VÍA DE LA PLATA - Etapa 12: Valdesalor - Casar de Cáceres



Información actualizada 5 de abril de 2025



      Si decidimos tomar Casar de Cáceres como final de etapa, esto no significa renunciar a disfrutar del extraordinario patrimonio monumental de la ciudad de Cáceres. Para quienes quieran visitar la ciudad sin aumentar mucho la distancia, he preparado una ruta alternativa muy atractiva que atraviesa su casco histórico, incluida al final del artículo en el mapa de la etapa.

La jornada de hoy nos premia con una de las joyas del Camino: Cáceres, que conserva uno de los conjuntos monumentales más impresionantes de España, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Pasear por su casco antiguo es transportarse a otras épocas, a otras vidas; hacerlo de noche o bajo la lluvia invita especialmente a la evocación, al romanticismo y, sobre todo, al disfrute de sensaciones que enriquecen el Camino.

Para quienes decidan finalizar la jornada en Cáceres, lo aconsejable es planificar la etapa siguiente con distancia corta, unos 11 km hasta Casar de Cáceres. La alternativa de seguir hasta Cañaveral supone una etapa muy larga y dura, con más de 46 km, y sin población, tiendas, bares o fuentes intermedias.

Hace unos años, existía un albergue a orillas del Embalse de Alcántara, a unos 34 km de Cáceres, pero lleva cerrado y pendiente de licitación.

Dicho esto, nos ponemos en marcha rumbo a Casar de Cáceres.

A quien madruga, Dios le ayuda.




Primera parte: Valdesalor a Cáceres

      Nuestros primeros pasos nos llevan hasta la Plaza del Ayuntamiento de Valdesalor. Desde allí nos dirigimos hacia la N-630 que está a tan solo unos 40 metros. Con precaución caminamos por el arcén. Pronto, en la otra orilla, aparece un cubo de granito indicándonos cruzar la carretera para tomar un camino de tierra que va paralelo al asfalto (el tramo está bien señalizado con cubos indicativos).

Pronto el camino nos aleja de la carretera nacional y nos lleva hacia la autovía, la salvamos por un puente (Km 1). Tras el puente tomamos un camino que poco a poco vuelve a acercarnos a la N-360, la misma carretera que nos acompañará hasta Astorga.

Tras un kilómetro y medio, el camino nos acerca a un paso subterráneo que evita cruzar la carretera (Km 3,5).



      Si buscamos una referencia, la carretera la tenemos ahora a nuestra derecha. Subimos en cómodo ascenso por un camino de piedra suelta que nos lleva a coronar el puerto de las Camellas (Km 5,1), a unos 482 metros de altitud. Junto a alambradas del campamento militar Santa Ana caminamos unos 500 metros hasta que un cubo de granito indica cruzar con precaución la Nacional para seguir por un camino de tierra.





      El camino se aleja definitivamente de la N-630 (Km 5,4) y ante nosotros aparece la ciudad de Cáceres. Hay días en que el camino parece más largo cuando el destino está cerca. Paciencia: paso a paso, nuestro horizonte deseado se acerca.

Hay días en que el Camino parece alargarse más allá de las cifras del mapa; cuando el horizonte parece estar al alcance de la mano, la distancia se vuelve una lección de espera. Hoy puede ser uno de esos días: Cáceres parece tan cerca… y sin embargo no lo está. Paciencia, pasito a pasito hacia nuestro horizonte deseado.





      Dejamos atrás el camino de tierra para seguir una pista asfaltada que nos conduce a un polígono con decenas de pequeños talleres (Km 8,6). Al final de este, continuamos por la derecha de la carretera, la cruzamos por un paso de peatones y tomamos en diagonal la Ronda de San Francisco.

Avanzamos recto, atravesamos una rotonda y, unos 300 metros más adelante, llegamos a nuestro siguiente punto de referencia: la iglesia del Espíritu Santo. Se alza en una plaza con un cuidado jardín y un crucero que invita a la pausa. Si tenemos la suerte de encontrarla abierta, podremos admirar en su interior notables esculturas, entre ellas la del Cristo del Humilladero, muy venerado en la ciudad.

Por este lugar pasaron, siglos atrás, los peregrinos de la Vía de la Plata, los devotos de la ermita del Espíritu Santo y los monjes del cercano monasterio de San Francisco. Tal fue el tránsito que el rey Fernando VI ordenó plantar olmos para dar sombra a caminantes y vecinos. Algunos de esos ejemplares, como los del Espíritu Santo y los de los Nuevos Juzgados, aún siguen en pie y están catalogados como árboles singulares de Cáceres.




      Seguimos por la Ronda de San Francisco, pasando junto al Portón de la Huerta del Conde, que fue en otro tiempo la antigua puerta del cementerio de Cáceres (Km 10,2). A continuación, cruzamos junto a un complejo hospitalario y, a nuestra derecha, se alza el monumental Monasterio de San Francisco. Este bello conjunto, antiguo convento, acoge hoy un espacio cultural donde sus claustros renacentistas se han transformado en salas para congresos, exposiciones y el Conservatorio de Grado Medio.

Nuestros pasos nos llevan hasta una glorieta, la plaza de San Francisco, donde aún quedan vestigios del antiguo Puente de San Francisco (Km 11), desmantelado hace pocos años. Estamos ya a las puertas del casco histórico de Cáceres, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986.



      Rodeamos por la derecha la rotonda del puente y, al llegar al primer paso de peatones, lo cruzamos para tomar la calle Miralrio. Pasamos junto al Baluarte y la Torre de los Pozos, y luego giramos a la derecha por la calle San Roque, que asciende en una suave subida. Por esta vía llegamos al Arco del Cristo, lo cruzamos y continuamos por la Calle del Marqués. Al final nos recibe la plaza de San Jorge, con su imponente iglesia de San Francisco Javier. Giramos a la derecha y, a pocos pasos, se encuentra la majestuosa catedral de Cáceres (Km 11,7).

Para quienes no tengan pensado finalizar la etapa en Cáceres, recomiendo consultar el mapa de la etapa, donde hemos trazado un camino alternativo Intramuros.

¿En qué se diferencia del trazado oficial?
El recorrido oficial nos conduce directamente a la catedral, pero no atraviesa la mayor parte de los edificios emblemáticos del casco histórico. Quienes deseen sumergirse en la riqueza monumental de Cáceres y conocer sus lugares más relevantes, encontrarán en la ruta alternativa una experiencia más completa, que también culmina en la catedral de Santa María.





 


      Bajo la torre campanario de la iglesia se encuentra la escultura de San Pedro de Alcántara, un místico franciscano del siglo XVI que recorría los caminos descalzo, entregado a una austeridad extrema como forma de llevar el bien y la espiritualidad más profunda. La obra, realizada por el artista Pérez Comendador, es especialmente singular, ya que la imagen del santo es, a su vez, un autorretrato del propio escultor.

Su ejemplo nos recuerda que, en el Camino y en la vida, la verdadera fortaleza nace de la humildad y la entrega desinteresada. Caminar con los pies descalzos puede parecer un gesto pequeño, pero simboliza la grandeza de avanzar sin cargas, solo con la voluntad de servir y crecer por dentro.






Concatedral de Santa María

Este hermoso edificio comenzó a levantarse tras la última reconquista de Cáceres por Alfonso IX en 1229. Su construcción se prolongó durante varios siglos, integrando estilos arquitectónicos que reflejan la transición del gótico al renacentista. Las principales modificaciones ocurrieron a finales del siglo XV y culminaron a mediados del XVI, dotando al templo de un carácter solemne y armonioso.

Desde 1957, la iglesia posee el rango de Concatedral, lo que implica que, pese a no contar con las dimensiones típicas de una catedral, cumple plenamente sus funciones eclesiásticas. Esta circunstancia se debe a que la sede catedralicia principal se encuentra en la ciudad de Coria, al noroeste de la provincia de Cáceres.

En su interior, destacan diversas capillas y retablos que exhiben magníficas obras de arte sacro. La capilla mayor alberga un imponente retablo renacentista, obra que refleja la maestría artística y la devoción de la época. También se pueden contemplar valiosas imágenes religiosas y una exquisita talla del Cristo, que son objeto de veneración para los fieles y peregrinos.

Una curiosidad ligada a la Concatedral es la leyenda de una campana que, según se dice, tañó sola en momentos de gran peligro para la ciudad, evocando la protección divina que ha acompañado siempre a Cáceres y su gente.

Visitar la Concatedral es, más que un recorrido por un templo, una invitación a la contemplación interior, un espacio donde la historia, el arte y la espiritualidad se entrelazan para enriquecer el alma del peregrino.


      Al cruzar el umbral de la Concatedral de Santa María, el peregrino no solo pisa piedra y arte, sino también siglos de fe y esperanza. En su silencio y solemnidad, se nos recuerda que el verdadero templo está en el corazón, donde se construye cada día la fuerza para continuar el Camino con ánimo renovado.





      Junto a la Concatedral de Santa María nos encontramos con el magnífico Palacio de Carvajal, un bello ejemplo de arquitectura entre los estilos gótico y renacentista. Fue levantado hacia la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI. Es fácil de reconocer por su espléndido arco, con impresionantes dovelas, y un bonito balcón en esquina que parece vigilar el paso del tiempo.

Por la Calle de la Amargura, situada detrás de la catedral, se alza la Torre Redonda, datada en el siglo XII, probablemente vestigio de las primeras fortificaciones cristianas durante la reconquista de la ciudad.

Frente a la Concatedral se sitúa el Palacio Episcopal, cuya portada destaca por dos medallones alegóricos que representan el viejo y el nuevo mundo. A la derecha del esplendoroso palacio se encuentra el Palacio de Hernando de Ovando (siglo XVI), perteneciente a una de las dinastías más antiguas y arraigadas de la nobleza cacereña.

Junto al Palacio Episcopal se halla otro palacio, el de Mayoralgo, donde en su patio interior se conservan restos de arcos mudéjares y empotrados en sus paredes capiteles visigóticos, junto a una serie de escudos heráldicos. En este palacio se puede admirar también una bellísima estatua de mármol que representa a una dama romana, testimonio de la profunda historia que habita entre estos muros.

Para finalizar nuestra visita al Recinto Monumental, nos situamos en la Casa de los Moraga y la Casa de los Duques de Valencia. La primera data del siglo XV y actualmente funciona como Centro Provincial de Artesanía. Su fachada, sencilla y sin pretensiones palaciegas, guarda en su interior la tradición artesanal local. La segunda, la de los Duques de Valencia, ha sufrido sucesivas reformas a lo largo de los siglos que han desvirtuado su aspecto original, adaptándose finalmente a las necesidades de un organismo oficial.

Abandonamos la Plaza de Santa María por la calle que separa el Palacio Episcopal y el de Mayoralgo, que nos conduce hasta el Arco de la Estrella, principal acceso a la Plaza Mayor desde el recinto amurallado. Con ello, dejamos atrás el Cáceres intramuros y retomamos el recorrido oficial, que discurre por la misma Plaza Mayor.


      Entre palacios, torres y arcos que han resistido siglos, el peregrino aprende que el verdadero viaje no solo transcurre por caminos de piedra, sino también por los recovecos del tiempo y la memoria. Cada muro, cada escudo, es testigo silencioso de historias que nos invitan a mirar hacia dentro, a descubrir en nuestro propio interior la fortaleza para continuar el Camino, paso a paso, con la serenidad de quien sabe que la riqueza más profunda se encuentra en el alma.




      La Plaza Mayor de Cáceres está presidida por el imponente Ayuntamiento y rodeada por monumentos emblemáticos como la Torre de la Hierba, la Torre de los Púlpitos y, especialmente, la Torre de Bujaco, situada junto a la Ermita de la Paz.

Este espacio ha sido y sigue siendo un lugar de encuentro para los cacereños, con una excelente oferta de cafeterías, bares y restaurantes que invitan al descanso y al disfrute tras la jornada de camino.

En la misma plaza se encuentra la Oficina de Turismo, un punto imprescindible para el peregrino. Aquí se puede obtener información sobre el patrimonio local, rutas y servicios, así como poner el sello oficial en la credencial del Camino, testimonio tangible del paso por esta histórica ciudad.






Cáceres:
Conjunto Monumental y Patrimonio de la Humanidad

      Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986, Cáceres es un reflejo vivo de las múltiples culturas que habitaron sus muros y, con el tiempo, vieron crecer la ciudad más allá de sus murallas.

Sus primeros vestigios se remontan a la época romana, aunque ya existían asentamientos humanos anteriores. Sin embargo, fue con la llegada de los musulmanes cuando la ciudad adquirió esplendor, dejando importantes restos como el Palacio de las Veletas y la imponente muralla que aún la protege.

Durante los siglos XIII y XIV, diversas familias nobles del norte peninsular eligieron Cáceres para construir sus casas solariegas dentro del recinto amurallado, dando origen a la arquitectura característica del casco antiguo: edificaciones austeras y de marcado carácter defensivo. La mayoría de los edificios civiles y religiosos que hoy admiramos datan de finales del siglo XV y XVI.

La población judía también dejó su huella en el barrio homónimo, ubicado en un extremo de la muralla. Sus estrechas y sinuosas calles, algunas sin salida, forman parte de la Red de Juderías de España "Caminos de Sefarad", un testimonio más de la rica historia cultural de Cáceres.

Un rincón imprescindible: la Iglesia de Santiago de los Caballeros

Fuera del recorrido oficial, esta iglesia es una visita obligada. Construida sobre restos de un templo de la Orden de los Frates —germen de la orden de Santiago—, sus orígenes datan del siglo XII, con restos conservados del XIV.

En su interior se pueden admirar obras maestras de artistas como Alonso de Berruguete, cuyo retablo en la capilla mayor es una de sus últimas y más destacadas creaciones, con una Virgen con el Niño y un Santiago a caballo en la calle central.

Hasta principios del siglo XVIII, esta iglesia fue centro de recepción para peregrinos, un punto de descanso y guía para quienes cruzaban la ciudad. Aún se conservan en su exterior símbolos del Camino, como las vieiras y el cordón hospitalario. En "La Puerta de los Peregrinos" destaca una figura del siglo XIII que representa a un peregrino con su iconografía tradicional.

En esta zona, además, habita una de las mayores colonias de cigüeñas, cuyos vuelos a finales de mayo regalan un espectáculo natural que acompaña al peregrino en su paso.


      Cáceres nos invita a caminar no solo por sus calles, sino a transitar el tiempo y las culturas que la habitan. En cada piedra, en cada rincón, late la historia de quienes dejaron su huella y el eco de los peregrinos que, como tú, buscan en el Camino un encuentro profundo. Que esta ciudad sea para ti un refugio de paz y una fuente de inspiración en tu propio viaje interior.





Segunda parte: Cáceres - Casar de Cáceres

      Dejamos atrás la Plaza Mayor y seguimos por las calles Sancti Spiritus y General Margallo, sin desviarnos hasta llegar a la avenida de Hernán Cortés, que cruzamos con precaución por un paso de peatones a nuestra izquierda. La Plaza de Toros queda a nuestra derecha.

Al llegar a la Plaza de Toros, tomamos a la izquierda por la Avenida de las Lavanderas. Al inicio del paseo, nos recibe una escultura que representa a una lavandera mayor, con facciones marcadas por el tiempo y el trabajo (Km 12,7). Esta obra rinde homenaje a las lavanderas de Hinche, La Madrila y Beltrán, figuras entrañables del pasado cacereño, que con su esfuerzo y dedicación forman parte viva de la memoria local.


“En la sencillez del trabajo diario reside la grandeza silenciosa que sostiene el alma de un pueblo.”



      Por delante se abre un agradable paseo con bancos donde el peregrino puede descansar y recuperar fuerzas. Al final de este, comienza una ruta alternativa señalizada que evita un tramo de carretera a la salida de la ciudad.

Siguiendo el recorrido oficial, al terminar el paseo llegamos a una amplia rotonda, que tomamos por la izquierda para cruzar la carretera por un paso de peatones. En este punto también se ofrece una alternativa para evitar la carretera (Km 13,7).

Esta ruta alternativa discurre por un tramo más seguro, alejando al peregrino del tráfico y ofreciéndole un mayor contacto con la naturaleza. Además, regala unas impresionantes vistas de Cáceres desde el Cerro Otero. Parte desde la rotonda junto a la N-521 y asciende por un sendero que conecta con la Cañada Real, uniendo después con el antiguo trazado del Camino, evitando así los peligrosos kilómetros de asfalto.

(En el mapa de la etapa está marcado este recorrido).

A continuación, una serie de imágenes que confirman el dicho “una imagen vale más que mil palabras”. Solo por evitar caminar sobre el asfalto, cualquier motivo es bueno para que el caminante escoja esta alternativa. Primero, porque le aleja del peligro; y segundo, porque le permite disfrutar de un paraje natural verdaderamente hermoso, que vale la pena descubrir.


      En el Camino, elegir senderos que nos protejan y nos conecten con la naturaleza es también una forma de cuidar el alma. Alejarnos del asfalto y de lo peligroso es un acto de amor propio y respeto por el viaje. Que cada paso nos acerque no solo a nuestro destino, sino a la serenidad y la armonía.






Recorrido oficial

      Desde la rotonda, continuamos unos metros por un carril bici que nos conduce hasta la carretera CC-38. Seguimos aproximadamente tres kilómetros por esta larga y monótona vía, que mantiene un tráfico continuo.

Al superar el punto kilométrico 3, una señal junto a un cubo de granito nos indica abandonar el asfalto para tomar a la izquierda una pista de tierra (Km 16,3 de la etapa). Unos metros más adelante llegamos al punto donde se unen los caminos alternativos señalados en el mapa de la etapa.


      En ocasiones, el Camino nos presenta tramos más monótonos o difíciles, como este largo paseo por carretera. Son momentos para ejercitar la paciencia y la aceptación, recordando que cada paso, por sencillo o duro que sea, nos acerca a nuestro destino y fortalece nuestro espíritu. Aprovecha estas etapas para mirar hacia dentro, para respirar con calma y encontrar la quietud que nos impulsa a seguir adelante.



      A partir de aquí, el camino no presenta dificultad en cuanto a señalización, aunque apenas la necesitaremos, pues solo tenemos que continuar por esta pista que nos llevará directamente a nuestro destino de hoy, Casar de Cáceres.

Como referencia constante, tendremos a nuestra derecha la presencia cercana de la carretera. A lo largo del recorrido cruzaremos varios arroyos, que conviene tener en cuenta especialmente en temporada de lluvias.

Al llegar al kilómetro 20 de la etapa, nos topamos con la autovía, que salvamos atravesando bajo un par de puentes. Tras avanzar un par de kilómetros más, llegamos finalmente a Casar de Cáceres (Km 22).







      Al final de este agradable paseo llegamos a una plaza, desde donde continuamos por la Calle Larga Alta que nos conduce directamente a la Plaza Mayor. Allí se encuentra el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo, punto clave para que el peregrino pueda inscribirse y recoger las llaves del albergue, ubicado en la misma plaza (Km 23, final de la etapa). Continuamos por la Avenida de la Constitución unos 200 m para llegar hasta la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción, nuestro final de etapa de hoy (km 23,2 FINAL DE ETAPA)





Casar de Cáceres:
Historia y Patrimonio

      La primera cultura que dejó su huella en este territorio fue la romana, cuya presencia aún se manifiesta en un tramo conservado de la Vía de la Plata, la calzada romana que cruzaba el pueblo.

Los orígenes de Casar de Cáceres siguen siendo un misterio, pero los restos arqueológicos cercanos revelan una historia antigua y rica: un castro de la Edad de Bronce conocido como El Castillejo, una estela funeraria celtíbera del siglo I a.C., tumbas antropomorfas en el paraje de la Jara, piedras talladas y ruinas que hablan del paso del tiempo y de diversas culturas.

El camino romano, conocido como iter ab Emerita Asturicam, o la Vía de la Plata, también fue la base para la posterior Cañada Real Soriana-Occidental, ruta de trashumancia, y más adelante un Camino Real de Santiago. Hoy esta ruta se corresponde con la Calle Larga, que vertebra el casco urbano del pueblo. Los árabes la llamaban “Al-Balata”, que significa camino de plata.

También se conservan varios fragmentos de esta historia en lugares como la ermita de San Benito y San Blas, el camino de las Barcas, el pozo de los Tejares y el Canto.

El casco urbano tradicional tiene dos focos principales: la Calle Larga (Alta y Baja), que sigue el recorrido del Camino de Santiago, y el entorno de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Ambos se unen por la Avenida de la Constitución, que desemboca en la Plaza de España, donde se encuentran el Ayuntamiento y el albergue de peregrinos.

Este albergue, rehabilitado por el Ayuntamiento, está destinado a acoger a los peregrinos que recorren la Vía de la Plata, ofreciendo un espacio de descanso y encuentro en el corazón del pueblo.



Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

      En Casar de Cáceres no puedes dejar de visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un fiel reflejo de la arquitectura renacentista extremeña con claros elementos góticos. Sus orígenes se remontan a finales del siglo XIII y comienzos del XIV.

El crecimiento demográfico del pueblo motivó su ampliación en 1505, cuando el maestro cantero Pedro de Ibarra erigió la capilla mayor y una torre más amplia para el templo original.

En su interior destaca una amplia cabecera con bóvedas de crucería gótica, así como la sacristía y, especialmente, el Retablo Mayor, declarado Bien de Interés Cultural. Este retablo fue restaurado en el siglo XVI tras encontrar el original en muy mal estado.






Las Ermitas de Casar de Cáceres

      Casar de Cáceres cuenta con siete ermitas, cuatro de ellas ubicadas en el casco urbano, una en cada punto cardinal, y las tres restantes situadas en las afueras del municipio. Todas responden a modelos de arquitectura popular, aunque han sido reformadas a lo largo del tiempo.

En el centro urbano encontramos:

  • Al este, la Ermita de los Santos Mártires.

  • Al oeste, la Ermita de la Soledad.

  • Al sur, la Ermita de San Bartolomé.

  • Y al norte, en pleno recorrido del Camino, la Ermita de Santiago.





Reflexión final de la etapa

      En este tramo del Camino hemos transitado entre la naturaleza y la historia, entre el latir de antiguas culturas y la sencillez cotidiana que abraza al peregrino. Desde los senderos que evitan el asfalto hasta las calles empedradas de Cáceres y Casar, cada paso nos invita a recordar que el Camino no solo es un trayecto físico, sino un viaje interior.

Que la fuerza humilde de las lavanderas, el misterio de las viejas piedras y la serenidad de las ermitas nos inspiren a caminar con paciencia, respeto y apertura. Porque al final, el verdadero destino es ese encuentro con uno mismo, con la esencia que nos impulsa a seguir adelante, paso a paso, bajo la mirada silenciosa de la historia.



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Próximas poblaciones con albergue:

Cañaveral
>>> a 33 km <<<

Grimaldo (Fuera de camino 1,2 km)
>>> 41,3 km <<<

Riolobos (Camping / Casa Rural)
(Fuera de camino 4,2 km)
>>> 53 km <<<

Galisteo
>>> 60,8 km <<<

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Buen Camino




VÍA DE LA PLATA - Etapa 11: Alcuéscar - Valdesalor



Información actualizada 26 de marzo de 2025

      Con las primeras luces del día, nos despedimos con gratitud de los hospitaleros voluntarios y de la Comunidad Religiosa de los Esclavos de María y de los Pobres, un refugio cristiano que aún sostiene el espíritu del Camino.

Frente al crucero que marca la entrada, elevamos una oración al Santo Apóstol, pidiendo su guía y protección para la jornada. Siguiendo la flecha amarilla, dejamos atrás el pueblo y el asfalto para adentrarnos en una senda de tierra que serpentea entre olivos y dehesas. Si partimos antes del amanecer, detenernos un instante para mirar atrás es un regalo: el horizonte se tiñe con los primeros rayos que despiertan la vida y anuncian un nuevo comienzo.





      Besamos con los pies un sendero milenario, cuyas raíces se hunden en la Edad del Hierro, cuando pueblos celtas y tartésicos transitaban estas tierras. Hoy recorremos la antigua vía XXIV del Itinerario de Antonino, que unía Emérita Augusta con la mansio Ad Sorores, un asentamiento romano cercano a la villa de Casas de Don Antonio, que visitaremos más adelante.

La “Calzada de la Plata” fue un eje fundamental en la red viaria romana de la península, conectando el sur con el noroeste y dando origen a vías secundarias hacia el este. En el camino, los miliarios romanos, columnas cilíndricas colocadas en el borde de la calzada o integradas en muros y casas, nos recuerdan aquellas distancias y la precisión con la que se organizaban los desplazamientos del imperio.

Cada miliario señalizaba una distancia de mil passus —pasos dobles romanos— equivalentes a aproximadamente 1.480 metros, ayudando a orientarse a viajeros a pie, a caballo o en carro.

A lo largo de la Vía de la Plata se han documentado 189 miliarios, algunos todavía en su lugar original, otros desplazados o reutilizados, algunos aún portadores de inscripciones que indicaban su ubicación y distancia, siendo así faros para quienes recorrían estas rutas milenarias.





      La Vía de la Plata extremeña nos regala numerosos vestigios que atestiguan su antigua importancia. Tras recorrer casi 8 kilómetros, cruzamos el río Ayuela por un pintoresco puente de unos 36 metros de longitud. Aunque a menudo se le llama “puente romano”, su origen real es medieval.

En sus inmediaciones aún se conservan elementos etnográficos como un lavadero, un pozo y un molino, recuerdos vivos de la vida rural que durante siglos acompañó estas tierras.

Durante la época romana, cuando la Vía de la Plata vivió su máximo esplendor, existió un puente cercano para salvar el río. Algunos sillares del puente romano original han aparecido junto a la actual N-630, pero apenas quedan restos visibles, al igual que de la antigua mansio Ad Sorores.

Con el paso de los siglos, este camino y su vado fueron cayendo en el olvido y la ruina. No fue hasta la Baja Edad Media cuando los caballeros de la Orden de Santiago reconstruyeron el puente actual, asegurando así las comunicaciones en sus vastos dominios reconquistados.




      Tras cruzar el puente sobre el río Ayuela (Km 7,8), las flechas amarillas nos invitan a desviarnos a la izquierda por la carretera. Aunque a veces las señales del Camino puedan parecer confusas, optamos por seguir el latido del territorio y adentrarnos en la pintoresca villa de Casas de Don Antonio. En este andar, aprendemos que el Camino es suma de pasos conscientes, de momentos vividos, y no solo de distancias acortadas.

Esta pequeña y humilde población guarda un casco antiguo que conserva la memoria de siglos, con valores urbanísticos y patrimoniales que trascienden lo local. Fue aquí, en plena Vía de la Plata, donde se alzó una de las mansio romanas más importantes, testigo silencioso de quienes en tiempos remotos caminaban con fe y propósito.




      La villa de Casas de Don Antonio se sitúa en la mansión de Ad Sorores, en la dehesa de Santiago de Bencáliz, a unos 1.500 metros al norte del núcleo actual. Ad Sorores fue la primera mansio de la vía XXIV del Itinerario de Antonino, el primer asentamiento romano al norte de Emérita, a unas 26 millas de distancia.

No conocemos con detalle las vías romanas importantes hasta que, alrededor del año 217 d.C., se redacta el Itinerario de Antonino (Itinerarium Provinciarum Antonini Augusti), una especie de libro de carreteras que nos revela el entramado viario de Hispania en tiempos de Antonino Pío, con algunos ajustes posteriores en época de Diocleciano. En él se registran las vías principales, las mansiones por las que pasaban y las distancias entre ellas.

La historia nos cuenta que el actual municipio fue fundado por la Orden de Santiago en los cortijos o casas de un caballero llamado Antonio, de donde deriva su nombre, Las Casas de Don Antonio, en el año 1290, bajo el reinado de don Sancho IV. Fue aldea dependiente de Montánchez, y el rey Carlos III le concedió el título de Villa el 24 de septiembre de 1769.

La vida discurre tranquila por las calles de esta pequeña población, donde sus vecinos reciben con amabilidad al peregrino. Las casas reflejan la identidad del territorio, construidas con mampostería de pizarra, acompañadas de cantería y ladrillo que enmarcan puertas y ventanas, mostrando la mano sabia de sus artesanos.

En la Plaza Mayor, se levanta un artístico crucero de granito, fechado a finales del siglo XVI. Estos cruceros son una de las manifestaciones más genuinas de la arquitectura popular cacereña, testigos pétreos de la fe y el paso del tiempo.

En el camino hacia la iglesia, en la Plaza de España frente al ayuntamiento, encontramos un Rollo o Picota sobre tres escalones circulares, popularmente conocido como “La Cruz de la Horca”, símbolo de jurisdicción. Tristemente, estos rollos servían en los villazgos para los ajusticiamientos públicos, un recuerdo sobrio de tiempos pasados.

La iglesia parroquial está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, obra de finales del siglo XV, con torre de principios del XVI. En su interior se custodian un púlpito interesante, varios retablos barrocos, un cuadro en el coro que representa al obispo Pavón, una imagen del Apóstol Santiago a caballo y una destacada imagen de la Virgen de la Asunción, guardianes silenciosos de la fe y el arte que habitan esta villa.





Romería de Santiago de Vencáliz

      Cada 1 de mayo, la romería de Santiago de Vencáliz une a peregrinos y vecinos en una procesión tradicional donde se porta la imagen de Santiago a caballo. Antes de la fiesta, se preparan dulces típicos que llenan el aire de sabor y tradición. Al salir del pueblo, la sencilla y acogedora Ermita del Pilar, con sus siglos de historia, invita al recogimiento. Una fuente cercana nos ofrece agua fresca para reponer fuerzas y seguir nuestro caminar.



      La carretera nos conduce hasta el cruce con la Nacional, y avanzamos por un carril paralelo a ella. Pronto, unos cubos de granito nos señalan el miliario XXVI (Km 9,9), que se alza a nuestra derecha formando parte de una cerca de piedras. Aunque muy desgastado y sin base, marca la milla XXVI de la calzada, justo donde se ubicaba la mansio Ad Sorores, probablemente cerca del actual km 579 de la N-630.

Un kilómetro más adelante, llegamos a la entrada de la Dehesa Santiago de Bencáliz, donde se encuentra la Casa Fuerte, una construcción bajomedieval de los siglos XVII y XVIII. El miliario de la milla XXVII sirve de columna en el portal de esta finca.

Dos filas de eucaliptos dibujan un pasillo vegetal de unos 500 metros que conduce a esta magnífica casa-fuerte, que fue ampliada y reformada en el siglo XVI, guardiana silenciosa de historias y tiempos.

Al norte, junto al pequeño embalse de Nogales, se alzan las ruinas de la ermita de Santiago. Para su construcción no se buscaron piedras lejanas, sino que se desmantelaron parcialmente algunas estructuras de la villa romana sobre la que se asienta. En los años 70, el profesor Enrique Cerrillo llevó a cabo excavaciones arqueológicas aquí, aunque la investigación quedó truncada por la negativa de los propietarios.

Tanto la casa fuerte como la ermita son hoy propiedad privada y no visitables, pero su presencia nos habla del pasado vivo que nos rodea.

Siguiendo el camino, nos encontramos con otro miliario que aún se mantiene erguido junto a la calzada: el miliario XXVIII (Km 11,3). Situado en su lugar original, es conocido como “el Correo” por la abertura que servía para dejar la correspondencia destinada a la cercana casa de Santiago de Bencáliz.




      La Vía de la Plata debe su nombre actual a una transformación lingüística: proviene de la castellanización del término andalusí al-Balat, que significa “el camino empedrado”. Pero su historia se remonta mucho más atrás, incluso antes de la llegada de Roma a estas tierras.

Fue en época del emperador Augusto cuando esta ruta comenzó a tomar forma definitiva, consolidándose con la construcción de la calzada durante el siglo II d.C., bajo los mandatos de los emperadores Trajano y Adriano. Su importancia fue tal que los casi 470 kilómetros iniciales, que unían Astúrica Augusta (actual Astorga) con Emérita Augusta (Mérida), se fueron extendiendo con el tiempo hacia el sur, hasta Itálica e Hispalis (la Sevilla romana), por la vía conocida como Iter ab Hostio Emeritam Uxue Fluminis Anae.



      Llegamos a una zona de descanso junto al puente de Santiago de Bencáliz, que salva el cauce del ahora sediento arroyo de la Zafra (Km 12,4). Aunque en la zona se le conoce como puente romano, como suele suceder con muchos puentes del Camino, su origen es en realidad bajo medieval. Fue construido bajo el auspicio de los caballeros de la Orden de Santiago y hoy se mantiene en muy buen estado, testigo silencioso de los pasos que lo cruzaron durante siglos.

Este puente nos recuerda que, como peregrinos, a veces debemos atravesar cauces que parecen secos, pero que en nuestro interior mantienen la vida latente, esperando ser despertada.




      A unos doscientos metros llegamos a la carretera N-630, que cruzamos con cuidado. A pocos pasos, a la izquierda, aparece el miliario XXX, cercano al camino, como un antiguo guardián que sigue marcando la distancia en esta ruta milenaria.

Un kilómetro y medio más adelante, alcanzamos el arroyo Vendinar. Si lleva agua, podremos cruzar sus bloques de granito sin dificultad, como un pequeño desafío natural que nos conecta con la tierra.

Tras avanzar otros 700 metros, llegamos al cruce que conduce a Aldea de Cano (Km 14,8). La aldea se abre a nuestra derecha, a unos 500 metros, ofreciéndonos una oportunidad de descanso y compañía. Quizás sea buen momento para detenernos, tomar aliento y compartir experiencias, pues aún quedan unos 11 kilómetros hasta el final de la etapa.

En la entrada de Aldea de Cano encontraremos un albergue para peregrinos y un bar cercano, el Restaurante Las Vegas, un refugio amable donde recargar fuerzas y seguir el Camino.






      Aldea de Cano, un remanso para el peregrino, ofrece todos los servicios necesarios: albergue, bar-restaurante, farmacia, tiendas e incluso una casa rural para quienes buscan mayor comodidad.

Destaca su iglesia parroquial, dedicada a San Martín de Tours, patrón del pueblo. Construida entre finales del siglo XV y principios del XVI con mampostería y sillería, su torre cuadrada luce una decoración de bolas que revela la influencia portuguesa de sus canteros. En su interior, varios retablos barrocos y rococós enriquecen el templo, siendo el retablo mayor, del siglo XVII, el más destacado, donde se sitúa la imagen del patrón.

Otros lugares de interés que invitan a la pausa y la contemplación son el Convento de Angelita Llorens, la Ermita de la Virgen de los Remedios, la Casa del Cura y el Ayuntamiento, conocido como Palacio de los Excelentísimos Marqueses Martín Borrego, edificado en el siglo XVI.

En Aldea de Cano, el peregrino no solo encuentra refugio, sino también la oportunidad de sentir la historia y la espiritualidad que envuelven este antiguo camino.


      Desde la iglesia de San Martín, tomamos la calle Cristóbal Colón hasta llegar a la carretera N-630. Cruzamos con cuidado y seguimos de frente por la carretera comarcal 360. Aunque no hay flechas que lo señalen, este es el camino más corto para retomar la ruta señalizada con las flechas amarillas.

Caminamos con precaución por el arcén izquierdo durante algo más de 400 metros hasta que, al llegar al kilómetro 15,5 de la etapa, las flechas nos indican el camino a seguir.

Un kilómetro más adelante, atravesamos un paso subterráneo que salva la autovía y nos adentramos en la tranquilidad de la dehesa (Km 16,5 de la etapa), un espacio donde la naturaleza nos invita a la calma y la reflexión.



      Entramos en una zona de gran belleza natural, donde la dehesa se extiende ante nosotros, regalándonos su calma y su sencilla grandeza. Los sonidos del campo, el susurro del viento entre las hojas y el canto lejano de las aves nos invitan a detenernos, a respirar con conciencia, a armonizarnos con este paisaje que parece eterno.

En la sencillez de estos momentos se encuentra la verdadera riqueza: aprender a valorar lo pequeño, a escuchar el latido pausado de la tierra y a encontrar en ella un refugio para el alma.




      Tras pasar el Arroyo del Molinillo, a unos 100 metros y tumbado en la dehesa, se encuentra el miliario XXXII (Km 17,2). Poco después cruzamos un paso canadiense, y durante el próximo kilómetro el camino presenta un ligero repecho con su consiguiente bajada, que nos lleva a vadear otro curso de agua: el arroyo de la Cigorova.

Entramos ahora en un entorno de gran belleza natural. El Camino se abre paso entre las Dehesas del Garabato de Arriba y de la Falsa, un paisaje que invita al silencio y a la contemplación. Caminamos bajo la sombra de encinas centenarias, entre cantos de aves y la calma profunda del campo extremeño.

Finalmente alcanzamos la pista del Aeródromo de La Cervera, donde los socios del Aeroclub de Cáceres practican sus vuelos (Km 20,2 de la etapa). Un cartel nos aclara que la prohibición de paso no afecta a los peregrinos, que podemos continuar sin problema.



      Aún nos queda un tramo de algo más de 6 km hasta alcanzar nuestro objetivo de hoy: la población de Valdesalor. En los meses duros del verano, cuando el sol cae implacable, este trayecto puede hacerse especialmente exigente. El calor aprieta, y no encontraremos sombra alguna donde cobijarnos. Conviene, pues, afrontarlo con calma, agua suficiente y buen ánimo.

El paisaje continúa siendo el de un terreno ondulado, cubierto de retamas, que poco a poco va descendiendo. Finalmente, el camino nos conduce hasta el puente viejo que cruza el río Salor: el conocido como puente de La Mocha (Km 24,7).

Aunque muchos lo atribuyen al mundo romano, no lo es en su configuración actual. Es muy probable que se alzara sobre uno anterior, ya que su emplazamiento coincide con el trazado de la vía XXIV del Itinerario de Antonino. De la época romana apenas quedan unos sillares, reutilizados probablemente para levantar las bóvedas apuntadas.

Se considera, por tanto, que los cinco arcos centrales datan de época bajomedieval, con una clara influencia gótica. El resto de los arcos y estribos pertenecen a reformas posteriores, siendo especialmente significativa la gran rehabilitación de 1751. La plataforma ha sido restaurada recientemente con cantos rodados, flanqueada por un eje central de losetas de granito.


“El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa.”
—San Juan de la Cruz





      Una vez superado el puente, gastamos nuestros últimos cartuchos en una larga recta que nos adentra, por fin, en la población.

A la entrada de Valdesalor se encuentra el albergue municipal de peregrinos, justo frente al parque (Km 25,7). Trescientos metros más adelante alcanzamos el final de la etapa de hoy (Km 26), en la Plaza de España, donde se alzan la iglesia parroquial y el edificio del ayuntamiento.

Frente a la iglesia, en la calle Cristóbal Colón, se encuentra el Hogar del Pensionista. Allí debemos recoger la llave del albergue, inscribirnos y sellar nuestra credencial.


Al llegar a Valdesalor

      El cuerpo cansado pide descanso, y el alma, recogimiento. Ha sido una jornada larga, llena de contrastes: dehesas silenciosas, miliarios centenarios, puentes que nos hablan de otras épocas... y ese sol implacable que todo lo pone a prueba. Pero también ha sido una etapa de belleza sobria, de horizontes abiertos y de paso firme.

Quizá no haya muchas cosas aquí que llamen la atención del viajero apresurado, pero el peregrino sabe mirar con otros ojos. Porque todo lugar tiene su alma, y todo descanso, su sentido.


"Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda."
Santa Teresa de Jesús






Valdesalor:
encuentro de historia, naturaleza y peregrinación


      Esta localidad debe su nombre al río Salor y a la hermosa vega que le rodea. Su poblamiento está documentado desde época romana, gracias al hallazgo de un tesoro fechado en el año 81 a.C., posiblemente vinculado a las guerras sertorianas.

Aunque su actual asentamiento fue proyectado a finales de los años 60 del siglo XX por el Instituto de Colonización para aprovechar la zona de regadío cercana al embalse del Salor, Valdesalor se alza en uno de los entornos más históricos y emblemáticos del occidente español: la Vía de la Plata.

Eminentemente agrícola, la localidad se nutre de los regadíos derivados del embalse ubicado a 6,5 km. Llegaron a ella 60 colonos procedentes de poblaciones cercanas, que recibieron parcelas de seis hectáreas para cultivar. Así, el pueblo es también un referente del “desarrollismo” rural español en la segunda mitad del siglo XX, reflejado en su arquitectura de colonización.

A pesar de su juventud, en Valdesalor confluyen caminos y memoria. Por su término transitan la Vía de la Plata y el cordel de merinas, con restos romanos, como varios miliarios reutilizados en las cuadras de la Finca del Trasquilón.

Entre sus principales atractivos destacan un puente romano-medieval, una ermita visigoda, un embalse que invita al baño y al descanso, un refugio de pescadores, rutas senderistas, dos castillos, una casa palacio para uso hostelero y, desde hace unos años, un coqueto y acogedor albergue de peregrinos.


Reflexión final de la etapa

      Este lugar, mezcla de historia y vida sencilla, nos recuerda que el Camino no solo es un recorrido físico, sino una invitación a conectar con la tierra, la memoria y la comunidad que nos acoge.

Como dijo San Juan de la Cruz:
“En el ocaso de la vida, seremos juzgados por el amor.”

Que Valdesalor sea un espacio para reencontrarnos con ese amor y serenidad en nuestro peregrinar.


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Próximas poblaciones con albergue:

Cáceres
>>> 11,6 km <<<

Casar de Cáceres
>>> 23,1 km <<<

Cañaveral
>>> 56,1 km <<<

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Buen Camino