencias góticas del siglo XV. Destaca su retablo, obra de José Benito de Churriguera, y las grandes tallas de madera de los apóstoles, realizadas por un vecino de Beleña, que cada año participan en la peregrinación conocida como Vía Lucis, transportadas sobre carros y tractores entre pueblos cercanos. En el exterior, merece atención especial la alta y sólida torre restaurada y la Puerta del Perdón, un elemento de las iglesias del Camino de Santiago destinado a peregrinos impedidos de completar su viaje; en la parte superior se observa la imagen de Santiago. Junto a la iglesia se encuentra el parque temático Vía de la Plata, con una reconstrucción de un tramo de calzada romana que permite contemplar las diferentes capas de estas históricas vías.




Ermita del Santo Cristo del Socorro

      Situada en el centro del pueblo y datada a principios del siglo XVIII, destaca por la curiosa fiesta que se celebra cada Lunes de Pascua, conocida como la "fiesta de los huevos de Cristo". Los vecinos donan docenas de huevos que, tras ser bendecidos, se venden para recaudar fondos, rememorando la ofrenda de una vecina que, en tiempos de escasez, pidió al Cristo la salud de su hijo y, tras su recuperación, entregó lo más valioso que tenía.


Albergue parroquial de Santa María la Blanca

      Este albergue es un ejemplo de hospitalidad en el Camino. Dispone de espacios de descanso y convivencia para peregrinos. La acogida de las gentes de Salvatierra, y especialmente del padre Don Blas, convierte este albergue en uno de los más emblemáticos del Camino Jacobeo. 

Un Salmo que refleja la esencia de este lugar de refugio y descanso: “Busca la paz y camina tras ella”.


      Al llegar a Fuenterroble de Salvatierra, tras recorrer caminos antiguos y cruzar ríos y puentes, el peregrino puede permitirse una pausa. Aquí se respira la historia viva: desde la calzada romana hasta las fuentes y ermitas que nos recuerdan siglos de fe y tradición. Es un momento para agradecer la fuerza de nuestros pasos y la oportunidad de estar presentes, dejando que la calma del entorno nos enseñe a escuchar.




Reflexión final de la etapa

      En este tramo, el silencio se convierte en guía. Escuchar el viento, el canto de los pájaros y el rumor del agua nos conecta con lo esencial. Tal como nos recuerda el Salmo grabado a la entrada del albergue parroquial:

“He dado órdenes a mis ángeles para que te guarden en el Camino”

Una invitación a caminar con cuidado, con paz, y con el corazón abierto, atentos a la naturaleza, a la historia y a lo divino que se revela en los pequeños detalles del Camino.


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Próximas poblaciones con albergue o similar:

Pedrosillo de los Aires
(Alternativa)
>>> 17,8 km <<<

San Pedro de Rozados
(por Pico de la Dueña)
>>> 28 km <<<

Morille
(por Pedrosillo de los Aires)
>>> 29,4 km <<<
(por San Pedro de Rozados)
>>> 32 km <<<

SALAMANCA
(por Pedrosillo de los Aires)
>>> 48,5 km <<<
(por San Pedro de Rozados)
>>> 51,1 km <<<

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Buen Camino