Un Camino de pequeñas cosas




UN CAMINO DE PEQUEÑAS COSAS


      Si verdaderamente deseas vivir el Camino como un peregrino, no busques controlarlo… déjate sorprender.

Comienza por acoger las cosas pequeñas: una sombra a tiempo, una sonrisa compartida, el agua fresca de una fuente…
Y aprende a vivir sin prisas, porque en lo sencillo se esconde lo sagrado.

Practica la armonía del alma: sé generoso con tu paso, agradecido con cada encuentro, atento a cada señal.

Cuando te abras a escuchar con el corazón, sentirás cómo el Camino te susurra vida desde lo más profundo del ser.
Esa voz que brota desde dentro, y que —cuando la reconoces— ya nunca caminas solo.

Procura que tus pasos sean íntimos, humildes, cargados de asombro y curiosidad…
Porque el Camino habla también desde lo invisible: desde el silencio, desde la brisa, desde el polvo que se alza tras cada pisada.

Y en esa escucha callada comprenderás que lo esencial no se muestra, no se compra, no se mide.


Lo esencial se siente, se es…
Y se vive en cada una de esas pequeñas grandes cosas que muchos no verán jamás, ocupados en tener, mostrar o llegar.

¡Disfruta las pequeñas cosas!
Allí, donde nadie mira, el Camino te hablará de lo eterno.


Ultreia et Suseia




Santiago Matamoros



23 de mayo

CONMEMORACIÓN DE LA APARICIÓN DE SANTIAGO APÓSTOL


      En un día como hoy del año 844, se produjo supuestamente una batalla legendaria en el denominado Campo de la Matanza, en las cercanías de Clavijo (La Rioja). Fue dirigida por el rey Ramiro I de Asturias contra los musulmanes.


La Batalla de Clavijo

      Una de las más célebres batallas de la Reconquista, mítica por la victoria de las tropas cristiana sobre las musulmanas gracias a la intervención milagrosa del apóstol Santiago.
Los historiadores afirman que la batalla pudo acontecer ante la negativa de Ramiro I de someterse al tributo de las cien doncellas, que consistía en un tributo de cincuenta hidalgas y cincuenta plebeyas, hacia el Emirato de Córdoba.


La Leyenda

      Todo estaba perdido para las tropas de Ramiro, que ya veían como los musulmanes les vencerían muy pronto. Pero una noche, en sus sueños, se presentó ante Ramiro el apóstol Santiago, animándole para no rendirse y seguir en combate. Según cuenta la leyenda, al día siguiente se presentó el apóstol en medio de la batalla. En los cielos se pudo ver una cruz roja en forma de espada y los musulmanes fueron derrotados al grito de Que Dios nos ayude y Santiago. La leyenda cuenta que el mismo Santiago descendió de los cielos para entrar a formar parte de la batalla. Desde la batalla de Clavijo, a Santiago se le conoció también bajo el nombre de Santiago “Matamoros”.




Ultreia et Suseia

El Camino, una experiencia vital



EL CAMINO DE SANTIAGO
una experiencia vital que transforma



Un viaje con alma

      El Camino de Santiago es mucho más que una ruta de peregrinación. Es un recorrido hacia un santuario, sí, pero también hacia dentro de uno mismo. Miles de pasos que te conducen al sepulcro del Apóstol Santiago y al encuentro contigo.

Orígenes bajo las estrellas

      Hace más de mil años, bajo un cielo estrellado, el eremita Paio descubrió un enterramiento en el bosque sagrado de Libredón. Allí descansaban Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Atanasio.

El rey Alfonso II de Asturias ordenó erigir una pequeña iglesia en el lugar: el Locus Sancti Iacobi. Fue la piedra angular de lo que hoy es la catedral y la ciudad de Santiago de Compostela.

Desde entonces, los caminos se llenaron de huellas que llegan desde todos los puntos del horizonte, con un único destino: Santiago.





La Concha Peregrina

      Hoy llevamos la vieira colgada desde el primer paso. Pero en otros tiempos, solo la portaban los que ya habían llegado a Santiago. Se la llamaba Pecten Maximus y simbolizaba una virtud alcanzada: la generosidad.

Quien ha llegado a Santiago, ha sido tocado por algo que le cambia.
Y lo que se transforma, nunca vuelve a ser lo mismo.


La flecha amarilla: humilde guía, gran legado

      La más fiel compañera del peregrino no tiene GPS ni mapa. Es una flecha pintada a brocha gorda, a veces sobre piedras, muros o árboles. Nació de la mano del padre Elías Valiña, el cura de O Cebreiro.

Con su viejo “dos caballos” y restos de pintura de carreteras, recorrió el Camino marcando con humildes señales el sendero hacia Santiago. Su gesto, sencillo y silencioso, salvó el Camino del olvido.

Hoy esa flecha es más que un símbolo: es un acto de amor.


Si alguna vez una flecha te devuelve la sonrisa, elévala al cielo y grita con gratitud: ¡Ultreia! 



Credencial y Compostela

      La credencial es el pasaporte del alma del peregrino. No da derechos, solo abre puertas.

Te identificará como peregrino ante los albergues y te permitirá solicitar la Compostela, el certificado que acredita tu peregrinación. Solo se concede a quienes han hecho el Camino con sentido cristiano:

devotionis affectu, voti vel pietatis causa.

Sellar tu credencial en cada etapa es como sembrar memoria en tu paso.


¿Qué llevar? Lo justo. Nada más.

      El Camino no se hace con peso, sino con ligereza.

Mochila

  • Impermeable, ligera y bien ajustada. 6-8 kg máximo.

  • Distribuye el peso: objetos pesados abajo y cosas útiles a mano.

Lo esencial despendiendo de la estación del año

  • Ropa: 2 camisetas, 2 pantalones, 2 mudas, 1 forro polar, chubasquero.

  • Botas cómodas y usadas, chanclas, saco de dormir.

  • Gorro, gafas, toalla, artículos de higiene en formato pequeño.

Otros objetos

  • Bordón. Si lo encuentras en el camino, mejor.

  • Navaja, tapones para oídos, documentación, tarjeta sanitaria y bancaria.

  • Un buen sombrero. En la Vía de la Plata, el sol no perdona.

Botiquín básico

  • Analgésicos, gasas, aguja e hilo, Betadine, vaselina, protector solar.


Alimentación y agua

      Lleva agua suficiente. En la Vía de la Plata las fuentes escasean. En verano, 3 litros es lo recomendable.
Aliméntate con productos ligeros, energéticos y locales. Muchos albergues tienen cocina comunitaria.


Cuidar los pies es cuidar el camino

      El mayor enemigo a combatir: las ampollas.
El mejor aliado: un buen calzado y calcetines técnicos .

Ventila tus pies, masajéalos y sécalos bien.
Si surge una ampolla, no quites la piel. Drena, desinfecta y protege.

Caminos de asfalto: atención y respeto

      Cuando las flechas te lleven al asfalto: Camina siempre por la izquierda. Si vas en grupo, en fila india evitando distracciones. El asfalto es el único tramo donde el Camino puede no perdonar.

 

Albergues: donde el alma descansa

      Hay muchas formas de dormir… pero pocas tan ricas como las de los albergues de donativo, herederos de los antiguos hospitales medievales.

Atendidos por hospitaleros voluntarios, ofrecen algo que no se compra: acogida, comunidad, compartir.

Allí, una cena puede convertirse en una conversación inolvidable.
Y un desayuno compartido, en una bendición silenciosa.



Y ahora, comienza tu Camino

      No necesitas más. Solo voluntad, humildad, asombro… y una mochila bien preparada. Pero sobre todo, lleva espacio en el alma. Porque el Camino… 

te lo llenará todo. 


Ultreia et Suseia




Oración a Santiago Apostol



ORACIÓN A SANTIAGO APÓSTOL


Gloriosísimo Santiago el Mayor,
padre de infinitos mártires y santos,
aclamado por todos como Apóstol de la Paz,
a quien se le da enormemente las gracias
en todas las naciones, en cualquier parte y lugar,
que fuiste recompensado con un trono Celestial
por tu amor y obediencia al Señor,
¡ruega por nosotros!

Santiago gran defensor de la fe,
que dejando todo, familia y trabajo,
despreciando lo que el mundo te ofrecía,
a la primera llamada respondiste con un ¡sí!
y seguiste a Jesús incondicionalmente,
incluso antes de ser testigo de sus milagros,
que con tu predicación convertiste a tantos,
ya a muchos más ganaste para mayor gloria del Señor,
hoy te invoco con fe y confianza,
escucha mi súplica, dame tu ayuda y bendición.

Tú que saliste victorioso de la batalla que libraste
contra las legiones de demonios,
contra magos y hechiceros,
y contra todos los poderes de la oscuridad,
préstame tu brazo poderoso
y líbrame de toda envidia, de todo enemigo y mal.

Glorioso Santiago,
tú que das alivio y esperanza
a los que están lejos de su país,
que manifiestas tu poder
restableciendo rápido la salud de los enfermos,
que eres liberador de los que padecen
cualquier clase de esclavitud,
que eres defensor de los que injustamente son tratados
y eres consuelo de los afligidos y necesitados,
intercede ante Dios para que pueda obtener
lo que humildemente te solicito:

(Hacer la petición).

Santo Apóstol Santiago,
ante ti me arrodillo
para pedirle protección para el peregrino
ante las adversidades del Camino.

Te ruego que extiendas tus manos
para que su sombra le proteja del sol abrasador.
Te ruego que seas su fuente de agua clara donde saciar su sed.
Su esperanza cuando se sientan perdidos o fatigados.
Su cordura en momentos de incertidumbre y desesperación.

Santo Apóstol Santiago,
te ruego tomes de la mano a tus peregrinos, que dejaron su vida en tu sendero sagrado. Dales la Paz y tu infinita bondad en su nuevo Camino hacia la eternidad.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén

Rezar, pidiendo su gran ayuda al poderoso y bondadoso Santiago Apóstol, el Mayor, el Credo y la Salve.


Ultreia et Suseia, ¡deus adjuva nos!

BUEN CAMINO 2017



Buen Camino


      Cuando ante ti se abran muchos caminos
y no sepas cuál recorrer,
no te metas en uno cualquiera al azar:

siéntate y aguarda.

Respira con la confiada profundidad
con qué respiraste el día en que viniste al mundo,
sin permitir que nada te distraiga:

aguarda y aguarda más aún.

Quédate quieto,
en silencio y escucha a tú corazón...
cuando te hable,
levántate y ve donde él te lleve...


/ Susanna Tamaro


Ultreia et Suseia

AMPOLLAS EN EL CAMINO




¡ATENCIÓN AMPOLLAS!

 
      Las ampollas y rozaduras en los pies suelen crear alarma entre los peregrinos. Su aparición puede convertir nuestro caminar en una auténtica tortura que minan la moral de cualquiera. Y no exagero. He visto peregrinos tremendamente desmotivados, y con la moral por los suelos por culpa de las ampollas.

Estas se producen por el constante rozamiento de la piel con los calcetines, y suelen aparecer habitualmente durante las primeras jornadas del Camino. Normalmente, se deben a calcetines inadecuados, o calzado nuevo. Para evitarlas tenemos que adquirir unos calcetines que eviten rozaduras y sobre todo no estrenar calzado en el Camino.


Debemos tener una cosa clara,
los pies son el vehículo del peregrino,
si no los cuidamos seguramente
nos sacarán del Camino.


      El calzado para el Camino ha de ser fuerte pero flexible, y sobre todo darle un uso antes de comenzar el Camino.

Por muy buenas que sean unas botas, conviene comprarlas al menos un mes antes para ir acostumbrándolas al pie. De este modo, el pie se adapta a la bota y la bota se adapta al pie. Lo que no es recomendable es comprarlas esta tarde y mañana comenzar el Camino, porque es seguro que aparezcan roces y ampollas hasta que nuestros pies se adapten al calzado.

Como medida de precaución, suelo llevar conmigo unas sandalias de tracking, así, si las botas me causan algún daño o hace excesivo calor, mis pies agradecen la “libertad” de las sandalias que, si son de calidad, garantizan una suela adherente y un ajuste perfecto.


¿Cómo prevenir las ampollas?

      No hay nada mejor que untarse los pies con vaselina antes de comenzar la caminata para que los pies se adhieran perfectamente al calcetín y no cause rozaduras. Ayuda a evitar roces, especialmente los días lluviosos, que son los más peligrosos.

Los calcetines deben adaptarse a la perfección al pie. Es importante que el tejido sea natural y permita la transpiración, ya que el exceso de calor en los pies es también la causa de la aparición de ampollas. En las tiendas de deporte venden unos calcetines antiampollas que van muy bien, sin costuras y que se adaptan de maravilla al pie.

Además, a la hora de colocarlo antes de comenzar la etapa es importante que se ajuste al pie y sus contornos, evitando que se creen arrugas que pueden ser el desencadenante de una ampolla al representar un punto de fricción del pie.

También es importante mantener una correcta hidratación de los pies. Un pie en perfectas condiciones apenas experimentará rozaduras, aunque existen una serie de trucos para evitar la fricción de los pies con las botas o zapatillas, se trata de poner vaselina en las partes en las que el roce es mayor, como puede ser la zona de los talones y los dedos, Es importante que de esta manera protejamos los pies y evitemos la aparición de las temidas ampollas.


¿Y si aparecen, cómo podemos combatirlas?

      Si a pesar de todo empieza a rozar alguna zona, aún se puede evitar las ampollas. Si cuando caminamos tenemos alguna molestia en los pies, nos paramos, si alguna zona de roce empieza a está roja y escuece al rozarla, o incluso hay una pequeña ampolla, se puede cubrir con un trozo de esparadrapo (sin que haga pliegues) y seguir andando como si nada... con los días esa zona se irá haciendo dureza y no habrá riesgo de ampolla.


"Cada maestrillo tiene su librillo"


      Pero la experiencia como peregrino me ha enseñado que una buena solución, nada agresiva, es poner los pies a remojo en agua tibia con un buen puñado de sal y un potente chorro de vinagre. Ayudan a desinfectar y cicatrizar las ampollas, además de servir de relajación para los pies, cansados tras la etapa diaria.

Quizás la solución más extendida entre peregrinos y que sirve para reducir el tiempo que tarda en desaparecer la ampolla, consiste en una vez finalizada la etapa y ya en el albergue, lavamos la zona y atravesamos la ampolla con una aguja desinfectada con hilo, drenamos completamente el líquido interior y acto seguido la secamos con alcohol y aplicamos abundante Betadine. A continuación, se corta el hilo dejando unos milímetros y se deja secar sin cubrir. Lo aconsejable es que durante la tarde dejemos al descubierto los pies

A la mañana siguiente, y antes de empezar la etapa, protegemos bien la ampolla para evitar rozaduras. Es muy importante que no arranquemos la piel muerta de la ampolla, esta nos protege de infecciones.

También es imprescindible hacer las curas cada día, tras el periodo de unos días la ampolla acabará y el hilo caerá por sí solo.



Buen Camino




La concha peregrina



LA CONCHA PEREGRINA
Una mano abierta al mundo

      El aspecto del peregrino ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, desde la larga capucha, con una bolsa de piel sin ataduras, sandalias, bordón y calabaza, a atuendos deportivos donde los materiales sintéticos son los predominantes. La peregrinación a Santiago de Compostela ha cambiado mucho desde entonces, algunos defienden que ha progresado, otros que ha sucumbido a las exigencias de una sociedad cada vez más alejada de los valores cristianos y sus tradiciones.

Sea cual sea el sentido que se le quiera dar a la evolución de la Peregrinación a Santiago de Compostela, esta sin lugar a dudas está más viva que nunca, los caminos son frecuentados por cientos de miles de almas peregrinas cada año.

Naturalmente la motivación que empuja a muchas personas al Camino de Santiago no es únicamente religiosos o espirituales, las hay de todo tipo, deportivos, culturales, una forma de descubrimiento interior o simple y llanamente, por turismo, pero en el fondo pienso que todas ellas cumplen un mismo objetivo, LA BÚSQUEDA de la FELICIDAD.

Pero todo esto no es nuevo, no es algo surgido de una tendencia, de una "moda", en la Edad Media también era muy recorrido, como ahora no todos lo hacían motivados por sus sentimientos piadosos y amor hacia Dios, también por otros motivos. La mayoría hacían el camino por una promesa en un momento de desesperación o enfermedad, muchos otros al igual que ahora con la esperanza de superar una vida que no les gustaba. Tampoco faltaban los que saltaban al Camino para huir de algo, o aquellos aventureros ansiosos por conocer nuevas gentes y lejanos horizontes. Otros, los peores sin embargo no iban motu proprio, sino obligados. Si, obligados por una pena o castigo judicial.





      En la actualidad, todos utilizamos la concha de vieira en nuestro camino, la colgamos de nuestras mochilas desde el primer día, pero en la antigüedad no fue así. En aquel entonces la concha era tan solo portada por aquellos peregrinos que ya habían finalizado su peregrinación a Santiago de Compostela y que ya estaban de regreso a su lugar de procedencia.

Esta recibía el nombre de “Pecten Maximus” y simboliza la generosidad, una virtud que desde el momento en que había alcanzado el final del Camino, debería acompañarle el resto de sus días. En la concha de venera (vieira), se quiere ver una mano abierta, que simboliza la generosidad. Esta virtud también se alcanza hoy en día, ya que quién ha vivido la experiencia de ser peregrino a Santiago de Compostela nunca vuelve a ser el mismo, el CAMINO les cambió para siempre.

En aquel entonces fue tal la relevancia de esta concha en la peregrinación que hasta el mismo molusco terminó llamándose "vieira" por el razonable parecido entre la palabra venera y “vieiro” que significa camino en gallego.

Hay que remontarse hasta el «Códice Calixtino» la primera "guía" para peregrinos, donde se registra el significado de las conchas de vieira y por qué los peregrinos las llevaban en sus capas para mayor gloria del apóstol.





      P
or lo mismo que los peregrinos que vienen de Jerusalén traen las palmas, así los que regresan del santuario de Santiago traen las conchas.

Pues bien, la palma significa el triunfo, la concha significa las obras buenas. Pues hay unos mariscos en el mar próximo a Santiago, a los que el vulgo llama vieiras, que tienen dos corazas, una por cada lado, entre las cuales, como entre dos tejuelas, se oculta un molusco parecido a una ostra. Tales conchas están labradas como los dedos de la mano y las llaman los provenzales nidulas y los franceses crusillas, y al regresar los peregrinos del santuario de Santiago las prenden en las capas para gloria del Apóstol, y en recuerdo de él y señal de tan largo viaje, las traen a su morada con gran regocijo. La especie de corazas con que el marisco se defiende, significan los dos preceptos de la caridad, con que quien debidamente los lleva debe defenderse, esto es: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.

Se cuenta que siempre que la melodía de la caracola de Santiago, que suelen llevar consigo los peregrinos, resuena en los oídos de las gentes, se aumenta en ellas la devoción de la fe, se rechazan lejos todas las insidias del enemigo; el fragor de las granizadas, la agitación de las borrascas, el ímpetu de las tempestades se suaviza en truenos de fiesta; los soplos de los vientos se contienen saludable y moderadamente; las fuerzas del aire se abaten.


/ Moralejo, S., C. Torres, y J. Feo. Liber Sancti Jacobi; Codex Calixtinus. Santiago de Compostela, 1951. Pp. 205-206 and???



Ultreia et Suseia

LORCA Y EL CAMINO



SANTIAGO BALADA INGENUA


Esta noche ha pasado Santiago
su camino de luz en el cielo.
Lo comentan los niños jugando
con el agua de un cauce sereno.

¿Dónde va el peregrino celeste
por el claro infinito sendero?
Va a la aurora que brilla en el fondo
en caballo blanco como el hielo.

¡Niños chicos, cantad en el prado
horadando con risas al viento!

Dice un hombre que ha visto a Santiago
en tropel con doscientos guerreros;
iban todos cubiertos de luces,
con guirnaldas de verdes luceros,
y el caballo que monta Santiago
era un astro de brillos intensos.

Dice el hombre que cuenta la historia
que en la noche dormida se oyeron
tremolar plateado de alas
que en sus ondas llevóse el silencio.

¿Qué sería que el río paróse?
Eran ángeles los caballeros.

¡Niños chicos, cantad en el prado.
horadando con risas al viento!

Es la noche de luna menguante.
¡Escuchad! ¿Qué se siente en el cielo,
que los grillos refuerzan sus cuerdas
y dan voces los perros vegueros?

Madre abuela, ¿cuál es el camino,
madre abuela, que yo no lo veo?

Mira bien y verás una cinta
de polvillo harinoso y espeso,
un borrón que parece de plata
o de nácar. ¿Lo ves?
Ya lo veo.

Madre abuela. ¿Dónde está Santiago?
Por allí marcha con su cortejo,
la cabeza llena de plumajes
y de perlas muy finas el cuerpo,
con la luna rendida a sus plantas,
con el sol escondido en el pecho.

Esta noche en la vega se escuchan
los relatos brumosos del cuento.

¡Niños chicos, cantad en el prado,
horadando con risas al viento!

Una vieja que vive muy pobre
en la parte más alta del pueblo,
que posee una rueca inservible,
una virgen y dos gatos negros,
mientras hace la ruda calceta
con sus secos y temblones dedos,
rodeada de buenas comadres
y de sucios chiquillos traviesos,
en la paz de la noche tranquila,
con las sierras perdidas en negro,
va contando con ritmos tardíos
la visión que ella tuvo en sus tiempos.

Ella vio en una noche lejana
como ésta, sin ruidos ni vientos,
el apóstol Santiago en persona,
peregrino en la tierra del cielo.

Y comadre, ¿cómo iba vestido?
le preguntan dos voces a un tiempo.

Con bordón de esmeraldas y perlas
y una túnica de terciopelo.

Cuando hubo pasado la puerta,
mis palomas sus alas tendieron,
y mi perro, que estaba dormido,
fue tras él sus pisadas lamiendo.
Era dulce el Apóstol divino,
más aún que la luna de enero.
A su paso dejó por la senda
un olor de azucena y de incienso.

Y comadre, ¿no le dijo nada?
la preguntan dos voces a un tiempo.

Al pasar me miró sonriente
y una estrella dejóme aquí dentro.

¿Dónde tienes guardada esa estrella?
la pregunta un chiquillo travieso.

¿Se ha apagado, dijéronle otros,
como cosa de un encantamiento?

No, hijos míos, la estrella relumbra,
que en el alma clavada la llevo.

¿Cómo son las estrellas aquí?
Hijo mío, igual que en el cielo.

Siga, siga la vieja comadre.
¿Dónde iba el glorioso viajero?

Se perdió por aquellas montañas
con mis blancas palomas y el perro.
Pero llena dejome la casa
de rosales y de jazmineros,
y las uvas verdes en la parra
maduraron, y mi troje lleno
encontré la siguiente mañana.
Todo obra del Apóstol bueno.

¡Grande suerte que tuvo, comadre!
sermonean dos voces a un tiempo.

Los chiquillos están ya dormidos
y los campos en hondo silencio.

¡Niños chicos, pensad en Santiago
por los turbios caminos del sueño!

¡Noche clara, finales de julio!
¡Ha pasado Santiago en el cielo!

La tristeza que tiene mi alma,
por el blanco camino la dejo,
para ver si la encuentran los niños
y en el agua la vayan hundiendo,
para ver si en la noche estrellada
a muy lejos la llevan los vientos.


/ Federico García Lorca

Santiago (libro de poemas, 1921)
Balada ingenua, 25 de julio de 1928
(Fuente Vaqueros, Granada)



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