Caminante, Peregrino


  Caminante, Peregrino  

Las voces del bosque se mezclan con nuestros pensamientos más íntimos.

Caminar nos lleva a la contemplación del mundo desde otra perspectiva, con otros ritmos, con otra percepción.

Caminar lentamente en exploración contemplativa, sumergidos en el silencio.

El peregrino viaja a pie de luz,
material y espiritualmente
 

Los grandes caminantes no tienen experiencias extremas.

Sus almas se alimentan de pequeñas cosas, la naturaleza y la sencillez sin igual.
A menudo, viviendo se camina muy rápido, sin sabor, sin apreciar las pequeñas grandes cosas de la vida.

No sabes, ni sabrás lo que te depara el destino.
No estés ansiosos por llegar.

Buen Camino

ANDAR QUE NO CORRER


  Andar que no correr  


Es un regalo releer a nuestros místicos y percatarse que incluso usan las mismas palabras para describir su experiencia más personal.

Aquella tan bella de San Juan de la Cruz, “el alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa”resuena en la de Teresa de Jesús:

“la humildad es andar en verdad”.
Y viceversa.

Nos imaginamos lo espiritual como algo propio de gente quieta, estática... cuando en realidad, es lo que más dinamiza.

Los místicos eran gente “inquieta y andariega, rebelde” …
Gente que se puso en camino, en búsqueda.
Lo subraya ese mismo verbo:

“andar”

Moverse, desplazarse, ponerse en pie…
Más pausado o veloz, pero… “andar”.
De acá para allá, en paz y alegría.

¡Andar, que no correr!

Andar, como quien saborea las miradas, las flores y el aire.

Andar, como quien sabe agradecer sabe ofrecer.

Andar, con aquella elegancia de Jesús, tan libre en su “movida” por Galilea y Judea…

La vida interior es andar en amor y andar en verdad.
Es seguir ahondando en la propia experiencia.
Sobre todo, seguir dando de ella a los demás, dejando a un lado las teorías insulsas, las proclamas trasnochadas.
Sólo así es creíble (y no cansino) nuestro hablar y acompañar.
Sólo así es agradable (y no anodino) nuestro intento de vivir humildemente y en cristiano.

Andar se transforma así en transitar, recorrer, viajar.
Y es como un notar cada pisada, cada paso, cada esfuerzo.
Y es como ser más sensible a los contornos del camino, al rostro de los otros caminantes…

Aprendiendo a ser el compañero/a que arrima el hombro en ese trecho durillo de la subida.
Dejando que el hermano/a que te saluda gozoso desde la cumbre te regale allí su abrazo y su acogida.

Andar de tal forma por la existencia, que se transforme en un descansar en los brazos del Padre.

Ahí está la mística.

/ Teresa Rofes


Buen Camino

ALBERGUES TRADICIONALES, DE DONATIVO



  Acogida tradicional  

Los Albergues de hospitalidad tradicional (de Donativo) de hoy en día mantienen vivo el espíritu de aquellos antiguos hospitales de peregrinos de la edad media. Continuar salvaguardando la tradición solo es posible con la complicidad de los peregrinos.

Los guardianes de ese espíritu son los hospitaleros voluntarios, que con su ejemplo y labor altruista trabajan a diario para que el peregrino tenga un lugar digno de acogida en su peregrinar a Santiago.

Los albergues tradicionales no tienen tarifa, ¿Como poner precio a la generosidad? Tan solo se pide que, si pueden dejen su voluntad, "el donativo" para que estas instalaciones sigan cumpliendo con su cometido de dar cobijo y ayuda a quien lo necesite. Ser agradecido es virtud.


¿Qué puedo hacer para colaborar?

Lo principal es ser sincero contigo mismo ¿Qué valor das a lo recibido?
De tu honradez y generosidad dependerá que otro peregrino pueda recibir mañana lo que tú has recibido hoy.
Solo tienes que aportar lo que tu voluntad te dicte, si por otro lado eres más bien de los que necesita, muéstrate agradecido con quien ha sido generoso contigo. 

Si entre todos ponemos nuestro granito de arena lograremos que nuestro espíritu del Camino continue a salvo de la asfixiante banalización de nuestros valores y tradiciones Jacobeas.

“Todo el mundo debe recibir con caridad y respeto a los peregrinos, ricos o pobres, que vuelven o se dirigen al solar de Santiago, pues todo el que los reciba y hospede con esmero, tendrá como huésped; no sólo a Santiago, sino también al mismo Señor; según sus palabras en el evangelio: El que a vosotros recibe, a Mi me recibe. Hubo antaño muchos que incurrieron en la ira de Dios por haberse negado a acoger a los pobres y a los peregrinos de Santiago. Por lo que se debe saber que los peregrinos de Santiago, pobres o ricos tienen derecho a una hospitalidad y a una acogida respetuosa”.
Con estas palabras cerraba Aymeric Picaud, monje de Poitou su Liber Peregrinationis, la guía que escribiera a mediados del siglo XII para aconsejar y prevenir a los peregrinos jacobeos. 

“El hombre sabio disfruta más dando de lo que el receptor disfruta recibiendo”. - Séneca

Buen Camino
Más allá, Más arriba, ¡¡Santiago!!