Hay que estar hecho de una pasta especial, templada por la paciencia y curtida por el deseo profundo de encontrarse.
Las largas distancias se funden con el horizonte. La sombra se vuelve un regalo escaso, el agua, una bendición y el sol, un maestro exigente que no permite olvidos ni prisas.
Prepararse es amar el Camino
Si deseas vivir este Camino en época estival, hazlo sin desafiarlo:
abrázalo con respeto, y él te mostrará su rostro más íntimo.
Empieza por cambiar el paso de tus días.
La hidratación no es un detalle: es el hilo que sostiene tu marcha.
Tu ropa, ligera y clara, debe ayudarte a respirar. El sombrero de ala ancha, tu pequeño santuario ambulante.
El protector solar, tu aliado fiel.
Aliméntate de lo que da la tierra sin artificios: frutas, ensaladas, verduras frescas. Evita lo que pese, por dentro y por fuera.
Acostúmbrate al calor poco a poco. Escucha a tu cuerpo.
Haz de él no un campo de batalla, sino un templo al que cuidar con devoción.
Caminar sin reloj
Una de las bendiciones de este Camino en verano es su soledad sagrada.
Los pasos resuenan limpios en la tierra ardiente.
No hay prisas, no hay multitudes.
Solo tú, el sendero y el cielo.
Deja el reloj en casa.
Camina con el ritmo del alma, no del cronómetro.
Mira al cielo, párate a oler una flor, siéntate en una piedra y escucha.
A veces, ese momento es más importante que llegar.
Escuchar al sol y a las estrellas
Consulta siempre las previsiones meteorológicas. El calor no perdona.
AEMET es tu faro en este mar de fuego.
Cuando el sol aprieta, la noche es aliada.
Empieza tu jornada bajo las estrellas, antes del amanecer.
Deja que la luz suave del alba te acompañe.
Haz lo posible por terminar antes del mediodía: cuando el sol se impone, se camina hacia el riesgo.
Recomendaciones para caminar en verano
Comienza temprano. Calcula tus etapas con sentido común, sabiendo que lo importante no es llegar lejos, sino llegar bien.
Descansa siempre que lo necesites. Si sientes mareo o fatiga, busca sombra, bebe, respira, espera.
Lleva suficiente agua: nunca menos de 2 litros; más si hay escasez de fuentes.
Camina en compañía si puedes. No solo por seguridad: el Camino también se comparte.
No pongas tu vida en peligro. Este Camino puede ser duro, pero nunca debe ser fatal.
Caminar como forma de oración
Recuerda: el Camino no es una carrera, ni una hazaña física.
Es un acto de escucha, un peregrinaje hacia adentro.
Caminar bajo el sol es, en sí mismo, una forma de meditación.
Cada gota de sudor, una ofrenda.
Cada paso, una oración.
Si eliges la Vía de la Plata en verano, hazlo con humildad, con gratitud y con conciencia.
Y que cada amanecer sea un nuevo comienzo.
Ultreia et suseia.
EL TEMIDO GOLPE DE CALOR